Salvador Dalí
FÁBULA DEL
TIEMPO
¿Y si el tiempo solo
fuera esa pequeña pausa que se tropieza con la coma, o ese pequeño guijarro
convertido en punto al que apartamos de nuestro camino con un pequeño puntapié?
El tiempo no es más que
el balance de lo aprendido, la caligrafía de estaciones de nombres inamovibles,
la letra cursiva de lo que repetimos y rememoramos, el subrayado de lo que no
queremos olvidar.
Los minutos son las
letras del alfabeto que escribimos al azar, creando laberintos de prosas de
años que acaban desgajadas en versos de recuerdos.
El tiempo es la fábula
de la vida cuya moraleja habita olvidada en el papel arrugado que arrojamos a
la papelera del olvido. Cada página en blanco que espera tiene un epitafio en
el tiempo, una eternidad en la memoria.
¿Y si el tiempo solo
fuera el reloj averiado de los siglos,
el silencio de lo que no existe, la fotografía velada del espejo, la brisa
efímera y muda que sigue errando por esos surcos y letanías de horas?