miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿FELIZ? NAVIDAD



La felicidad general de un pueblo
 descansa en la independencia individual de sus habitantes.

José Martí.

Desde el contexto de esta cita, les deseo felices fiestas acompañadas de un vídeo que he elaborado para ustedes. Me gustaría que fuera una idílica postal navideña de nieve, abetos luminosos, campanitas doradas y villancicos, pero esta Navidad de 2012 tiene imágenes más reales y menos amables que no me apetece olvidar. Aun así, no dejen que la amargura sembrada apague esa vela de esperanza que se enciende todos los años en cada hogar y que juntos mantendremos encendida.

Todo mi cariño, apoyo incondicional y  mis deseos de felicidad.






sábado, 1 de diciembre de 2012

ESQUELA


ESQUELA

Rogad a Dios por el alma de Dª Bárbara Matellán de las Heras, que falleció el 1 de diciembre de 2012 a los 40 años de edad en un trágico accidente aéreo. La capilla ardiente se encuentra instalada en el tanatorio Parque San Isidro de Madrid. Sus restos recibirán cristiana sepultura en el cementerio sur a la 13,30 horas de hoy día 3 de diciembre.
La familia ruega una oración por su alma.
Descanse en paz.


A Bárbara se le dibujó una sonrisa en la cara cuando leyó la esquela de su propio entierro sentada cómodamente en aquel avión con rumbo a Jamaica. No estaba muerta aunque sí que iba camino del Paraíso con el que siempre había soñado. Nunca había imaginado que morir hubiese sido tan sumamente fácil y que la muerte otorgase tanta vida. Realmente, cualquier vida diferente a la que llevaba podía ser un remanso de paz y felicidad. Volvió a sonreír al pensar que todos la creían entre nubes de algodón y precisamente era allí donde estaba. Cerró los ojos y procuró recordar y ordenar cómo había ocurrido todo.

En sus espaldas pesaban diez años de matrimonio con ese hombre del que había estado locamente enamorada un día ya muy lejano. Ese amor se había ido esfumando con la celeridad con la que se derriten las horas, con la daga implacable de la humillación y el silencio. Sus alfabetos eran babélicos cuando se dirigían la palabra, sus palabras eran ecos vacíos que martilleaban la noche. Hacerla culpable de su incapacidad para darle hijos fue la gota que desbordó océanos y mares. Ahora subía al Cielo en ese avión pero también había bajado al Infierno, a su último escalón, cuando ese hombre  -ya un completo desconocido para ella-  se atrevió a tronchar de un manotazo las maltrechas ilusiones que pudieran quedar en un velero sin rumbo. La primera vez dolió en la piel, el resto en el alma. Noches oscuras del alma bendecidas por la santa madre Iglesia y maldecidas hasta por el azufre de Belcebú.



Su alta posición social le exigía guardar las apariencias o al menos así lo pensaba en aquel momento. Hija única de padres fallecidos años atrás y amiga de amigos de alta sociedad a los que no les importaba en absoluto las aventuras y desventuras de aquel capítulo de la Eneida: su bajada al Infierno siempre la hacía sola, sorteando ríos de lava a temperaturas que helaban el corazón.

Fue aquel día, en un acto de valentía impulsado por un riesgo alto de incineración aliviado por lágrimas que sofocaban llamas, cuando decidió coger el primer avión que saliese para Jamaica. Luego, ya daría explicaciones. Lo importante era huir aunque sabía de antemano que ese hombre la perseguiría hasta el último rincón del mundo. Cuando entró en el aeropuerto las fuerzas le flaquearon y pensó en regresar en el mismo taxi que la había transportado hasta allí, pero dio cuatro pasos más y sin darse cuenta ya estaba delante del mostrador de facturación. Iba ligera de equipaje, así que no hizo falta desprenderse de las cuatro cosas que atropelladamente metió en una bolsa de viaje al salir de casa. Mientras se sentaba cerca de la puerta de embarque a esperar el vuelo, lo agradeció: si en el último minuto se arrepentía sería más sencillo regresar al taxi con lo puesto y llevado.

Faltaba aún una hora para su vuelo. Mientras esperaba observó que sentada a su lado había una mujer joven, de nacionalidad española, impidiendo sollozos que un paquete de pañuelos de papel intentaban sofocar. En un primer momento, Bárbara pensó que bien pudiera ser una habitante más de ese Infierno que ella conocía tan bien. Luego resultó ser otra alma más que se lastimaba a las puertas del Cielo. Le ofreció su ayuda y la desesperación de la mujer hizo que le contase a una desconocida su tormento, la imposibilidad de viajar a Jamaica al entierro de su hijo fallecido ya que no disponía de billete ni medios para adquirirlo. La compañía aérea no entendía de razones humanitarias solo de números cuadrando a final de mes.

Bárbara pensó, en un primer momento, que formaría parte de ese tipo de gente que pulula por aeropuertos y estaciones, relatando desgracias increíbles con el fin de sacar un par de euros. Pero al escudriñarla, el aspecto de la mujer le disuadió de esa idea. Vestía con cierta elegancia e, incluso se parecía a ella: morena, ojos oscuros, de edad similar y facciones suaves. Iba a encontrarse con su hijo por última vez, ese hijo que jamás ella había podido tener. Tenía que ayudarla. No eran tan diferentes como para que una azafata advirtiera el recogido de pelo que no aparecía en su DNI. Sabía que iba a cometer una locura, ahora sí que sabía que la iba a cometer; así que le ofreció su billete de avión al lado de su DNI a Isabel, que así  se llamaba la mujer que ahora mitigaba su llanto clavando su mirada en lo que Bárbara le ofrecía. ¿Qué suponía la pérdida de un DNI frente a la pérdida de un hijo? Isabel no supo cómo agradecer la ayuda pero quedaba poco tiempo y había que embarcar: recogió los documentos y, sacando de su cartera su propio DNI se lo entregó a Bárbara como prueba de que regresaría a devolverle el suyo. Apresuradamente, le dibujó en un papel los números que parecían ser de un teléfono y abrazó a Bárbara. Esta le rogó que aceptase dinero para el viaje de vuelta y para cubrir de orquídeas amarillas la losa de su hijo.


