domingo, 28 de noviembre de 2010

LIENZOS AL ATARDECER

Fotografía: Marisa Vegas


Dibujo las líneas de tu nombre en mis ojos mientras espero que la fría tarde que se va, me traiga la paleta de pintora para colorearlas con trazos infantiles.

Los viejos pinceles yacen preparados, depositados en el aguarrás que ha conseguido desprender todo indicio de tonalidades pasadas que se han depositado en el aguafuerte del olvido; su penetrante olor me recuerda el vuelo azul de las golondrinas que nunca regresarán.

Ahora el crepúsculo me coloca en el caballete del atardecer, un gélido lienzo en blanco en el que adivino sombras rojas de perfume de sol poseyendo el azul de un cielo que huye por el pasadizo de la noche. Y en la fuga, exploro huellas violáceas de la fusión de esa pasión carmesí y ese sueño añil. Deseos malvas compartidos en la antesala de la oscuridad.

No estás donde te anhelo sino en donde te amo. Allí donde el tiempo pinta jardines en las esferas del reloj, allí donde la distancia hace rozar tu esquina y mi rincón. Y mientras el tiempo y lugar se yuxtaponen en estampas modernistas, mi corazón va encalando de colores cálidos la antecámara de nuestra alcoba plateada. Acuarelas de tapices que nos miran.

La entrada sigilosa de la noche despliega su alfombra roja en el cielo y nuestros pasos trémulos la tiñen de flores besando el alba. Nuestro único reloj es la noche compartiendo todas las pinceladas de horas que le dan nombre. Fusión de arcos iris en busca del octavo color.

La fría luz del alba despertó iluminando un cuadro de dos manos enlazadas, de dos labios sellando los cromatismos de los sueños. Y un nuevo lienzo en blanco amaneció.


martes, 23 de noviembre de 2010

LA SOMBRA DE LA MUERTE


Fotografía: www.flickr.com
SONETO III

En la noche ajada de inquietas dudas
vio la Muerte su Sombra de existencia,
y mientras la observaba con prudencia
miserere fue de notas desnudas:

“Sombra oscura que yaces en la tierra
envuelta en la lluvia y sol de la vida
¿no eres tú ocaso entre barro abatida,
no soy yo quien a la vida se aferra?”

Respondióle en la oscuridad su Sombra,
suspiros de azabache en perlas blancas:
“¡Ay!, hollas la vida en mi eterna alfombra”.

Cruel Muerte inmortal que a la vida arrancas
latidos, aquello que no se nombra,
permite gozar a tus sombras francas

sábado, 20 de noviembre de 2010

PORNOGRAFÍA INFANTIL NO


Fotografía: http://www.flickr.com/

20-N: III CIBERCAMPAÑA CONTRA LA PORNOGRAFÍA INFANTIL

Hay ojos que lapidan la inocencia de cuerpos que sólo son bocetos aún por perfilar. Ojos que sesgan con navajas afiladas a flores que son delicados capullos esperando el despertar de la primavera.
Vanessa y John sólo quieren que su cuerpo juegue con el mar para después hacer castillos de arena perpetuos en el país de la infancia, paraíso de caminos abiertos solo al brillo de los ojos de la rayuela
.

Desde que el 20 de noviembre de 1959, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara la Convención sobre los Derechos de los Niños, se ha institucionalizado el día 20 de noviembre como el Día Internacional de los Derechos del Niño.



sábado, 13 de noviembre de 2010

La sombra del viento. Carlos Ruiz Zafón


La expresión “cazurro limítrofe” la aprendí en este libro (La sombra del viento, 2001) entre sonrisas y con gran expectación ante lo que es obvio pero no se ve. Y es que incluso para llevar el apelativo de “malo” se requiere de cierto razonamiento e inteligencia. Si no se cumplen estas premisas, pasamos a ser aprendices de malos, o, lo que es lo mismo, tonto, o, en terminología de Ruiz Zafón, cazurro limítrofe que habla con prepotente sabiduría de lo que no sabe, y critica lo que desconoce aún más. Sinceramente, me quedo con los malos antes que con los imbéciles.


