domingo, 18 de mayo de 2014

MANZANAS LITERARIAS: TERCER MORDISCO


MANZANAS LITERARIAS: TERCER MORDISCO

RENACIMIENTO

Ha llegado la hora del tercer mordisco. Lo haremos mientras viajamos por el siglo XVI. Entremos en el jardín del Renacimiento que no solo será edénico sino también de las delicias de la mano del pincel interpretativo de pintores y de la pluma de algún místico. La hermosa Eva será objeto de atención de todas las retinas.


SIGLO XVI:

RENACIMIENTO


1)  El Cántico espiritual de San Juan de la Cruz
Este fraile carmelita es el mayor representante de la poesía mística, es decir, de aquella que trata de explicar el éxtasis que se experimenta cuando el alma entra en contacto con Dios. En esta obra, el Cántico espiritual, inspirada en el Cantar de los Cantares bíblico, San Juan describe este proceso místico que sigue el alma hasta su unión con Dios. Lo hace a través de una metáfora: la Esposa (el alma) sale en busca del Esposo (Dios), preguntando a todos los elementos de la naturaleza si lo han visto pasar. Al final del camino, encuentra a su amado y se entregan el uno al otro en la soledad del huerto. Este bellísimo poema de amor tiene doble lectura: la religiosa o la humana. Opten por la que más les apetezca.




La manzana aparece con todo su esplendor haciendo referencias a Eva y al pecado; habla el Esposo:


Debajo del manzano,

allí conmigo fuiste desposada.

allí te di la mano,

y fuiste reparada

donde tu madre fuera violada.
 

Conviene aclarar que en el fragmento “la madre” es la naturaleza humana que fue violada bajo el manzano con el pecado cometido por los primeros padres, Adán y Eva. También debajo del manzano (el Árbol de la Cruz), fue reparada esa ofensa. Lean la propia glosa de San Juan con respecto a esto:

“de manera que si tu madre debajo del árbol te dio la muerte, yo debajo del árbol de la Cruz te di la vida”.

Desde el primer mordisco les puse en alerta de las diferencias de significado de la manzana esté en manos de una mujer o un hombre. Aquí tienen otra muestra más: la manzana en manos de una mujer (Eva) es pecado y muerte, en manos de un hombre (Cristo) es reparación y vida.



1)  El jardín de las delicias de El Bosco

Permítanme que me salga de la línea trazada en este camino de manzanas exclusivamente literarias que aparecen en textos, y me detenga excepcionalmente en una obra pictórica: el Jardín de las delicias de El Bosco, pintor holandés que todos ustedes conocen. Nuestra manzana vuelve a aparecer por el jardín edénico.  No olviden que fueron los pintores renacentistas quienes al Árbol del Bien y del Mal del Paraíso lo convirtieron en manzano (no la Biblia).
 

El tríptico, a pesar de su complicada y diversa interpretación,  es una alegoría del pecado de la Humanidad y su destino, el Infierno. Me interesa que se fijen en el panel central, en la parte inferior derecha. Vemos una cueva por la que está saliendo una mujer con una manzana en la mano. Es Eva. Y justo detrás de ella, un hombre que la apunta acusatoriamente con el dedo mientras nos mira con complicidad. Este hombre,  -el único vestido de todo el cuadro-, se ha especulado si era Adán acusando a Eva; o San Juan Bautista, ya que en todas las representaciones aparece señalando al Cordero Divino, al Bien, mientras que en este caso apuntaría a todo lo contrario, al Mal; incluso interpretaciones más recientes apuntan a que podría ser el propio autor, el Bosco. En cualquier caso, observen que es una clara y manifiesta acusación hacia la mujer que la hace responsable de haber sucumbido al pecado por el que pagará toda la humanidad.


 

Volvemos a la misma interpretación: la manzana en manos de la mujer vuelve a ser objeto de pecado y culpabilidad. Esta vez centrada en la figura de Eva pero ¿no comió Adán también del fruto prohibido?


He preferido que este tercer mordisco sea breve. Esperaremos un siglo, y en el Barroco daremos el cuarto a esa manzana que va a seguir floreciendo entre versos de poetas y dramaturgos y, como ya imaginarán, también entre algún científico.



 

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