Mientras veía alejarse a Isabel por la puerta de embarque volvió a pensar que tal vez esa mujer fuese una oportunista, que huiría con el dinero, que el DNI que le había entregado seguramente fuese falso, que quizás había sido víctima de un timo, que… pero daba igual. Recogió su bolsa de equipaje y pensó que, antes de regresar a casa en el taxi comería algo en el aeropuerto. Regresaría a casa, sí, sus fuerzas flaqueaban. Vencida por sí misma se sentó en un restaurante del aeropuerto a retrasar la inminente vuelta al hogar, la barca de Caronte la esperaba detrás de la puerta de salida del aeropuerto. Lloró. Perdió la noción del tiempo. Entró en un sopor que refugió sus lágrimas, jugó a la rayuela con las horas, cerró los ojos cuando los relojes de arena bucearon en los abismos de su alma mientras que la cucharilla del café tejía remolinos infinitos en sus aguas oscuras.

Cuando salió de ese sueño y a medida que sus ojos y oídos volvían a la realidad, observó como en el aeropuerto reinaba gran confusión. Gran cantidad de gente se agolpaba en los puntos de información mientras que otra era presa de la conmoción. Preguntó amablemente al camarero que le había servido qué era lo que ocurría. Él le explicó que el vuelo a Jamaica que había salido esa misma mañana se había estrellado en pleno Atlántico. Bárbara palideció, no sabía con certeza si realmente había despertado de ese sueño anterior o aún seguía en la antesala de ese temblor que precede a la muerte.



El resto había sido muy sencillo, pensó mientras ahora miraba por la ventanilla del avión. No había habido supervivientes y algunos cadáveres   -entre ellos el de ella-   no habían sido localizados. Hicieron pública la lista de pasajeros embarcados en los que aparecía su nombre y avisaron a su marido que se preocupó de un entierro burocrático ante sus amigos de la alta sociedad. Ella tomó el siguiente avión en el que ahora viajaba rumbo a Jamaica con el nombre de Isabel Pardo Freyre. Apretó entre sus manos el DNI de la mujer fallecida y creyó haber olido un suave aroma a flores.




 Lo primero que hizo al llegar a su Paraíso fue cubrir de decenas de orquídeas amarillas la sepultura del hijo de Isabel, sepultura que descubrió que existía tanto como su hijo. Jamás había visto sonreír a esta mujer pero juró haber oído su sonrisa entre los pétalos de las flores. Ella también sonrió mientras el viento arremolinado en un ciprés del cementerio le susurró que su vida comenzaba con su propia muerte.






domingo, 25 de noviembre de 2012

Vengo de olvidarte. Belén Reyes.



Belén Reyes


La poetisa y narradora que hoy les presento es Belén Reyes. Nació en 1964 en Madrid, en el barrio de Lavapiés como su admirada Gloria Fuertes, quien le prologó su libro de poemas “Desnatada” (1992) Desde muy niña comienza a escribir poesía, de hecho conserva poemas escritos a sus ocho años. Es una mujer fruto de sus lecturas; Hermann Hesse la marcó particularmente y también los poetas: Cernuda, Lorca, Edmundo de Ory, Miguel Hernández, Gabriela Mistral, etc. Entre sus publicaciones destacan “Fotograma de mujer” (1997), “La carta” (1999), “Ponerle un bozal al corazón” (2002) con prólogo de Cristina Peri Rossi,  y “Atrévete a olvidarme” (2007) su último poemario hasta la fecha.

 La poesía de Belén Reyes se caracteriza por su profundidad, originalidad y sinceridad. El desamor suele rasgar la piel de sus versos, con dolor pero también con ironía, provocando la media sonrisa como cauce para poder seguir oyendo el eco de las huellas del camino de la vida…

“Vengo de olvidarte” es un poema que pertenece a su poemario “Ponerle un bozal al corazón” (2002), aunque ella no se lo pone, deja que fluya ese grito de dolor mientras los días son la materia prima con que elaborar el olvido...




VENGO DE OLVIDARTE

BELÉN REYES


Vengo de olvidarte...

pero llego a casa y me tropiezo contigo,
en las cosas que me miran con tus ojos,
en las pelusas del pasillo
que me enredan leves,
con tu olvido.

Vengo de olvidarte...
y puede
que cambie de casa
y siga viniendo de olvidarte,
que cambie de cuerpo
y te siga deseando,
que cambie de vida
y te siga viviendo.

Vengo de olvidarte.
Tiro el bolso
y se cae el pintalabios,
un beso metálico en el parquet
me recuerda la ausencia de tu boca.

Con vocación de olvidarte
me muevo.
Cada minuto y centímetro
que salgo de mí misma
hago eso, insisto en ello.

Mi obstinación es olvidarte
mi trabajo es olvidarte
mi verso es olvidarte
mi insulto es olvidarte,
mi presente y mi futuro es olvidarte.
Y vengo y voy
para olvidarte.

Me duermo y me despierto
para olvidarte.
Soy lo que soy
para olvidarte.

Me voy a otras cosas
a otras casas
a otros seres
a otras páginas.

Me voy a otros versos
a otras voces
a otros canales
a otros ríos.

