domingo, 28 de marzo de 2010

DOS PAREJAS Y MEDIA

Fotografía: http://flickr.com/

Dos más dos son cuatro, aunque quizá habría que tener en cuenta los decimales. Sumando décimas se llega a otra nueva unidad.


Eran dos en la soledad de su salón, pero cuatro cuando salían a cenar sueños con la pareja amiga. Números pares y, en cualquier caso, divisibles por dos.


Últimamente, ellos no hacían más que eso, dividirse por dos, y el temido resultado era la frialdad del uno que todas las noches les esperaba en dos habitaciones contiguas que no eran más que una más una. La calidez del par se convertía cada mañana en un iceberg impar que flotaba a la deriva en el café que aliviaba las pesadillas nocturnas de la ausencia mortal de besos.


Sin embargo volvían a la esperanza de lo dual cuando estaban con la compañía narcótica de la otra pareja. Multiplicación peligrosa, oasis en el desierto. Buscaban en ellos hacer más sólido y firme el trazo de su dos, pero encontraban dificultades al trazar la curva tan cerrada de este número y, por tanto, nunca llegaban a la línea recta que era la base en la que se sostenía dicho dígito. Cuando estaban con los otros se convertían en cuatro, número muy anguloso se mirara por donde se mirara, número con demasiados recodos y esquinas fáciles para esconder la pasión adolescente en la oscuridad. Número que, al igual que ellos en sus noches y amaneceres, era divisible por dos, aunque el resultado no era el mismo, no consistía en la soledad del uno, sino en la compañía de un dos infiel; división clandestina fraguada con el deseo del uno de cada pareja. Habían sido sumadores de decimales creando un nuevo dos prohibido, el estigma de los números naturales.


Matemáticas imperfectas en sus encuentros furtivos. Propiedad conmutativa entre el raso de unas sábanas. De día, ladrones de horas secretas, de noche, números primos herejes que sueñan con lo par. Aritmética caprichosa.


La suma de lo inconfesable se convirtió en la división de lo inevitable. Toda suma conlleva una resta, toda división una lejanía impenetrable. Hay números pares que aman lo impar, hay impares desterrados en el zaguán de lo par.


¿Pares o nones?

miércoles, 24 de marzo de 2010

Día Mundial del Teatro: 27 de marzo

Dibujo de Federico García Lorca

El 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Teatro. Lorca tendría mucho que decir al respecto. Supo captar y transmitir la esencia y el alma del género dramático como nadie, primero con su teatro universitario de provincias y sin ánimo de lucro, con “La Barraca”, y luego con obras difíciles de olvidar para quienes se acerquen a ellas. Sus personajes dramáticos fueron sombras que gritaban libertad, que pegaban latigazos a las estúpidas convenciones sociales, fueron principalmente mujeres con alma dolorida y garras de leona. Su teatro fue denuncia de muertes anunciadas, espejo de las entrañas del amor y el odio, pregonero de lacras sociales. Sí, Lorca tendría que decir mucho sobre ello el 27 de marzo, y en esta cita del autor, seguimos y seguiremos oyendo su voz pareja con el eco:

“El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla y grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía y al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre.”

“El teatro es una escuela de llanto y de risa, y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equívocas, y explicar con ejemplos vivos normas eternas del corazón y del sentimiento del hombre.”

“En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas.”

FEDERICO GARCÍA LORCA


viernes, 19 de marzo de 2010

LA CARTA QUE NUNCA TE DI

Apareció en ese cajón revoltoso que juega al escondite con todo lo que devora. Dormía plácidamente debajo de una postal de La Alhambra nocturna y encima de unas barritas de incienso que perfumaban su sueño.

Tengo que decírtelo. Sé que no lo esperas, pero…tú corazón sí.

El sobre que la vestía, aún estaba abierto, aún se saboreaba el indeciso deseo de hacerla viajar a otros ojos, a otras manos, a otra isla. Ella, recatada, se había quedado plegada de dos veces tal y como se cerró el día que unos labios se derramaron en sus blancas páginas ávidas de susurros. Guardaba fielmente la entrega de lo que late, escondía en sus pliegues retales abigarrados de deseos ocultos en la cueva infinita de la noche.

