lunes, 29 de abril de 2013

CLAMANDO Y RECLAMANDO



CLAMANDO Y RECLAMANDO

(Diálogos Daltónicos II)


-          - Buenos días.
-         -  Buenos días.  Dígame…
-         - Verá, quisiera hablar con el Director del Banco.
-          - ¿Cuál es su nombre?
-         -  Fulanito Perroflauta.
-          - Ya… verá, el Director en estos momentos no le puede atender ni ayudar. Está ocupado.
-          - Ya… bien, en ese caso, entonces,  yo tampoco les puedo atender ni ayudar. ¿Podría ser tan amable de dar de baja mis cuentas y todas las tarjetas en este Banco?
-         -  ¿Cerrar sus cuentas? Verá caballero…
-          - Por supuesto que también la domiciliación de mi nómina, hipoteca  y la de todos mis recibos…
-          - Caballero,  ¿cuál es la causa de…?
-         -  ¡Ah! Y del Plan de Pensiones, y de los Fondos de Inversión…tres en total… Le indico el número para facilitarle el trabajo, ¿sabe?
-          - Vamos a ver caballero, un momento de tranquilidad. ¿Sería tan amable de indicarme las causas de este descontento con nuestra entidad bancaria?
-      -    … Por cierto, también dé de baja todas las cuentas de mi esposa, nómina e inversiones. Creo que le voy a dar mucho trabajo… siempre ha sido muy ahorradora…
-          - Caballero, haremos una cosa si usted lo tiene a bien. Informaré al Director y en un instante le recibirá en su despacho.
-          - ¿No me ha dicho usted que estaba ocupado? No, no le moleste usted, por Dios, no vaya a perder por mi culpa alguna transacción económica importante…
-          - No es una molestia, caballero. Si es usted tan amable de esperar tres segundos, el Director inmediatamente le recibirá…

(Tres segundos exactos)

-          - Buenos días, caballero. (Estrechamiento de mano efusivo) Soy el Director. Pase, pase a mi despacho, si es tan amable. No esté de pie, siéntese, siéntese, por favor. ¿En qué le puedo ayudar?
-         -  Bueno… creo que en nada. El compañero de Caja me ha dicho que no me puede ayudar, y yo no quisiera hacerle perder su valioso tiempo…
-          - Estos empleados… discúlpele, lo lamento. Usted, don Fulanito Perroflauta, es un gran cliente de este Banco como así atestiguan sus cuentas, usted tiene preferencia para ser atendido, por supuesto.
-          - Ya, ya… y hablando de preferencias… ¿No son un poco extrañas sus preferencias, señor director?
-         -  Uhmm… no sé a qué se refiere exactamente, caballero…
-          -Verá, a mis suegros, los dos pensionistas con retribución no contributiva, también los calificó hace unos meses de “Clientes Preferentes”, aquí, aquí mismo, en la misma silla en la que yo estoy sentado. ¡Qué ilusión les hizo, señor Director! Ellos, una pareja de ancianos que padeció el robo y miseria de la posguerra, que no eran nadie y que se pasaron toda su vida trabajando, y usted ahora los calificaba de ¡Clientes Preferentes! Les hizo muy felices, señor director. Dios le premie por tanta generosidad… Les invitó a depositar sus ahorros  -pocos, señor director, porque mi suegro ha estado siempre en una silla de ruedas y no han podido vivir “por encima de sus posibilidades”, ni tan siquiera yéndose a Benidorm con el IMSERSO-  , y, una vez depositados en su entidad financiera, han descubierto  -por la prensa-   que no van a poder disponer de ellos hasta que las ranas críen pelo. ¡Qué gran labor la de ustedes, los banqueros, que velan para que no se produzca el despilfarro de los ahorros de los jubilados y discapacitados! Ustedes les guardan a buen recaudo y para toda la vida sus míseros ahorros ¡no los vayan a derrochar bailando “Los pajaritos” en Salou! ¡Gran labor la suya!
-          - Verá usted… si el problema de retirar todas sus cuentas y las de su esposa, está en las Preferentes que adquirieron,  libremente, sus suegros… podríamos llegar a un acuerdo, caballero. Sería un caso excepcional, pero podríamos reingresarle lo invertido en las Preferentes en cuestión de días… A cambio, usted sería tan amable de seguir confiando sus estimables cuentas e inversiones a esta entidad bancaria que vela por…
-         - Pues no sé si será buena idea la que usted me ofrece… A mi suegro le gusta mucho el marisco ¡y mira que el médico ya se lo ha advertido! Por eso del colesterol… ya sabe usted. Y disponiendo de sus ahorros, a ver si ahora se zampa una mariscada y le da un ataque de gota, y va a ser peor el remedio que la enfermedad…
-         - Bueno, bueno… vamos a ver,  señor Fulanito Perroflauta... Mañana que se personen aquí sus suegros junto a usted y arreglaremos en confianza el tema de sus Preferentes en cuestión de minutos…
-          -Y hablando de confianza como usted dice, señor director…, porque ya tenemos confianza ¿verdad?
-          -  Por supuesto, por supuesto, caballero…
-          - Me podría decir ¿en qué invierten ustedes mi dinero, el de mi mujer, el del vecino del quinto o el del quiosquero de la esquina? Nosotros depositamos nuestros ahorros en su entidad bancaria y ustedes lo invierten en lo que desean sin preguntárnoslo y sin proporcionarnos ningún beneficio… ¡Qué gran negocio, señor director!
-          - Verá usted….
-          - Si le soy sincero, yo he venido esta mañana solo a hacerle esta pregunta. Ayer oí  que un Banco lo invertía en Empresas de Armamento y otro… en actividades muy poco legales. Y me dije yo: “Perroflauta, Perroflauta… no me gustaría que con tu dinero estuvieras contribuyendo a carreras armamentísticas que arrasan y asfixian a tantos a países tercermundistas…” Y no pude dormir, señor director, le juro que anoche no pegué ojo pensando en esto. Por eso me decidí a venir esta mañana y preguntarle ¿en qué invierte este Banco un dinero que yo le proporciono a interés cero, que le presto para hacerle engordar sus beneficios, y que, en algunos casos, ni devuelve  -como en el caso de las Preferentes-, por no citar lo que me cobran por realizar cualquier operación, transferencia o mantenimiento de cuentas y tarjetas, es decir, por prestárselo?
-          - Mire usted, la coyuntura económica de los Bancos…
-        -  ¿Coyuntura? ¡Coyunda! ¡Coyunda, más bien diría yo, señor director! Que en el castellano de mi pueblo es joder. Y como el refrán reza, “Joded y jodamos, que todos somos hermanos”, retiro mis generosas cuentas e inversiones de su lupanar. Y no sé yo si no acabarán entrando en voto de castidad, porque también las retirarán de su entidad bancaria en las sucursales de Bollullos de Arriba, de Abajo y de En medio, todos los vecinos, los afectados “preferentados” y los salvados “preferentantes”. Sin nuestro dinero, no hay coyunda. He dicho. Y como supongo que me cobrarán comisión por la  transferencia de mis cuentas a otro Banco, me van a dar mi capital en efectivo, billete tras billete… y a ser posible, en billetes de cinco…
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