Me voy, me voy, me voy
continuamente.
Y cuando vuelvo…
abro la puerta
tiro el bolso
                el pecho
                                la careta
                                                  y el tabaco…

y sé que vengo de olvidarte.





domingo, 11 de noviembre de 2012

Testamento del gallo pitagórico. Niceto de Zamacois.


Niceto de Zamacois


NICETO DE ZAMACOIS

TESTAMENTO DEL GALLO PITAGÓRICO

Bilbao, Vizcaya, España 1820 - México, D.F., México 30 de octubre de 1885. Fue un historiador, periodista, novelista y poeta español, emigrado a México en 1840, en donde murió a los 65 años de edad después de hacer importantes contribuciones historiográficas y periodísticas a su país de adopción, además de haber publicado también novelas, poesía, ensayos, teatro y traducciones. En 1855 publica la obra que nos ocupará: Testamento del Gallo Pitagórico, obra mordaz y satírica sobre la política y la sociedad del México de su tiempo pero muy actual en sus postulados e incluso extensible para los aconteceres políticos de nuestro país.


Esta obra está inspirada en la que publicó  Juan Bautista Morales en México entre 1842-1844, El Gallo Pitagórico, crónica político- satírica de enorme éxito y reeditada en numerosas ocasiones.

Las excelentes litografías que incluyo son de Plácido Blanco, Joaquín Heredia, y Casimiro Castro pero no pertenecen a la obra de Zamacois sino a la de Juan Bautista Morales; esta fue la primera gran obra que se ilustra con caricaturas políticas.

Comencemos con la primera página de este libro. La finalidad de esta obra, el mismo Zamacois  nos la indica en este espacio, despertando ya la primera sonrisa:


TESTAMENTO DEL GALLO PITAGÓRICO
OBRA SATÍRICA, JOCOSA, CRITICA, BURLESCA Y DE
CARCAJADAS, ESCRITA PARA ESCARMIENTO DE PICAROS Y
REGOCIJO DE HONRADOS.
S U  A U T O R:
Niceto de  Zamacois
MEXICO.
TIPOGRAFÍA DE VICENTE SEGURA, CALLE DE CADENA NVM. 10,
1855


En la dedicatoria a un amigo encontramos una excelente definición de lo que es la sátira, fruto de aconteceres políticos que a más de a uno nos recordarán a algo cercano…:

A MI PREDILECTO AMIGO
D. SEVERO MARÍA SARDANA.
DEDICATORIA
La sátira se escribe con la sonrisa en los labios y la amargura en el corazón; pues solo cuando este está desgarrado por el dolor de ver los males incurables a que han conducido los aspirantes de la nación, debe coger la pluma para exprimir sobre el papel, permítaseme la expresión, las hondas penas del alma.



Y ya en el capítulo 1º nos encontramos con la carta del menú que degustaremos: este mundo es una gran casa de locos, incluidas las excepciones…:

Este mundo es una gran casa de locos (salvo ninguna excepción) donde el más loco es aquel que da en la locura de tener por cuerdas las máximas de ellos. Los hombres más sabios no son más que unos orates con lúcidos intervalos que al cabo dan a conocer su locura aún a los de cerebro más mal arreglado, como el burro que se disfrazó con la piel de león, y que al fin vino a descubrir lo que era por no poder ocultar sus borricales orejas.





Pasemos a las presentaciones, al capítulo 2º, a conocer al gallo en cuestión, reencarnación del mismo Pitágoras y filósofo-pedagogo sin igual…:

Estas reflexiones hacía yo una noche (…) consideré que ninguna persona humana podía llegar a la ventana y menos caber detrás de ella; pero venciendo al fin mi natural terror, corrí apresuradamente, y con asombro vi ni más ni menos que un hermoso gallo, pronunciando mi nombre, con el mayor afecto, y que tendiéndome una de sus patas, con la misma franqueza con que se tienden la mano dos buenos amigos, y de penetrar en mi cuarto, donde se colocó sobre el palo de una silla que estaba en frente de la mía, tuvo conmigo el siguiente diálogo.

Dos objetos son los que me han traído: el primero el de enseñarte a que no tengas por locos a los grandes hombres, que no comprendes, como Pitágoras, y que la locura existe en tu cabeza de chorlito que no concibe lo maravilloso y sorprendente
 El segundo objeto de mi visita es hacer mi testamento, y que tú lo publiques donde mejor te parezca (…)

Figúrese el lector cuál sería mi asombro al escuchar hablar de esta manera al mismísimo Pitágoras bajo la forma de un gallo.



Atención a la siguiente receta de cocina de la que nos previene el gallo en el capítulo 3º:  indigestión asegurada si se trata de cocineros políticos…:

Tan difícil como hallar la cuadratura del círculo, seria encontrar en estos tiempos un solo hombre, de esos que están al partido que vence, que no proclame la libertad, que es la salsa con que se guisan todas las revoluciones con provecho de los cocineros políticos que se reproducen como la langosta, y que guisando al pueblo ya monárquicamente, ya a la republicana, le dejan perecer de hambre, apoderándose ellos, así que otros han derrocado al que mandaba, de la tajada de los empleos.



La sinceridad del gallo con respecto al desempleo es de admirar; nadie hay más prójimo de sí mismo que uno mismo…:

Olvida aquella sublime máxima: no quieras para otro lo que no quieras para ti; porque yo no quisiera que el empleo que me correspondiese por merecimiento, me lo quitaran a mí para dárselo a quien no lo merezca; pero quiero que con estas mismas circunstancias  se lo quiten a otro y me lo den a mí que prójimo por prójimo, nadie más prójimo mío que yo mismo, y siempre yo.