Mis sueños no duermen desde que se bañaron en tus ojos de mil y una noches.

Desvestirla de su sobre blanco era como sacar de su nívea tumba a los fantasmas que suspiran por los acantilados que nunca tienen fin. Era asomarse al precipicio que echaba en cara la cobardía de quien no se atrevió a volar. Pero la carta al fin salió de su panteón de flores calladas. Y unas hambrientas manos la abrieron como si deshojaran la margarita que siempre dice “no”.

Es tan largo y pedregoso el camino que conduce a ti…y, sin embargo, te respiro tan cerca…

Los ojos se pasearon por los columpios de palabras que avanzaban y retrocedían pero que siempre tenían el mismo recorrido, el mismo ángulo, la misma meta. En el rincón de cada frase había una cola de sentimientos esperando ser acunados. Mientras sus ojos leían la fragilidad de la mariposa, su mente viajaba años atrás, al lugar que los unió, al espacio que fue su cómplice, a las miradas de fuego que acariciaban, a las caricias que nunca llegaron, a la llegada del olor del naranjo.

No pienses que exijo, ruego o mendigo lo que sé que tu razón jamás te permitirá dar. Sólo reciclo un agua de rosas que mana, fluye y se pierde en la orfandad del silencio.

Cerró la carta como se apaga un día. El tiempo había encanecido la distancia entre los dos pero le sobrecogió que esos sentimientos aún palpitaran la juventud del terciopelo de la rosa. Miró al insinuante fuego de la chimenea y pensó que sería un confortable nido para la carta que nunca supo volar. Y lo hizo. Las llamas voraces devoraban con hambre de diez años voces calladas que el eco censuró. Se consumió. Recogió las cenizas enamoradas y las guardó en el mismo sobre que aún contenía el aroma de la pasión. Y lloró. El invierno del tiempo nunca espera por nadie.

Siempre te llevaré dentro, te cubriré con resina de ámbar para que nunca escapes a mis ojos aunque eternamente a las caricias en almíbar de la canela en flor.

martes, 16 de marzo de 2010

El penitente

Fotografía: http://flickr.com/
El Penitente es un relato de una amiga cuentista . Ha llegado a mis manos y no he podido por menos de sorprenderme. Es un cuento que está envuelto en el olor a cera de cirios ; está vigilado por los ojos acechantes de la luna. Noche de penitencia y espera de acontecimientos inevitables. Que lo disfruten…


La lluvia se pierde en el horizonte, se confunde con la línea imaginaria que lleva al abismo donde seres oscuros esperan que caigamos, porque no todo es infinito.


Mientras la luna permanezca oculta entre nubes el peligro estará controlado, y aunque la primera luna llena de la primavera se acerca, las borrascas arrastran con ellas el antídoto contra el aullido mortal. Lo sabe, y lo teme. Guarda el hábito bajo llave, cuando llegue el momento volverá a buscarlo, como siempre. El penitente se arrepentirá pero ya será tarde para salvar la vida. Huele el peligro bajo el cielo estrellado. Si las nubes se alejan intentará ser su última víctima.


El olor de las velas a punto de apagarse, el incienso que reclama su presencia junto a los demás hermanos. La túnica le arrastra, le lleva por los rincones de la ciudad aún en calma. Sólo es un ensayo pero cae sobre el hábito costroso y pardo que más de un hermano le ha recomendado que cambie por uno nuevo.


Cuando llega a casa la verdadera penitencia comienza porque al quitarse la túnica, cada vez más pesada y pegada al cuerpo, sufre en sus propias carnes lo que le espera a su próxima víctima.
No puede deshacerse de ella, lo ha intentado, pero siempre está allí, esperando envuelta en una manta con los trastos viejos. Cada año cuando sin poder evitarlo abre de nuevo las puertas del armario, allí está, llamándolo como las sirenas a Ulises, y él no puede resistirse a sentirla pegado a su piel, destrozándole el alma, porque en ese instante el penitente ya no es dueño de su voluntad.