- Es que la gente es mala.

- Mala no -objetó Fermín-. Imbécil, que no es lo mismo. El mal presupone una determinación moral, intención y cierto pensamiento. El imbécil o cafre no se para a pensar ni a razonar. Actúa por instinto, como bestia de establo, convencido de que hace el bien, de que siempre tiene la razón y orgulloso de ir jodiendo, con perdón, a todo aquel que se le antoja diferente a él mismo, bien sea por color, por creencia, por idioma, por nacionalidad o, como en el caso de don Federico, por sus hábitos de ocio. Lo que hace falta en el mundo es más gente mala de verdad y menos cazurros limítrofes.

domingo, 7 de noviembre de 2010

LA VOZ DEL SILENCIO

Fotografía: Marisa Vegas

El silencio es la sombra alargada de las palabras huérfanas. Avanza de puntillas por detrás como depredador ávido de ecos. Y cuando te da alcance se funde con tu piel erizada en un abrazo que no mira a los ojos sino que se reclina sobre tu espalda. Sientes su peso mudo, y cargas con alfabetos callados que lamen tus hombros. Besos sigilosamente venenosos.

El silencio vive de día y respira de noche. Nace en las profundidades de océanos de lágrimas, muere en los cimientos de la Torre de Babel. Pare de sus entrañas fantasmas que son historias, historias que son miedos, miedos que aúllan en la garganta sanguinolenta del lobo. Su afonía dispara en la diana de la imaginación, abriendo la Caja de Pandora y desatando quiméricas tempestades amarradas a las palabras. La Nada del silencio engendra el Todo.

Los fantasmas del silencio son hijos con mordaza que se multiplican en partos sucesivos de horas. Bailan la danza macabra del desasosiego, de la desconfianza, del temor. Castran tus oídos, violan tu percepción. Son expertos pintores de mundos en gris a los que te llevan con su suspiro de alas. Te empujan hacia la cuerda del funámbulo poniendo a prueba el equilibrio de las arterias de tu corazón. Los fantasmas del silencio son espectros carceleros de la comunicación, inquisidores de tinta y voz, pesadillas de las ausencias.

El silencio de mirada felina acecha las gotas de los minutos que caen perezosamente. Teme sentir las garras de las palabras hechas voz, arañar su piel. Entorna sus ojos y dos líneas horizontales verdes brillan en la oscuridad cuando siente su voz confundirse con el eco de esas palabras que sólo son tuyas, que sólo son mías, que sólo son nuestras.

martes, 2 de noviembre de 2010

PINCELADAS DE OTOÑO

Fotografía: Picasaweb


Los pinceles del otoño cantaban al bajar el río. Carmín de hojas de labios desgranados soñando el beso de la tierra. Verde lentamente devorado por las fauces amarillas de alfombras silenciosas, muertas, ajadas por el cuchillo del estío. Cementerio de hojas ocres cantando al son del río.

Olor a tierra mojada son tus ojos, pardos en la madrugada de los árboles del otoño. Miradas cobrizas lamen la luz que huye entre el tiempo de las aguas del arroyo. Las últimas horas de octubre no existen en los campos azafranados, sólo danzas de manos entrelazadas rojizas, alimonadas, mientras la lluvia borra la sombra de dos cuerpos que viajan hacia ninguna parte, sólo al apeadero al que les conduzca su corazón.

Los ojos del otoño no miran, reflejan colores abigarrados de belleza efímera. Te lo susurro al oído y comenzamos a pintar ese cuadro de ocres con pinceladas tímidas. Y el río que baja comienza a entonar: Verde, que te quiero verde. Y cerramos los ojos para poder soñar el calor del otoño.
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