Fotografía:
Marisa Vegas
LA LUNA DEL TIEMPO
Mientras las cerezas besan el carmín,
la primavera se sepulta bajo su húmeda tierra.
Mayo de treinta y una lunas verdes,
espejos pulidos de campos voluptuosos.
La afilada azada del inclemente estío
sesga el erotismo de flores irreverentes.
Astro rey que habitas en las alturas,
ten piedad de la misérrima luz de la luna.
El río de los recuerdos no vividos
fluye lento entre la hojarasca ocre del ocaso.
Es el otoño de los siglos que aja al tiempo,
es el tiempo anhelando los lúbricos senos de la luna.
Noches gélidas en busca del fuego de Prometeo,
inviernos inseminando nieve a tierras áridas.
El blanco níveo es un color
cuando la noche platea la fría piel de la luna.
-¿Duermes, amor?
-No. Es el tiempo que pasa.