Lo que dice el gallo a continuación ¿es realmente un consejo para los políticos o una advertencia para el pueblo? Juzguen ustedes…:
Siempre que anheles subir al poder, halaga al pueblo proclamando sus derechos, porque él será el escalón único que te coloque donde deseas; pero cuando hayas conseguido tus fines arrincónale como se arrinconan los andamios después de concluido el edificio, pues tu pueblo no es más que una máquina que se mueve a merced del último que le toca.





En la política, el medrar y el tener honor son completamente incompatibles a los ojos del gallo pitagórico:

Si quieres medrar, echa la vergüenza a la espalda, y arroja de tu corazón el honor como una carga que te impide caminar por el sendero de los destinos; y si el que está en el poder exigiere de ti los más bajos servicios, obedece solícito, que muchos de los que ves figurar han desempeñado el mismo cargo para conseguir los empleos que tú envidias.



El gallo propone como carrera de futuro la licenciatura del equilibrismo político utilizando como contrapeso el erario nacional:

Si quieres que te reciban con aprecio en la sociedad, en vez de estudiar filosofía y leyes, estudia el arte de no perder el equilibrio en política, siendo siempre tu contrapeso el erario nacional, cuya plata la colocarás en el bolsillo izquierdo y el derecho, para nivelar e! peso y quedar siempre de pies.



Que estén atentas las sanguijuelas del erario público porque pueden seguir vampirizando a la nación ya que la horca solo se hizo para los ladrones pequeños, no para los grandes:

Si alguna vez logras mirarte en el poder, no olvides que la fortuna es calva, y que al fin se te escapará de las manos; para que antes que tal suceda, te pegues al pecho de la patria que es el erario, y chupes sin descanso cuanto puedas; que aunque después te llamen ladrón por detrás, te elogiarán por delante, y nadie te ahorcará, pues la horca aunque se hizo para los ladrones, no fue para los grandes sino para los chicos.



Después de criticar todo lo criticable desde el punto de vista político, el gallo llega al capítulo 7º. Buen momento para que se moje las plumas desvelándonos qué sistema de gobierno es el mejor. Me permito solicitar la mayor atención al lector sobre la respuesta de nuestro gallo porque a pesar de sus más de 150 años de antigüedad, es lo más actual y cuerdo que se puede proyectar a los últimos tiempos de nuestro querido país:

_ Y a vos, señor gallo, ¿qué sistema de gobierno os parece el mejor?

Cuando los gobernantes aman su patria, todos; cuando tratan de engordar sus bolsillos, ninguno; aunque para los aspirantes todos son iguales; o mejor dicho, el único bueno para ellos, es aquel en que han logrado servir a la patria percibiendo de ella un buen sueldo por no hacer nada. Mas si algún día viendo que el ser hombre de bien, solo te trae, como sucede siempre, persecuciones, miseria y hambres, aprende de memoria las máximas que cada uno de los patrioteros sigue, porque ellas son las únicas que acatan todos aquellos que quieren vivir a expensas de sus conciudadanos, sean de la opinión política que fueren, que yo voy a tratar de darte a conocer lo que son todos esos falsos políticos.

Os escucho, señor gallo, con la atención que un tierno amante suele oír las palabras de amor de una hermosa.




Le toca el turno a lo que nuestro gallo llama empleomanía, entiéndase por nepotismo, es decir, el favorecer a alguien  -especialmente de la familia-  para que ocupe puestos públicos, remunerados con dinero público y sin que se haga público…También muy actual…:

   (SOBRE LOS EXALTADOS)
_ ¡Ay, amigo mío! los falsos patriotas que abundan en todos los partidos, no son más que sanguijuelas del erario nacional: la empleomanía está tan en moda en todo el mundo, que ya es una epidemia mil veces peor que el cólera morbo, que aflige al cuerpo social; sí, la empleomanía, como dice un periódico oficial titulado el Progreso, es la sarna de la sociedad. Una nube de pretendientes envuelve a los gobernantes durante su permanencia en el poder: por todas partes tropiezan con hombres que los acechan con el sombrero en una mano y el memorial en la otra. (…) son infinitos los parásitos del erario; son infinitos los vampiros del pueblo.
—Es mucha verdad; para poder contentar a todos, sería preciso que respecto a empleos, se reprodujera diariamente el milagro de los panes y de los peces; pues todo aquel que solicita y no alcanza, se convierte en enemigo del gobierno.
Sí; pero sería necesario también que, para poder complacer a todos, se reprodujera el mismo milagro respecto al tesoro público.



Nuestro gallo tiene muy claro lo que es un hipócrita político: el que defiende al clero y a la Iglesia pero toman de ellos lo que puede, el defensor de adorar únicamente a Dios pero doblándose de rodillas ante los poderosos para conseguir beneficio propio, el que critica el despilfarre de otros gobiernos pero él aniquila el erario nacional a la vez que arruina al pueblo recargándole de contribuciones. Esto último, lector, me ha llegado al alma, quizás también pitagórica, como la de nuestro gallo. Óiganle, que no lo digo yo, lo dice él:

        (SOBRE LOS CONSERVADORES)
El que trata de no arriesgar el todo por el todo, y prefiere una vida patriarcal y libre de zozobras, a una de agitaciones que, aunque puede producir más si es favorable la fortuna, puede, si es contraria, dejarle en la misma miseria de que anhela salir, filiese en el partido Conservador, esto es, hágase hipócrita político; y aunque sea más hereje que Calvino, predique la observancia del Evangelio, defienda al clero y los bienes de la iglesia, a la vez que de de uno y otra coge lo que puede; diga que en las escamas de los peces de cierta iglesia, se ha aparecido la imagen de la Madre de Dios, aunque no lo crean. (…) la gente devota a quienes engaña, le prestan su protección y le tienen por un santo. El hipócrita político, esto es, el conservador, aun cuando la fortuna le sea contraria, siempre tendrá seguros, torta, vestido y casa; y si sabe hacer bien la barba á las monjas y á los guardianes, fácil le será llegar a mayordomo de monjas, donde se puede meter la mano hasta el codo sin que se note falta alguna en las arcas.

