domingo, 7 de septiembre de 2014

MANZANAS LITERARIAS: 4º MORDISCO


Fotografía: http://blocdejavier.files.wordpress.com


MANZANAS LITERARIAS:
CUARTO MORDISCO

BARROCO Y ROMANTICISMO


SIGLO XVII:

EL BARROCO

Como herencia del Renacimiento, tanto a las letras como a las ciencias les va a gustar por igual la jugosidad de las manzanas. El cuarto mordisco tendrá sabor a leyes sobre la gravedad, a belleza, a amor, a mujer y, no podía faltar, a aroma de pecado. Estaremos ante las colosales plumas del Barroco cuya caligrafía escribirá leyes físicas y versos líricos con la tinta de tiernas manzanas.

1     1)  La manzana de Isaac Newton


El gran físico británico, Isaac Newton, se había refugiado en 1665 en su casa de campo de Lincolnshire (Inglaterra), debido a la epidemia de peste bubónica que asolaba a Londres. Una tarde de verano, mientras descansaba bajo un manzano, un fruto del árbol cayó ¿sobre su cabeza? ¿En el suelo? Independientemente de la versión, Newton se dio cuenta de que tenía que existir “algo” que atrajese a la manzana hacia abajo y no hacia otro lado distinto. Estaba en la antesala de la famosa Ley de la gravedad, la cual consiguió explicar satisfactoriamente.



Fotografía: www.taringa.net

Observen que, de nuevo, nuestra manzana en manos de un hombre sigue teniendo connotaciones positivas. En este caso, conocimiento, ciencia o sabiduría.


1    2)  Las manzanas de Miguel de Cervantes

Vayamos al primer coloso de nuestro Siglo de Oro español, Miguel de Cervantes, hombre que le tocó vivir la estética y mundo del Barroco teniendo una sensibilidad renacentista tal y como se demuestra al observar que escribe géneros novelísticos de éxito en el siglo XVI pero obsoletos ya en el siglo XVII. Un ejemplo de ello es La Galatea, novela pastoril donde pastores idealizados se lamentan de sus amores. Escuchemos a Erastro en el primer libro de La Galatea:

Erastro
Dos hermosas manzanas coloradas,
que tales me semejan dos mejillas,
y el arco de dos cejas levantadas,
que el de Iris no llegó a sus maravillas.


Imagen: Víctor Moya Calvo

Nuestra manzana aplicada a la mujer sigue significando belleza corporal, esta vez identificada con las dos mejillas de Galatea. No introducimos nada novedoso, esta constante se repite a lo largo de los siglos.


1      3)  Las manzanas de Lope de Vega

El feroz enemigo de Cervantes fue el “Fénix de los ingenios”, Lope de Vega. Cruel en sus críticas con el autor de El Quijote, Lope también sucumbió al encanto de este bello fruto aludiendo al mito de “La manzana de la discordia” del que ya hablamos en el primer mordisco. Escúchenle en este soneto titulado Lo que hiciera Paris si viera a Juana:

Como si fuera cándida escultura
en lustroso marfil de Bonarrota,
a Paris pide Venus en pelota
la debida manzana a su hermosura.
(…)
pero el pastor a Venus la manzana
de oro le rinde, más galán que honesto,
aunque saliera su esperanza vana.

Pues cuarta diosa en el discorde puesto,
no sólo a ti te diera, hermosa Juana,
una manzana, pero todo un cesto.


BOUGUEREAU, William-Adolphe, The Birth of Venus

Para alabar la suma belleza de Juana, Lope de Vega no solo la compara con una diosa sino que le entregaría la manzana que coronaba a Venus como la más hermosa de todas las diosas. Y no le daría una sola sino que le entregaría todo el cesto. Nuestra manzana relacionada con la mujer  vuelve a adquirir la tonalidad amorosa, de belleza y, en este caso, de declaración de amor. Seguimos en la misma línea trazada hace meses.
Pero Lope de Vega no fue tan romántico con nuestra manzana como en el segundo ejemplo que les voy a ofrecer. Se trata de un soneto perteneciente a su Libro III, Rosarda. Escúchenle porque el significado que le va a otorgar a la manzana ya les recordará connotaciones que analizamos del Cristianismo e incluso de San Juan de la Cruz en el tercer mordisco:


La Esposa enferma, de su amor quejosa,
manzanas pide por remedio y flores,
y el alma con dulcísimos amores
en lo que ha de pedir está dudosa.

La enfermedad, no sólo peligrosa 
de Eva, sino de tantos sucesores,
a las manzanas mira, y por mejores
juzga las flores que pidió la Esposa.