Sabe que es la última noche y duerme con ella, velando armas para el encuentro que se acerca, como la luna, siempre vuelve y le ilumina el rostro transformado en la bestia que sin control volverá a vagar por la ciudad justo mañana, miércoles de silencio, de recogimiento y solemnidad y quizás también el azar quiera que sea la última noche para el anónimo acompañante del cirio que aguarda en la entrada.


Será su espada y talismán y a él se aferrará para no cometer una locura, pero la sangre le llama y sus hermanos penitentes recorrerán en silencio, otra vez encadenado como una fiera que sale de su jaula, las calles. Ojos anónimos que no brillan en la oscuridad, la luna se muestra traviesa y juega con el penitente, coquetea. Encontrar a alguien que mate por ti como acto de amor. El penitente se ha propuesto acabar con el silencio de la procesión que lleva por dentro. Sigue arrastrando las cadenas y ruega que las nubes no den tregua en esta noche de olor a cera derramada, a huellas ensangrentadas por el esfuerzo, a penitentes que esconden su secreto.


Vuelve el sonido metálico, el silencio de las voces hermanas, el tambor que marca el ritmo del sufrimiento que se aproxima. Llega el momento y el penitente intenta mantenerse en pie, se agarra al velón que porta con todas sus fuerzas para no caer en la tentación de la sangre, pero de nuevo al mirar al cielo en la madrugada , un rayo de luz blanca le abre el camino al dolor y a la muerte. Todo sucede en un segundo, aprovechando la estrechez del callejón, la multitud silenciosa que lo acoge con amor y que el penitente devuelve con abrazos que son cuchillas clavadas en el corazón de los presentes.


Sólo se oyen los aullidos tristes de quien se sabe condenado sin motivo, ¿Quién elige su destino? El hábito empapado de sangre fresca tendrá suficiente alimento hasta el próximo año. Quisiera hacer un brindis al sol y convertirse en cenizas. Quemarse como la cera pegada a sus manos, negra y rojiza como sus lágrimas.

Autora: GASPAR


viernes, 12 de marzo de 2010

VIOLETA...O AZUL Y ROJO



Jaca negra, luna roja,
la muerte me está mirando

Federico, Federico… ¿cómo se te ocurrió pintar de púrpura la luna llena? ¿o es que no sabes que en las noches calurosas de agosto el bochorno la derrite en lágrimas de sangre? Teñiste tu bandera con el carmesí de esas lágrimas y la convertiste en tu capote al son de una petenera. ¿Pero es que no sabes que la piel de toro embestirá a esa muleta de amapolas? Elegiste la espina más afilada del rosal, las fresas más salvajes que brotan bajo la ardiente nieve.
Sí, canta, recita, baila, ríe y haz reír, dramatiza al muerto o déjate morir…estás provocando a la bestia con tu felicidad escarlata, amante del amor oscuro. No esperes la ayuda del picador azul, del jinete del mar…estás solo, Federico, en la soledad del pozo sin agua.
Ya se oyen voces en la arena roja del laberinto del coso. Has herido de grana al animal sin ojos con tus banderillas de versos escarlata, con tus palabras ensortijadas en rubíes. Sus aullidos silenciosos hacen temblar al eco de la noche. Corre pero no huyas. La Alhambra gime.

Voces de muerte sonaron
cerca del Guadalquivir



¡Qué trabajo me cuesta
dejarte marchar, día!
Te vas lleno de mí,
vuelves sin conocerme.

Las voces han teñido de añil los ojos de la luna. No vienen del azul del mar, Federico, ni de la mirada garza de las estrellas. Vienen del marino del yunque, de los rosales azules sin pétalos. Vienen en la barca de Caronte para llevarte a la otra orilla. Prepara tu moneda debajo de la lengua para costear tu viaje o prepárate para vagar cien años por las riberas del Guadalquivir. Aún estás vagando, Federico, aún estás cantando seguidillas con tus pies descalzos en la orilla, ahora provocando a Hades ¿Es qué no tienes miedo?
Se acercan sombras turquesas, sombras azules verdosas, sombras gélidas de piedra. Que no, que no es el reflejo del mar, Federico, es el agua zarca perfumada de cianuro.