—Excelente partido para asegurar un porvenir descansado.

_(…) Predica honor, y se humilla ante el poderoso: proclama la verdad, y adula e inciensa a los que mandan: dice que a Dios únicamente se debe adorar, y dobla la rodilla ante los hombres cubiertos de falso oropel, casi divinizándolos en sus escritos: asegura que todo lo del mundo es falible, y ataca sin compasión a los que osan hacer alguna advertencia a los que reconoce por señores: llama pompa vana a todo lo del mundo, y se arrastra por el suelo para conseguir un título de nobleza, una cruz de alguna orden, y plumas y mantos de caballero; habla contra los despilfarres da otros gobiernos, y él aniquila el erario nacional, pegándose al pecho de la patria y chupándola sin compasión, a la vez que arruina a los pueblos recargándoles de contribuciones.

Ya veo que todos los partidos tienen en su seno hijos que les hacen más daño que si fueran realmente de otra opinión: hombres que solo tratan de vivir a expensas de los buenos, y que no tienen más patria que su bolsillo.





     ¿Y qué les parecería vivir a expensas de la raza entera de Adán?  Nuestro gallo pitagórico les da la fórmula magistral a todos aquellos que opten por la vía política:

   (SOBRE LOS MODERADOS)
El que sin tener opinión ninguna trata de quedar siempre guardando el equilibrio y sin caer jamás sino de pies, se hace moderado y se coloca en el justo medio; esto es, en el alambre de la maroma política, desde donde con una mano agarra al conservador para ver lo que de este coge, y con la otra se afianza de los exaltados para ver lo que pesca, sin declararse enemigo de nadie. (…) Así logra sin ruido y sin estrépito, y sin llamar la atención de envidiosos, ir subiendo de puesto en puesto, de empleo en empleo, y de destino en destino, viviendo en armonía con todos los partidos, y chupando constantemente  del erario nacional; pues así logra que pase por patriotismo y política, lo que no es más que un refinado egoísmo. Eso se llama estar al sol que más calienta: ser amigo de todos y de ninguno, y vivir a expensas de la raza entera de Adán. (…)



El gallo filosófico no quiere que nos perdamos en divagaciones así que llega a unas conclusiones sobre lo expuesto: la doctrina del adular es la panacea:

-¿Quiere decir que todos los hombres son lo mismo?

- Sí. (…) Para medrar saben muy bien, tanto aspirantes, exaltados, conservadores, monarquistas como moderados, que es preciso, ante todas cosas, ser adulador, y hacer la barba a los superiores; pues de esta manera se llega de un simple criado a un amigo, del amo; de galopín a camarista; de portador de esquelas, a secretario de ministro y de lego a mayordomo.

- ¡Excelente doctrina! 





Por último, lanza su más preciado quiquiriquí: la libertad del pueblo y del individuo para poder alcanzar la felicidad:

—Por lo que veo, señor gallo, vos no sois de ningún partido, pues de todos habláis mal. (…)

—Yo pertenezco al partido liberal.

— ¡Al partido liberal!

—Sí; al partido liberal; porque la libertad es la garantía de todo ciudadano, y la valla que contiene los desmanes del que manda: la libertad da al hombre todos los derechos que el Hacedor le dio al criarlo, y que los tiranos por tanto tiempo se los usurparon, condenando al hombre a ser esclavo de los caprichos del trono; la libertad defiende al honrado ciudadano de la injusticia del poderoso, y condena al malvado, aun cuando pertenezca a la clase mas distinguida; porque la libertad le concede a cada hombre el derecho de pedir justicia, haciéndole, ante la ley, igual en un todo el mayor de la tierra: una nación sin libertad jamás será feliz.


Estas bellas y últimas palabras del gallo pitagórico se me antojan como el antídoto de muchos males que se suceden día tras día después de cada quiquiriquí matutino que ya ni tan siquiera oímos o queremos oír. No hablo exactamente de política. Hablo de libertad.




domingo, 4 de noviembre de 2012

MI ÚLTIMO ADIÓS A AGUSTÍN GARCÍA CALVO



Agustín García Calvo

Tantas cosas me han ido saliendo, a las márgenes de la poesía literaria, de la gramática escolar, de la ciencia o filosofía, por debajo de mi persona... Contra el imperio del Futuro, contra la muerte... No sé qué podrán seguir haciendo esas cosas entre la gente viva: si al menos siguen encontrando a algunos que descubran en ellas lo común, lo que ellos, sin creérselo, sentían y pensaban...

Agustín García Calvo, www.editoriallucina.es



MI ÚLTIMO ADIÓS A AGUSTÍN GARCÍA CALVO


El pasado 1 de noviembre, día de los difuntos, falleció el zamorano Agustín García Calvo en su ciudad natal, Zamora. Casualmente me encontraba allí pasando el puente de Todos los Santos, lo cual me permitió decirle un adiós más cercano a esta figura tan relevante para la cultura y la libertad de nuestro país. Un adiós más, aunque el último, que se podría sumar a otros adioses que he intercambiado con Agustín al compartir esa misma calle tan emblemática de nuestra ciudad por la que tantas veces nuestros pasos se han encontrado. La cultura y la libertad de nuestro país, que siempre defendió, se quedan viudas, como esa Rúa de los Notarios por la que se seguirán oyendo tus pasos tatuados en esas frías piedras.
Mi último adiós, Agustín.


