MANZANAS LITERARIAS: TERCER MORDISCO
RENACIMIENTO
Ha llegado la hora del
tercer mordisco. Lo haremos mientras viajamos por el siglo XVI. Entremos en el jardín del Renacimiento que no solo será
edénico sino también de las delicias de la mano del pincel interpretativo de
pintores y de la pluma de algún místico. La hermosa Eva será objeto de atención
de todas las retinas.
SIGLO XVI:
RENACIMIENTO
1)
El Cántico espiritual de San Juan de la Cruz
Este fraile carmelita es el mayor representante
de la poesía mística, es decir, de
aquella que trata de explicar el éxtasis que se experimenta cuando el alma
entra en contacto con Dios. En esta obra, el Cántico espiritual, inspirada en el Cantar de los Cantares bíblico, San Juan describe este
proceso místico que sigue el alma hasta su unión con Dios. Lo hace a través de
una metáfora: la Esposa (el alma)
sale en busca del Esposo (Dios),
preguntando a todos los elementos de la naturaleza si lo han visto pasar. Al
final del camino, encuentra a su amado y se entregan el uno al otro en la
soledad del huerto. Este bellísimo poema de amor tiene doble lectura: la religiosa o la humana. Opten por la que más les
apetezca.
La
manzana aparece con todo su esplendor haciendo referencias a Eva y al pecado; habla el Esposo:
Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste
desposada.
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera
violada.
Conviene aclarar que en el
fragmento “la madre” es la naturaleza
humana que fue violada bajo el manzano con el pecado cometido por los
primeros padres, Adán y Eva. También debajo del manzano (el Árbol de la Cruz),
fue reparada esa ofensa. Lean la propia glosa
de San Juan con respecto a esto:
“de manera que si tu madre debajo del árbol te dio la muerte, yo
debajo del árbol de la Cruz te di la vida”.
Desde el primer mordisco les
puse en alerta de las diferencias de significado de la manzana esté en manos de
una mujer o un hombre. Aquí tienen otra muestra más: la manzana en manos de una mujer (Eva) es pecado y muerte, en manos
de un hombre (Cristo) es reparación y
vida.
1)
El
jardín de las delicias de El Bosco
Permítanme que me salga de
la línea trazada en este camino de manzanas exclusivamente literarias que
aparecen en textos, y me detenga excepcionalmente en una obra pictórica: el Jardín de las
delicias de El Bosco, pintor holandés que todos ustedes conocen. Nuestra
manzana vuelve a aparecer por el jardín edénico. No olviden que fueron los pintores renacentistas
quienes al Árbol del Bien y del Mal del Paraíso lo convirtieron en manzano (no
la Biblia).
El
tríptico, a pesar de su complicada y diversa interpretación, es una alegoría del pecado de la Humanidad y su destino, el Infierno. Me interesa que
se fijen en el panel central, en la
parte inferior derecha. Vemos una cueva
por la que está saliendo una mujer con
una manzana en la mano. Es Eva. Y justo detrás de ella, un hombre que la apunta acusatoriamente con el
dedo mientras nos mira con complicidad. Este hombre, -el único vestido de todo el cuadro-, se ha
especulado si era Adán acusando a Eva; o San Juan Bautista, ya que en todas las
representaciones aparece señalando al Cordero Divino, al Bien, mientras que en
este caso apuntaría a todo lo contrario, al Mal; incluso interpretaciones más
recientes apuntan a que podría ser el propio autor, el Bosco. En cualquier
caso, observen que es una clara y manifiesta acusación hacia la mujer que la hace responsable de haber sucumbido al
pecado por el que pagará toda la humanidad.
Volvemos a la misma
interpretación: la manzana en manos de
la mujer vuelve a ser objeto de pecado y culpabilidad. Esta vez centrada en
la figura de Eva pero ¿no comió Adán también del fruto prohibido?
He preferido que este tercer
mordisco sea breve. Esperaremos un siglo, y en el Barroco daremos el cuarto a
esa manzana que va a seguir floreciendo entre versos de poetas y dramaturgos y,
como ya imaginarán, también entre algún científico.