Dos Evas tuvo el mundo: la primera
pidió manzanas, flores la segunda 
de la Vara que alzó del mundo el luto.

Virgen, en vuestro Fruto el alma espera:
Cristo es el fruto, y de esa Flor redunda:
sin Cristo no hay salud, sin flor no hay fruto.


Tiziano Vecellio di Gregorio

Aquí tienen de nuevo una versión de la manzana cristiana: pecado. También encontramos reminiscencias de San Juan de la Cruz en esa Esposa (el alma). Habrán comprobado que la manzana de la mujer, de Eva,  se identifica con ese pecado para toda la humanidad, contrastando con las flores del hombre (Cristo) identificadas con la salvación (salud).

Cerramos el período del Barroco con estos tres ejemplos significativos. Conviene aclarar que en el siguiente siglo, el XVIII, las mentes ilustradas estaban más entretenidas con su razón que con su corazón, por tanto, hacemos un paréntesis en este período donde las manzanas brillaron en los fruteros pero no en los versos. No obstante, el lector queda invitado a ofrecer, si es su deseo, un mordisco de alguna manzana literaria de este siglo porque la que escribe, no ha hallado ninguna en su búsqueda. Pasemos, entonces, al siglo XIX.


SIGLO XIX:

EL ROMANTICISMO

La razón imperante durante el siglo XVIII cedió su trono a la materia básica de la literatura, los sentimientos. Todo período deja paso siempre a su contrario. El Romanticismo va a ser ante todo corazón volcado en la búsqueda de la libertad. Para no alargar este cuarto mordisco, les dejo solamente un ejemplo conocido por todos ya desde nuestra edad más temprana.


1    1)  La isla del tesoro del tesoro de Robert Louis Stevenson

La isla del tesoro es una novela de aventuras escrita por el escocés Robert Louis Stevenson, publicada en libro en Londres en 1883 (publicada originalmente por entregas en la revista infantil Young Folks, entre 1881 y 1882 con el título de The Sea Cook, or Treasure Island). Las manzanas que aparecen en esta deliciosa novela son fortuitas pero sin su presencia, el protagonista, Jim Hawkins, no hubiera podido descubrir la que se avecinaba en el barco en el que navegaba:


Capítulo 10: la travesía
Pero sí vino un bien del barril de manzanas, pues a no ser por él no hubiéramos tenido ningún barrunto de peligro y pudiéramos haber perecido todos a manos de la traición.
Así es como ocurrió el suceso. (…)
Y sucedió que a poco de ponerse el sol, y cuando ya había cesado todo trabajo, y yo me encaminaba hacia mi litera, me vino de pronto la gana de comerme una manzana. Subí corriendo a cubierta. La guardia estaba toda adelante, tratando de descubrir la isla; el timonel observaba el aparejo, silbando una tonada por lo bajo; y ése era el único sonido que se oía, excepto el chasquear del agua bajo la proa y a lo largo de los costados del buque.
Me colé dentro del barril y vi que apenas habían dejado manzanas; pero sentado allí en la obscuridad, y entre el rumor del agua y el balanceo de la nave, o me había quedado dormido o estaba a punto de hacerlo, cuando una persona de gran peso se sentó con cierto estrépito allí cerca. Hizo oscilar el barril cuando apoyó sobre él las espaldas, y ya me disponía a saltar fuera, a tiempo que el hombre comenzó a hablar. Era la voz de Silver, y aún no había oído una docena de palabras cuando no me habría dado a ver por todo lo del mundo, y me quedé allí, estremecido; y escuchando en un paroxismo de temor y de curiosidad aquellas pocas palabras me habían hecho comprender que las vidas de todos los hombres honrados que había a bordo dependían nada más que de mí.
Un motín, el de Silver y sus hombres.

Ya saben lo que voy a añadir cuando las manzanas están relacionadas con hombres, en este caso con el pequeño Jim. No es una valoración propia sino que los textos no hacen más que demostrarlo. Gracias a que se introduce en un barril de manzanas, oye la conversación de Silver y sus hombres, los cuales preparan un motín en el barco y sus consecuencias: matar a sus contrincantes. Las manzanas fortuitas y Jim estarán relacionados, como en la antigüedad clásica, con la valentía,  y al hombre (en este caso, hombrecillo), lo situarán a la altura de héroe.

Vuelven a cumplirse las premisas de las que partíamos hace meses. Muchos. Por ello, pido disculpas por la tardanza en regresar y ofrecerles este humilde bodegón literario de manzanas. El quinto y último mordisco, será en el siglo XX y XXI. ¿Seguirán las manzanas actualmente por el camino que hemos trazado o ya serán transgénicas? Les espero si es su gusto.



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