Dos más dos son cuatro, aunque quizá habría que tener en cuenta los decimales. Sumando décimas se llega a otra nueva unidad.
Eran dos en la soledad de su salón, pero cuatro cuando salían a cenar sueños con la pareja amiga. Números pares y, en cualquier caso, divisibles por dos.
Últimamente, ellos no hacían más que eso, dividirse por dos, y el temido resultado era la frialdad del uno que todas las noches les esperaba en dos habitaciones contiguas que no eran más que una más una. La calidez del par se convertía cada mañana en un iceberg impar que flotaba a la deriva en el café que aliviaba las pesadillas nocturnas de la ausencia mortal de besos.
Sin embargo volvían a la esperanza de lo dual cuando estaban con la compañía narcótica de la otra pareja. Multiplicación peligrosa, oasis en el desierto. Buscaban en ellos hacer más sólido y firme el trazo de su dos, pero encontraban dificultades al trazar la curva tan cerrada de este número y, por tanto, nunca llegaban a la línea recta que era la base en la que se sostenía dicho dígito. Cuando estaban con los otros se convertían en cuatro, número muy anguloso se mirara por donde se mirara, número con demasiados recodos y esquinas fáciles para esconder la pasión adolescente en la oscuridad. Número que, al igual que ellos en sus noches y amaneceres, era divisible por dos, aunque el resultado no era el mismo, no consistía en la soledad del uno, sino en la compañía de un dos infiel; división clandestina fraguada con el deseo del uno de cada pareja. Habían sido sumadores de decimales creando un nuevo dos prohibido, el estigma de los números naturales.
Matemáticas imperfectas en sus encuentros furtivos. Propiedad conmutativa entre el raso de unas sábanas. De día, ladrones de horas secretas, de noche, números primos herejes que sueñan con lo par. Aritmética caprichosa.
La suma de lo inconfesable se convirtió en la división de lo inevitable. Toda suma conlleva una resta, toda división una lejanía impenetrable. Hay números pares que aman lo impar, hay impares desterrados en el zaguán de lo par.
¿Pares o nones?
Excelente. Me encantó. Me hace recordar a un primo mío y con una situación especial. Besos
ResponderEliminarSupongo que es la vida misma, Francisco. Espero que tu primo sea el par, no el non. Gracias por tu visita y espero que ya estés en condiciones para publicar en tu blog.
ResponderEliminarUn abrazo.
Impresionante. Jamás lo hubiera imaginado. El fondo sí, pero no en esaforma que has tenido. De verdad que me he quedado con la boca abierta. Impresionante.
ResponderEliminarPor cierto, siempre nones, salvo en contadísimas ocasiones.
Un abrazo.
Siempre nones.
ResponderEliminarLa vida lleva por tantos caminos dificiles, a veces. Muy buen texto.
mariarosa
Me gusta que te haya gustado, Diego. Por cierto, espero que esos siempre nones sean elegidos...
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Un abrazo.
Me gusta pensar que somos un número que va cambiando a lo largo de la vida y de las circunstancias. Cuantos más años más posibilidades numéricas hay, aunque he de confesar que las matemáticas siguen siendo un misterio para mí. Intentar comprenderlas es volver al número cero o al infinito, nunca se acaban, y el número perfecto siempre está por llegar.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, Mariarosa. Sí, a veces la vida te impone los nones, pero todo tiene sus ventajas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuánta razón tienes, Maverick, somos un número que vamos cambiando a lo largo de la vida y circunstancias. Es perfecto lo que dices: ni blanco ni negro, gris. Como también lo es el hecho de que el número idóneo siempre esté por llegar...o haya llegado y no tengamos "tipex",jjj.
ResponderEliminarUn besito desde la ciudad repleta de penitentes...
Me recuerda a alguien muy querido que le tocó las lágrimas del numero no compartido...
ResponderEliminarCuarentañera, las lágrimas del número no compartido son muy amargas, pero la serie de números naturales es infinita...
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Un abrazo.
Un placer visitar tu espacio Marisa, cuando gustes eres bienvenida al mío.
ResponderEliminarAbrazos!
Gracias Adriana. En breve visitaré el tuyo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, vaya sorpresa... creo que nones, pero como algunos dicen nunca se puede ser definitivo en nada.
ResponderEliminarAlejandro
Sin lugar a dudas van ganando los nones, Alejandro, de ésta montáis una plataforma. Con lo cálido que son los pares...
ResponderEliminarMe alegro de tu visita.
Un abrazo...non, por supuesto.
Hola Marisa!
ResponderEliminarMe parece entrañable este devaneo de los números, pero cuando se trata del corazón, los números se definen por la esencia del sentimiento y eso hace que cada número en sí tenga su propia autenticidad,escoger siempre supone dificultad y posibilidad de equivocarse, pero bravo por el corazón que fue capaz de sentir...
Un beso muy fuerte a ti y a las hermosas cigüeñas que un verano tuve la gran suerte de compartir contigo,gracias .
