lunes, 30 de abril de 2012

RETORNO AL CORAZÓN DE SILOS


Fotografía: Marisa vegas


 RETORNO AL CORAZÓN DE SILOS


Tras diecinueve años desde mi última visita, he hecho una escapada a Santo Domingo de Silos (Burgos). Ruta de “la cuna del español”, ruta cuyos pasos, inexorablemente, te llevan junto a esas piedras doradas, las del Monasterio de Silos. Piedras que guardan celosamente los secretos más inconfesables de la historia, piedras que llevan talladas el calor de los recuerdos de aquellos que se acercaron a ellas y no pudieron olvidar la belleza lánguida de su mirada. Reencuentro con el tiempo detenido.

Claustro benedictino custodiado por fiel y literario guardián, por el enhiesto surtidor de sombra y sueño. Así lo miró Gerardo Diego, así lo soñó su alma sin dueño con ocasión de una visita al monasterio, así inmortalizó la savia del ciprés de Silos que fue la tinta para su soneto:


Fotografía: Marisa Vegas


EL CIPRÉS DE SILOS

Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.


Fotografía: Marisa Vegas


Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.





Fotografía: Marisa Vegas

Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.


Fotografía: Marisa Vegas


Atenta mirada te lanzan los ojos del claustro, ciprés de Silos. Sesenta arcos románicos te velan desde laudes a maitines. Se oyen los lamentos de las figuras de piedra y sombra de la cara interna de las cuatro pilastras del recinto, de los discípulos de Emaús, al no poder contemplar la belleza del árbol místico.


Fotografía: Marisa Vegas


Figuras de piedra entretenidas en la Anunciación y Coronación de María. Ángeles sin ombligo que el maestro escultor allá por el siglo XII consiguió que volasen sempiternos en el frío claustro de Silos. Suspendidos en el tiempo, detenidos en un ángulo de la galería, enemigos del Ángel Caído.


Fotografía: Marisa Vegas


El cielo de Silos no es azul, es un artesonado mudéjar, vestigio de aquella Reconquista cristiana. Manos musulmanas ricamente decoraron cerca de 700 figuras y escenas de la Castilla de los siglos XIV y XV. Enemigos de fe, amigos del arte, padres todos ellos de la belleza arquitectónica y escultórica de Silos. La paz siempre se ha escrito con la pluma del arte.





Fotografía: Marisa Vegas


Claustro de doble planta levantada en tiempos del prior de San Millán de la Cogolla, Domingo, quien te restableció tu antiguo esplendor perdido bajo las razias de Almanzor y a quien debes tu nombre y apellido: Santo Domingo de Silos. Tu hermano mayor es el claustro inferior, levantado en el siglo XI y comienzos del XII, mientras que el claustro superior nació a finales del XII. Ambos tuvieron maestros diferentes que te modelaron con diferentes estilos pero que dejaron en ti las huellas de sus más exquisitas enseñanzas.


Fotografía: Marisa Vegas



Robustos y ricamente decorados son los brazos que te sustentan. 120 columnas de doble fuste conforman tu cuerpo del claustro bajo, engalanadas con los brazaletes de 64 capiteles diferentes donde la figuración y ornamentación románica no encontraron espejo que reflejara mayor belleza.





Fotografía: Marisa Vegas


Animales quiméricos, grifos, leones, arpías, centauros y aves fabulosas moran tatuados en el silencio de tus capiteles escribiendo su propia historia, sueños esculpidos del maestro escultor.


Fotografía: Marisa Vegas


Toda clase de elementos vegetales trenzan también la corona artística de tus columnas. Laborioso entusiasmo de aquel que perpetuó una belleza condenada a la eternidad.


Fotografía: Marisa Vegas


También escenas bíblicas y evangélicas escritas con la caligrafía de la piedra se detienen en tus capiteles bajo la silenciosa mirada de tu Ciprés, atento discípulo de tus lecciones figurativas.


Fotografía: Marisa Vegas


Mirándote frente a frente, Ciprés de Silos, está el campanario del monasterio, compitiendo contigo por ser la saeta más afilada que consiga acariciar ese cielo de espiritualidad. Sus campanas son las palabras indelebles y monótonas que marcan el camino de las horas de rezos de los monjes benedictinos. Enhiesto reloj de la oración.