 Agustín García Calvo


Escritor español, poeta, filólogo, filósofo, traductor, el tres veces Premio Nacional -Ensayo 1990, Literatura Dramática 1999 y Traducción al conjunto de su obra 2006-, además de letrista del "Himno de la Comunidad de Madrid" y ex catedrático, nació el 15 de octubre de 1926 en Zamora (Castilla y León).
La rebeldía contra lo oficial siempre ha caracterizado a este intelectual, que se doctoró en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca con la tesis "Prosodia y métrica antiguas" y fue catedrático de instituto y profesor de Latín en dicha Universidad, en la que ingresó como profesor adjunto en 1953. Posteriormente obtuvo la cátedra de Filología Latina en la Universidad de Sevilla, donde ejerció la docencia cinco años, hasta su traslado a la Universidad Complutense de Madrid, en 1964.

Fue uno de los tres catedráticos perseguidos por el régimen franquista, junto a Enrique Tierno Galván y José Luis López-Aranguren. Debido a las revueltas estudiantiles de febrero de 1965, en las que García Calvo participó en favor de la democracia, fue expulsado por decisión gubernativa y apartado de la cátedra.
En 1969 comenzó en París un exilio voluntario de siete años, durante los cuales compaginó literatura y docencia en las Universidades de Nanterre y Lille.
Tras la anulación, en 1976, de la sanción que pesaba en su contra desde 1965, García Calvo volvió a España, se reincorporó en la Complutense a la cátedra de Filología Latina, en la que permaneció hasta su jubilación (1992), y siguió su actividad en coloquios, conferencias, tertulias literarias, como las del Ateneo o el Círculo de Bellas Artes de Madrid, artículos de prensa y colaboraciones para el Teatro madrileño de La Abadía.

Defensor de la esencia del lenguaje popular y detractor del utilizado en los medios de comunicación, especialmente la televisión, como gramático ha hecho importantes aportaciones a la lingüística general, la prehistórica o indoeuropea, la grecolatina y la contemporánea. Expuso su teoría general del lenguaje en una trilogía: "Del lenguaje" (1983), "De la construcción (Del lenguaje II)", ambos libros editados en los años ochenta, y "Del aparato (Del lenguaje III)" (1999), así como en el volumen "Hablando de lo que habla: "Estudios de lenguaje", Premio Nacional de Ensayo de 1990. En 2009 publicó otra trilogía, "Elementos gramaticales", a modo de libro de texto para escolares.
Integró el Círculo Lingüístico de Madrid, junto con Rafael Sánchez Ferlosio y Carlos Piera. A finales de la década de los 80 y en los dos primeros años noventa impulsó el proyecto de la Escuela de Lingüística, Lógica y Artes del Lenguaje entre, una apuesta educativa antisistema y multidisciplinar que combatía la manipulación de conciencias y en la que gramática, matemáticas y música iban de la mano, no separadas.

Con obras publicadas en diversas editoriales, incluida sus propias Lumia y Lucina, la producción literaria de García Calvo abarca la novela, el ensayo, el teatro y, sobre todo, la poesía. A este último género pertenecen los títulos "Sermón del ser y no ser" (1972), "Canciones y soliloquios" (1976), "Libro de conjuros" (1979), "Relatos de amor" (1980), "Valorio 42 veces" (1984) y "Ramo de romances y baladas" (1992).
Entre sus más conocidos ensayos figuran, aparte del reconocido, con el Premio Nacional, "Lalia" (1973), "¿Qué es el Estado?" (1977), "Lecturas presocráticas I y II" (1981 y1985), "Contra el tiempo" (1993), "De Dios" (1996) y "Contra la realidad" (1997).
Dentro de la narrativa destacan "Eso y ella, seis cuentos y una charla" (1987); "¿Qué coños?, cinco cuentos y una charla" (1990); y "Entre sus faldas. Tres cuentos y veintiséis mensajes electrónicos" (2000).
Es autor de obras teatrales como "Iliu Persis" (1976), "Ismena" (1980) y "La baraja del rey Don Pedro" (1999). Por esta última recibió el Premio Nacional de Literatura Dramática en 1999.
Ha publicado artículos muy críticos con la sociedad actual, como "Contra la familia", "Contra la pareja", "Contra la paz", "Contra la democracia", "Análisis de la sociedad del bienestar", "Noticias desde abajo" o "Que no, que no".
Como traductor ha trabajado textos de Shakespeare ("Sueño de una noche de verano", "Macbeth" o "Edipo Rey") y otros del latín y el griego, como "Los carboneros", de Aristófanes, cuya versión fue llevada a escena en 1981.

Fuente: www.la razón.es 


Agustín García Calvo


LAS MORAS NEGRAS

Creí que buscaba
las moras negras,
y encontré la rosa de zarza.

Creí que cogía
la rosa blanca,
y se hincó la espina en mis venas.

Creí que saldría
clavel caliente,
y brotó un arroyo de leche.

Creí que el arroyo
se hundía en tierra,
y fluyó al Océano verde.

Creí que era aquello
el verde Océano,
y era el río eterno de estrellas.

Creí que hallaría,
cruzando el cielo,
al Señor del todo y la nada.

Y sólo encontré
puñado de moras
que de amor en mi mano sangraban.

Agustín García Calvo

domingo, 28 de octubre de 2012

VIAJE POR LA NOCHE DE DIFUNTOS



Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos, comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales.

Miguel Delibes


Abríguense esta noche  de noviembre los que osen salir de su segura morada. Hará frío de ánimas capaz de helar al mismo fuego. Es la noche de Ellos, de aquellos que vuelven al mundo embozados en la oscuridad de los siglos. No somos nosotros quienes los visitamos en sus cementerios, son Ellos quienes nos vienen a visitar y penar, para dejarnos una sombra de condolencia encima de nuestras tumbas de vida.

