domingo, 27 de junio de 2010

Mario Benedetti. Corazón Coraza

Este conocido poema del fallecido Mario Benedetti es un grito amable y valiente a la aventura del corazón. Es una apuesta incondicional por la lucha de conseguir lo que se ama. Es una batalla por horadar alguna parte de esa coraza que todos usamos a veces, para que se filtre por alguna grieta un hálito de luz. Es la mano suave que con caricias convierte en seda el más frío y duro acero, es la fuerza de un corazón imantado que busca su polo opuesto...
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.




domingo, 20 de junio de 2010

DESDE EL ALFA AL OMEGA

Fotografía: http://www.flickr.com



Hoy me quiero sumergir desnuda de sedas en la página de estas letras, en el mar de angulosos párrafos, ondulados por olas de líneas que dibujan espumas negras. Y navegar en el velero de alfabetos, desde el alfa al omega. Llegar a la Torre de Babel es mi Ítaca.

Siento en mi suave piel el áspero roce de unas hojas con islas de palabras, cuartillas que se empapan de lágrimas de poros. Y mientras escribo navego. Y mientras navego me escribo yo misma. Tormenta de versos sin fin que refresca con agua torrencial el bochorno de los surcos de mi frente. Y la oigo fluir, y la siento derramarse entre mi piel.

Jamás vino pura, ni vestida de inocencia, nunca fue reina fastuosa de tesoros, vino desnuda, desnuda toda, solo ataviada por transparencias de prosas; prosa poética, acaricias con la libertad del horizonte el silencio lánguido de la poesía, la consuelas de su esclavitud de acerados ritmos. Rimas con besos sus versos, liberas con tus mil llaves maestras cofres de rimas ocultos en el fondo de mares y mareas.

Tu cuerpo moldeado por renglones no es tan sinuoso como el de tu hermana la poesía, pero tus dedos abarcan lo inabarcable, tu lengua delata con directa sinceridad lo que los versos esconden tropezando con el hipérbaton de piedra, con encabalgamientos abruptos poseyendo montañas vírgenes.

Prosa franca, poesía artificiosa, ambas os amáis como la noche al día, como el beso a los labios, como la caricia a la piel palpitante. Os diferenciáis tanto como os necesitáis. En el vuelo de sueños de tintas engendrasteis inevitablemente a la heredera de este afecto: a la prosa poética, testigo del intermedio de vuestras vidas.

Y me sumerjo en sus cálidas aguas, y me dejo acariciar por mil alfabetos, y rimo sin rimar en oscuros pasadizos que desembocan en luces de soles aún sin extinguir. Y me lleno de ella, y me posee. Y no hay escapatoria posible, y ya no quiero escapar de sus estremecimientos cobijados en las dunas de mi cuerpo, moldeadas por caprichosos céfiros y ábregos que se subyugan en la rosa de los vientos de mi ombligo. Y comienza de nuevo la seducción desde el alfa al omega.

miércoles, 16 de junio de 2010

Konstantínos Kavafis. Ítaca


Fotografía: http://flickr.com/

Poema archiconocido de Kavafis pero que siempre apetece releer y recordar ya que es un bálsamo placentero en los ocasos del día. Es una ruta hechizada que siempre apetece tomar a pesar de las zancadillas de Poseidón. Es un incienso relajante para esos instantes perdidos en la antesala de la noche. Que lo “redisfruten”…

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.


jueves, 10 de junio de 2010

RASO RASGADO

Fotografía: Via – http://www.flickr.com

Sintió en la punta de los dedos de las manos el frío de la escarcha del exterior. Le dolían aunque no tanto como su corazón palpitante de miedo. No era capaz de discernir si el dolor que coronaba las yemas de sus dedos era fruto de la cruel helada que debía estar cayendo encima de él o del furor de arañar desesperadamente el raso negro que forraba la tartana del último viaje. Viajaba en primera clase al invierno de las nieves que abrasan.

Sólo recordaba que se durmió en el sueño de las mil y una noches, y cuando despertó se encontró en el cuento de la oscuridad que no habla, que acecha esperando con sudorosa paciencia el último desenlace. No podía ver las estrellas pero dentro del pulido ataúd miles de fantasmas de luciérnagas lanzaban carcajadas de luces de colores. Sabía lo que había pasado, sabía que podía pasar, sabía que le había pasado a él. Sabía lo que sólo saben los que ven la llama de la vela extinguirse en una pulgada de cera azabache. Y deseó ver por última vez la luz de la luna que cubriría con un crespón de plata la losa blanca de su prisión.

No quiso moverse, prefería no despertar al alma para que no llorase. Optó por imaginar las bellas flores de arcos iris que cubrirían con caricias de consuelo su nombre en la lápida, flores con las horas contadas como él, flores que se ajarían con la marcha fúnebre del tiempo. Podía olerlas, podía ver sus tallos sangrando, podía oír sus lamentos de vidas sesgadas. Y recordó cuando siendo niño rodaba feliz por la pendiente de fresca hierba, en una vorágine de cielo y campo dando vueltas sobre sí mismo mientras giraba por la ladera, sin importarle donde conduciría ese viaje suicida de la infancia. Cometas de flores, piedras, y nubes se mezclaban en un cielo surrealista. Ahora veía lo mismo, pero en la profundidad húmeda de la oscuridad que gime.

Percibió que el aire había preferido mecer las ramas de los cipreses del cementerio. Huía lentamente abandonándole en la orfandad de lo decrépito. La asfixia de lo que no se comprende se posó sobre su corazón como mariposa que no puede salir de su crisálida. Y oyó las risas del niño volteando en la hierba, oyó el crujido de minúsculos seres carnívoros horadando su armadura de madera.

Y la vela sedienta de oxígeno de ríos se extinguió en el silencio del sueño infinito.

viernes, 4 de junio de 2010

LOTÓFAGOS


Fotografía: Jean http://www.picasaweb

Soneto II

A la costa de Citera arribaron
Ulises y los suyos, contemplando
el país de lotófagos; libando
dulce néctar, el pasado olvidaron.

Felicidad y placer deleitaron,
con la flor de loto iban viajando
al abismo del olvido; soñando,
los recuerdos y memoria enterraron.

Guardad las rosas frescas del pasado
en jardines vivos y memorables,
mas de sus espinas y su legado

enterradlas entre lotos afables,
comed de su dulce fruto hechizado…
desterraréis heridas imborrables.
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