Fotografía: Marisa Vegas


Al oeste del claustro, allá por donde el sol va buscando la noche, se encuentra la iglesia del monasterio. La paz de tus laberintos de piedra se impregna con el eco del canto de Gregorio Magno. Monjes de Silos cantando a Dios en vuestro corazón (San Pablo).


Fotografía: Marisa Vegas



Pero antes de llegar al canto, observo que un soporte central  -el único-  no está formado por fustes quíntuples, sino que el del lado norte es cuádruple y torsado. ¿Firma distintiva del maestro escultor? En mi retina se me antoja una metamorfosis del tronco de la piedra y el tronco del Ciprés de Silos: ambos compitiendo por la belleza, escultórica y natural, respectivamente.



Botica de Silos


El monasterio de Silos no solo fue un centro para sanar el alma sino también para sanar el cuerpo. Entro en la botica y rebotica. Los monjes crearon un hospital y una leprosería familiarizándose así con la Botánica. Se creó en 1705 y disponía de su propio jardín botánico, laboratorio farmacéutico y biblioteca especializada con 400 volúmenes de entre los siglos XVI al XIX.


Botica de Silos

 Se conservan 400 jarros de loza con el escudo del monasterio, anaqueles con sus tarros para las pócimas y remedios, hornos, retortas, alambiques y demás instrumentos para la alquimia. Palpo en el aire las horas de investigación y experimentación pasadas por esos monjes en este lugar, su ciencia basada en un magnífico Dioscórides de 1525 con espléndidas ilustraciones de animales y plantas, joya bibliográfica de obligada consulta par los monjes boticarios del monasterio.


Fotografía: Marisa Vegas


Salgo de la botica y tropiezo con la labor de los monjes copistas medievales de Silos. No solo perpetuaron el saber de la época sino que, amanuenses infatigables a la luz de una vela, iniciaron tímidamente el recorrido que seguiría el latín que hablaba el pueblo, el incipiente castellano, cuya primera muestra de esta lengua la encontramos en las glosas silenses (siglo X-XI) aparecidas en este monasterio como su adjetivo indica. Miniaturas y dibujos en rojo, negro y azul, fundamentalmente, ilustran los casi 160.000 ejemplares que conforman su biblioteca, solo accesibles para los huéspedes e investigadores que lo soliciten. La cultura, como en la época medieval, perdónenme, la Iglesia la sigue vetando en sus estanterías de madera como elemento de poder. Allí duermen y envejecen libros callados y petrificados como las piedras de ese claustro. Celosa de curiosidad no satisfecha, me dirijo a la iglesia.


Interior de la iglesia del monasterio

En el interior de la iglesia del monasterio de Silos la paz reposa, el silencio se escucha. El recinto sagrado permanece en penumbra, solo está iluminado el altar que espera pacientemente a esos monjes y sus partituras gregorianas. Solo se oye la voz de mi interior. El ambiente se sumerge en la Edad Media y en el más puro Romanticismo, aun más cuando un anciano benedictino nos invita a visitar los fosos de la iglesia donde se hacen excavaciones de restos arqueológicos. Desciendo por una escalera en una completa oscuridad solo violada por la luz de mi teléfono móvil. Mi imaginación exaltada me lleva al descenso a los infiernos de Dante, divina comedia. Tras observar sarcófagos de piedra, capiteles figurativos y plantas de construcciones anteriores a la edificación de la iglesia, asciendo de nuevo a ese recinto solitario y de acústica perfecta.


Antifonario con canto gregoriano


En silencio van saliendo los monjes como si lo hicieran del mundo de ultratumba,  colocándose a ambos lados del altar. El canto gregoriano va a dar comienzo. El latín no tuvo una expresión musical más sublime. Ya la primera nota haría estremecer hasta al mismo Diablo, la última, ya me ha trasportado al Paraíso.

Disfrútenlo como lo hice yo:




Todas las fotografías son de mi autoría exceptuando las dos últimas y las dos referentes a la botica del monasterio, que han sido extraídas del buscador de imágenes de Google.















jueves, 19 de abril de 2012

El manuscrito de piedra. Luis García Jambrina.