Los que opten por permanecer en sus hogares, acérquense al fuego que siente los crujidos de esas pisadas cercanas, y escuchen la voz pausada de la literatura que se acercó al temblor de esas ánimas.

Feliz viaje  -y retorno-  para ambos.




Gustavo Adolfo Bécquer


Nuestra primera parada: Soria. Románticos decimonónicos, bien comprendieron de lo que hablamos. Gustavo Adolfo Bécquer, en su leyenda “El Monte de las ánimas” transcribió cada uno de los lacerantes latidos que sentirán al encontrarse solos la Noche de Difuntos en este monte de Soria frente a la ambición de ánimas de terribles monjes templarios e hidalgos:



      La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria. (…)

     La noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las Ánimas. (…)

     Ese monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como solos la conquistaron.

    Entre los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como llamaban a sus enemigos.

     Cundió la voz del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse.

     Desde entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la noche. (…)




José Zorrilla


El mito del día de Todos los Santos se hace realidad con otro romántico, José Zorrilla, y su Don Juan Tenorio. Nos vamos a Sevilla. Tiemblen los burladores de mujeres, provocadores de hombres y retadores de dioses. Aquellos a los que escarnecieron y asesinaron regresarán de su morada eterna para venir a convidarlos a un festín mortal:



ESTATUA.
 Aquí me tienes, don Juan,
y he aquí que vienen conmigo
los que tu eterno castigo
de Dios reclamando están.

DON JUAN:
¡Jesús!

ESTATUA:
¿Y de qué te alteras,
si nada hay que a ti te asombre,
y para hacerte eres hombre
plato con sus calaveras?

DON JUAN:
 ¡Ay de mí!
(…)

ESTATUA:
 Aprovéchale con tiento,
(Tocan a muerto.)
porque el plazo va a expirar,
y las campana doblando
por ti están, y están cavando
la fosa en que te han de echar.
(Se oye a lo lejos el oficio de difuntos.)

DON JUAN:
¿Conque por mí doblan?

ESTATUA:
Sí.

DON JUAN:
¿Y esos cantos funerales?

ESTATUA:
 Los salmos penitenciales,
que están cantando por ti.
(Se ve pasar por la izquierda luz de hachones, y rezan dentro.)

DON JUAN:
 ¿Y aquel entierro que pasa?

ESTATUA:
Es el tuyo.

DON JUAN:
 ¡Muerto yo!





Mariano José de Larra


Paremos en la capital del reino, Madrid. El último romántico español que nos acompaña en este viaje durante esta fría noche es Mariano José de Larra. Se unió muy pronto a esta comitiva de ánimas, a sus 28 años, tal y como se intuía en un artículo de costumbres titulado “El día de difuntos de 1836” que escribió tres meses antes de suicidarse:


Hoy, día de difuntos de 1836, (…)

Un sonido lúgubre y monótono, semejante al ruido de los partes, vino a sacudir mi entorpecida existencia.
-¡Día de difuntos!- exclamé.  (…)

Dirigíanse las gentes por las calles en gran número y larga procesión, serpenteando de unas en otras como largas culebras de infinitos colores: ¡al cementerio, al cementerio! ¡Y para eso salían de las puertas de Madrid!
Vamos claros, dije yo para mí, ¿dónde está el cementerio? ¿Fuera o dentro? Un vértigo espantoso se apoderó de mí, y comencé a ver claro. El cementerio está dentro de Madrid. Madrid es el cementerio. Pero vasto cementerio donde cada casa es el nicho de una familia, cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de una esperanza o de un deseo (…)

¿Os movéis para ver muertos? (…) ¡Miraos, insensatos, a vosotros mismos, y en vuestra frente veréis vuestro propio epitafio! ¿Vais a ver a vuestros padres y a vuestros abuelos, cuando vosotros sois los muertos? Ellos viven, porque ellos tienen paz; ellos tienen libertad, la única posible sobre la tierra, la que da la muerte; ellos no pagan contribuciones que no tienen; ellos no serán alistados, ni movilizados; ellos no son presos ni denunciados; ellos, en fin, no gimen bajo la jurisdicción del celador del cuartel; ellos son los únicos que gozan de la libertad de imprenta, porque ellos hablan al mundo. Hablan en voz bien alta y que ningún jurado se atrevería a encausar y a condenar. Ellos, en fin, no reconocen más que una ley, la imperiosa ley de la Naturaleza que allí los puso, y ésa la obedecen. (…)





Juan Ramón Jiménez


Incluso los versos de los poetas tañen a muerto. Las campanas del amor han enmudecido. Nos acercamos a Huelva. La hipersensibilidad del de Moguer, Juan Ramón Jiménez, le hace desear ser un ánima más vagando por esas calles iluminadas por la luna llena de la Noche de todos los Santos en su poema “Viento negro, luna blanca”:




Viento negro, luna blanca.
Noche de Todos los Santos.
Frío. Las campanas todas
de la tierra están doblando.
   El cielo, duro. Y su fondo
da un azul iluminado
de abajo, al romanticismo
de los secos campanarios.
   Faroles, flores, coronas
– ¡campanas que están doblando! –
...Viento largo, luna grande,
noche de Todos los Santos.
...Yo voy muerto, por la luz
agria de las calles; llamo
con todo el cuerpo a la vida;
quiero que me quieran; hablo
a todos los que me han hecho
mudo, y hablo sollozando,
roja de amor esta sangre
desdeñosa de mis labios.
   ¡Y quiero ser otro, y quiero
tener corazón, y brazos
infinitos, y sonrisas
inmensas, para los llantos
aquellos que dieron lágrimas
por mi culpa!
                    ...Pero, ¿acaso
puede hablar de sus rosales
un corazón sepulcrado?
   – ¡Corazón, estás bien muerto!
¡Mañana es tu aniversario! –
   Sentimentalismo, frío.
La ciudad está doblando.
Luna blanca, viento negro.
Noche de Todos los Santos.