¡Qué sorpresa, Ana! Esto sí que no me lo esperaba. Me alegro de verte por el blog, estás invitada siempre que quieras. Y sí, llevas razón: lo importante es sentir ( y atreverte a sentirlo ).
ResponderEliminarPor cierto, las cigüeñas siguen siendo las princesas de la catedral, iglesias y castillo, me han preguntado por ti, asique tendrás que hacerles otra visita, a ellas y a mí. Hablamos.
Un beso muy fuerte.
hola Marisa, es un placer leerte, gracias por tus bellas palabras, estoy a tu disposición, buen día, besos
ResponderEliminarGracias a ti, don vito.
ResponderEliminarUn beso.
hola Marisa, interesante relato, muy bello, gracias por tus bellas palbras en mi blogg, quedo a tu disposición, buen día, gracias, besos
ResponderEliminarA contra corriente, voy a romper una lanza por el par, por la pareja.
ResponderEliminar"El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es un mal humano o más que humano... la sociedad es por naturaleza anterior al individuo...el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, o no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un Dios"
Los individuos no buscan, generalmente aislarse y vivir fuera de la sociedad, apartado de todo y de todos, de hecho existen pocos ermitaños o anacoretas. Creo que el individuo tiende al equilibrio, tiene sus necesidades de relación influidas en gran medida por la socialización que se inicia desde el nacimiento.
Todo sería distinto si alguien naciera fuera de la sociedad, aislado, como el caso del niño de Aveyron, es en este tipo de ecasos lo que resulta contra natura es "civilizarle" o "socializarle", pero para todos nosotros, no es el caso.
Un ejemplo muy simple que estamos haciendo ahora todos nosotros es escribir, comunicarnos de forma escrita, este es sólo uno de los muchos actos sociales y eso significa que necesitamos del otro o de los otros. Otro ejemplo, simplemente el pensar, se piensa en forma de lenguaje, otro instrumento social y comunicativo por excelencia.
Con esto quiero decir que no somos protozoos, que necesitamos algo más que estímulo-respuesta, estímulo-respuesta. Dicho esto que es totalmente criticable y discutible, quería venir a auxiliar a la vilipendiada relación de pareja y tenía una larga lista de cosas para decir a favor pero prefiero relatar algo que acabo de ver hace un ratito y que lo engloba todo.
Hoy he visto a una pareja paseando por los jardines que hay cerca de mi casa, ya eran pasadas las diez de la noche, andaban bajo la luz de las farolas, con la compañía que dan los árboles, aunque seguro no necesitaban nada de eso, en su cabeza sólo existía la otra persona, él se decidió a darle un pequeño beso que ella por prudencia rechazó amablemente, él se resignó, pero al instante acercó la mano de la mujer y la besó mientras caminaban...siguieron avanzando, y bajo la luz de una farola, ella se paró y le propinó ese beso que él esperaba. Dieron unos pasos y volvieron a besarse, siempre eran pequeños besos, esos que se dan con un poco de rubor, como de estar haciendo algo que está fuera de lugar...es lo más hermoso que he visto hoy, me ha parecido de una ternura infinita. A él se le antojaba divertirla y entretenerla y hacía gestos y ademanes como de estar describiendo alguna vivencia complaciente...se perdieron de mi vista en su avance por el parque.
Al ver esto, siento que me pierdo muchas cosas, yo tb soy non pero no renuncio al par, y más cuando te hacen sentir o ver o creer que el amor está ahí siempre, que no tiene fecha de caducidad...esta pareja tendría alrededor de unos 70 años.
Y para concluir y esto va para ti, mi querida Marisa, si visito y me gusta tanto este blog es porque hablas de sentimientos, de sensaciones, de compasión, de afecto, de piedad, de sensibilidad, de ternura, de dolor, de tristeza, de pasión,de delicadeza,de emociones y en definitiva.......... de amor. Un beso.
Me ha emocionado lo que has relatado, Bea, la visión de esa pareja de adolescentes de 70 años. No me sorprende que te haya resultado lo más hermoso del día. Me conoces y sabes que siempre apuesto por el par, por eso todo lo que relatas de una manera descarnada, lo entiendo y lo comparto. Estoy convencida de que todos apostamos por números pares, sólo que a veces los nones se imponen. Se puede desear algo pero eso no es suficiente para conseguirlo. No obstante, la apuesta por el par es un lenguaje que casi todos entendemos y tú lo has plasmado en este comentario con la delicadeza, sentimiento y ternura que te caracteriza, querida amiga.
ResponderEliminarGracias por lo que cuentas y como lo cuentas. La sensibilidad no nos hace débiles sino que es un lujo al alcance de pocos.
Un abrazo largo y par, bella niña.
MARISA, DAMA DE GRAN PERFECCIÓN, VALOR Y MERECIMIENTO, ASÍ, MI AMIGA, OS PRESENTO, AQUESTE AGRADECIMIENTO, POR VUESTRO CONSTANTE ALIENTO...(me parece que utilizo el pié de HURTADO DE MENDOZA) BESO Y FIRMO
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