La Guardia Civil se aleja
por un túnel de silencio
mientras las llamas te cercan

Tengo mucho miedo
de las hojas muertas,
miedo de los prados
llenos de rocío

En la noche se produjo el eclipse de dos lunas, la de púrpura y la de añil, y la luz de los muertos se vistió de nubes malvas. Fantasmas de jueves santo cubren con sus túnicas moradas el rocío de Víznar. Los cipreses lloran cruces de amatistas. En el campo granadino crecen violetas que borran las huellas del aullido del lobo.
Tú eras pintor de palabras, Federico ¿no conocías el riesgo de mezclar en tu paleta el fuego del rojo y los cuchillos del azul? No eres buen pintor de arco iris, eres poeta de lamentos de mujeres, de farándulas provincianas, de partituras folklóricas, de historias de libertad que huelen a lilas frescas cuando se acerca el sol.
En los prados de luto, en la ribera del silencio, hay unos labios violáceos que siguen cantando coplas a la luna vestida con su polisón de nardos.

Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto



Fotografía 3ª: Marcefabi – http://www.arte/ & Fotografía
Citas poéticas de Federico García Lorca, por orden de aparición en el texto:
- Canciones (Canción del jinete)
- Romancero gitano (Muerte de Antoñito el Camborio )
- Canciones de luna (Canción del día que se va)
- Romancero gitano (Romance de la Guardia Civil española)
- Libro de poemas (Aire nocturno)
- Gacela 7ª (Gacela de la muerte oscura)

lunes, 8 de marzo de 2010

BILLETE DE IDA

Fotografía: Maryjka
Lo encontró sin buscarlo, lo cual hacía más exitoso el hallazgo. Lo intuyó entre las cortinas de la lluvia, lo olió en la canela del viento, lo escuchó en la melodía de las sinuosas sirenas, lo acarició con el temblor del deseo, lo paladeó como aroma que se anhela poseer eternamente entre los labios. Debía coger ese tren. O no. Hay trenes que sólo tienen billete de ida.

Sus zapatos brillaban, eran el espejo de unos ojos de azogue que sólo querían mirar hacia el suelo del andén que lo sostenía. Pero el tren que sólo se acerca una vez aparecería como cíclope deforme de tres ojos. Y entonces, el andén se derretiría bajo sus pies y tendría que subirse sobre el lomo de Polifemo, o bien, conformarse con ser Acis, arroyo caritativo de los dioses. Luchar o fluir.

Primero oyó la ausencia del aire, luego respiró el sonido de la sirena del tren. Ya se acercaba el vagón de los sueños grises, que se toma con vehemencia o se olvida para siempre en el garaje de las hojas muertas. Las vías, sierpes deseosas de atrapar el instante, temblaban ante la espera de ser acariciadas por el amante que fugitivamente posee y que no hay que esperar. Aspiró el último hálito de vida de su cigarrillo, y entre el humo vio el tren nebuloso pararse ante sus pies, ante sus ojos, ante su cuerpo, ante su vida. Y la fuerza de la gravedad desapareció.

Subirse o hibernar. Vivir o sobrevivir. Amar o interpretar. Ver pasar cómodamente el mundo acelerado por los cristales de la ventana del vagón o seguir el recorrido solo y a pie. Primera clase o polizón, senderista o indigente.

Se caló su sombrero y pensó en la lejanía de las estrellas y la proximidad del mar. Y respiró la nicotina de lo inevitable.



miércoles, 3 de marzo de 2010

DETRÁS DEL AGUA



Detrás del agua está tu nombre

empapado de rocío cuando amanece

y de escarcha afilada en la madrugada de cristal.

Vida y frío.


Detrás del agua está la lluvia

buscando en la tierra la vena salvaje

que haga latir de esmeralda la arcilla de tu cuerpo.

Vida y color.

Detrás del agua está el recuerdo,

cascada furiosa que vierte lo presente

fecundando las entrañas estigias de la honda ilusión.

Vida y tiempo.








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