Miguel de Unamuno


Seguimos el viaje por esos cementerios castellanos austeros de barro y campo.  Nos detenemos en Salamanca. El silencio de los difuntos es violado por las risas y lloros de los vivos tal y como denuncia  el vehemente Miguel de Unamuno en su poema “En un cementerio de lugar castellano”.  No osen hacerlo. Su alma no fue de poeta pero sí supo captar ese sentimiento trágico de la vida… y de la muerte:




Corral de muertos, entre pobres tapias,
hechas también de barro,
pobre corral donde la hoz no siega,
sólo una cruz, en el desierto campo
señala tu destino.
(…)
Cerca de ti el camino de los vivos,
no como tú, con tapias, no cercado,
por donde van y vienen,
ya riendo o llorando,
¡rompiendo con sus risas o sus lloros
el silencio inmortal de tu cercado!
(…)





Edgar Allan Poe


Crucemos el Atlántico. Los románticos estadounidenses también sintieron a los espíritus de la muerte, y mejor que nadie, Edgar Allan Poe, en su poema “Espíritus de la noche”. Estos os buscarán si estáis vivos u os acompañarán si estáis muertos. Tienen una cita en la tumba de piedra gris:




Tu alma, en la tumba de piedra gris,
estará a solas con sus tristes pensamientos.
Ningún ser humano te espiará
a la hora de tu secreto.
¡Permanece callado en esa soledad!
No estás completamente abandonado:
los espíritus de la muerte, en la vida te buscan
y en la muerte te rodean. (…)





Juan Rulfo


Y desde América del Norte nos dirigimos a la Central, a Méjico, a visitar a Juan Rulfo y a su novela “Pedro Páramo”. ¿Qué ocurre si entramos esta noche en el pueblo de Comala? Lo encontraremos vacío de vivos y repleto de ánimas en pena vagando por sus calles. Comala es un cementerio vivo, ¿se atreven?:





Lo que acontece es que se la pasan encerrados. De día no sé qué harán; pero las noches se las pasan en su encierro. Aquí esas horas están llenas de espantos. Si usted viera el gentío de ánimas que andan sueltas por la calle. En cuanto oscurece comienzan a salir, y a nadie le gusta verlas. Son tantas, y nosotros tan poquitos, que ya ni la lucha le hacemos para rezar porque salgan de sus penas. No ajustarían nuestras oraciones para todos. Si acaso les tocaría un pedazo de Padrenuestro.






Wenceslao Fernández Flórez


Regresemos de América y desembarquemos en la mítica y mágica Galicia. Introduzcámonos esta noche en “El bosque animado” de Wenceslao Fernández Flórez. Con toda seguridad nos saldrá al paso el labrador Xan de Malvís, convertido en el bandido “Fendetestas” y su peor sueño, Fiz de Cotovelo, ánima en pena que vaga por el bosque y que se animará a seguir a la Santa Compaña de ánimas difuntas. ¿Nos unimos al grupo?:



Cierta noche, sentados sobre el pico más alto de las rocas, vieron marchar por la negra lejanía una serie de puntitos de luz que avanzaban de oriente a occidente, uno tras otro, conservando siempre una distancia igual entre sí. Fendetestas se levantó sobresaltado.

—Así Dios me salve como es la Santa Compaña.
—Es —asintió el fantasma naturalmente, sin inmutarse.
—Viene hacia aquí.
—No. Va hacia el mar.

Xan de Malvís volvió a sentarse. Acababa de ocurrírsele una idea.
— ¿Es cierto que no hay obstáculo para ella, que signe siempre en derechura, sobre los montes y sobre los barrancos y sobre el agua…?
—Sí.
— ¿Y hasta podrá dar la vuelta al mundo?

El fantasma alzó los hombros con desdén.
—Claro que puede.
—Pues si ésos van hacia el mar —siguió intencionadamente Fendetestas—, todo por ahí, siguiendo en línea recta, a donde llegará no es otro sitio que las Américas. Por ahí se van también los vapores. El espectro calló.
—Ahora es la zafra en Cuba —continuó Malvís—. Buena ocasión de ver aquello. Se trabajará de firme en los campos de caña y habrá allí muchos hombres ganando buenos jornales. No digo yo que quisiera ser uno de ellos, pero me gustaría verlo si pudiese y no me hicieran pagar el viaje.
—Sí, Malvís —reconoció el ánima en pena, con una rara excitación—. Debe de ser un buen espectáculo.
—Sobre todo, verlo, Cotoveliño; haber estado allí… Porque, mira, no haber ido a San Andrés de Teixido…, bueno…, no está bien; pero hay mucha gente que no fue y no siente vergüenza. Pero… ser de la tierra y no conocer América, Cotovelo…
—Es verdad, es.
—No poder contar nunca: «Cuando yo estuve en Cienfuegos…» Los pobres que nunca logramos ir no somos nadie. Ahí tienes unos compañeros tuyos que van para allá. ¿Qué te iban a decir si te unieses a ellos? Seguramente…

Pero no hizo falta que continuase. El secular afán emigratorio, reforzado por el también secular afán de no pagar el pasaje, habló en el alma del campesino difunto. Erguido, lúgubre, el fantasma de Fiz Cotovelo se alejaba ya, como empujado por el viento, hacia la negra lejanía.


Buena Noche de Difuntos a todas las ánimas literarias mencionadas que han vagado hoy por este Espejo. Espero que su presencia no haya causado pavor sino placer a todos los que se hayan animado a viajar con su imaginación por esta noche, en la que el vivo se aleja de la muerte y el difunto recupera la vida.

Que la noche les sea propicia.







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