EL MANUSCRITO DE PIEDRA

LUIS GARCÍA JAMBRINA


(La fotografía del autor y los textos de la novela que se muestran en esta entrada, me han sido amablemente autorizados por el mismo autor para su utilización en este blog. Gracias Luis)


El manuscrito de piedra (2008) es una novela de Luis García Jambrina, (Zamora, 1960), antiguo profesor de Literatura de la que escribe, doctor de Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y profesor titular de la misma.

El manuscrito de piedra  -primera parte de una tetralogía que va por su segunda novela, El manuscrito de nieve-,  recibió el Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza 2009. Ha sido traducida a varios idiomas y fue el libro más vendido en la Feria del Libro de Salamanca cuando se publicó.

Luis García Jambrina, a través de su protagonista, Fernando de Rojas,     -sí, el autor de (parte) de La Celestina-  nos sumerge en un mundo de ficción e historia del que el lector no puede escapar hasta llegar a la última página. Y cuando llega, quiere más. A través de una prosa sencilla y amena, y cargada de referencias literarias, este zamorano nos traslada al siglo XV, al final de la Edad Media y a los primeros albores de un Renacimiento español que ya se intuye en la mentalidad de aquellos que deseaban reformas sociales, culturales, políticas y religiosas. García Jambrina conseguirá que el personaje real, Fernando de Rojas, viva, al igual que nosotros, una intrigante ficción, ya que este estudiante de Leyes de la Universidad de Salamanca y judío converso, tendrá que investigar forzosamente el asesinato de un dominico catedrático de Teología. Esto le conducirá por el laberinto medieval de una Inquisición implacable e interesada, al emergente Humanismo, a las intrigas palaciegas y políticas del momento, a la situación de los judíos, conversos y cristianos viejos, todo ello por una Salamanca oculta, mágica, real y legendaria, adornada de una tradición literaria de la que beben sin cesar las páginas de esta novela.




Luis García Jambrina

Literatura e historia se conjugan de una forma sencilla y amena, y, cómo no, la figura que pulula haldeando sigilosamente de un lado a otro del recorrido de esta novela es Celestina, personaje de la literatura universal que Luis García Jambrina lo convierte en histórico porque, con seguridad, Celestinas en su día,  habeilas las hubo.



La Celestina por Pablo Picasso


Sin ánimo de destrozarles la novela si gustan de leerla, les invito al aperitivo de estas citas que he extraído de su mismo corazón.

1497, América ha sido descubierta hace cinco años. Fernando de Rojas mantiene una conversación con Fray Antonio de Zamora, monje dominico y herbolario del convento de San Esteban de Salamanca, sobre una planta exótica recién traída de América, el tabaco. Observen lo que se dice de ella y la crítica que se hace a la intolerancia de la Inquisición con respecto a este tema y a sus bases en general. Hasta el mismo epicentro de este Tribunal religioso se tambaleaba…:

El herbolario parecía muy contento por haber encontrado a alguien con quien poder hablar a gusto de sus logros y sus aficiones.

-¿Y esta de hojas tan grandes?  -preguntó Rojas, sorprendido por la forma y el tamaño de la planta.

-Los indios, al parecer, la llaman tabaco, y tiene un uso medicinal. Una vez cortadas las hojas, las dejan secar y, cuando alcanzan su punto, las enrollan bien prietas; luego les prenden fuego por uno de los lados, mientras, por el opuesto, aspiran el humo. Según me han dicho, tiene un efecto narcótico y relajante. Aún no he tenido ocasión de probarla, pero, si es así, pienso tomarla todos los días, antes de irme a dormir.

-¿Y no teméis que vuestros hermanos os censuren o incluso os denuncien al Santo Oficio? He oído que en Sevilla la Inquisición ha encarcelado a uno de los compañeros de Colón, acusado de brujería, por exhalar el humo de unas hojas. Al parecer, los inquisidores, que son muy fantasiosos, lo han considerado demoníaco, pues dicen que solo el Maligno puede hacer que alguien eche humo por la boca. ¿No os parece ridículo?

-Amén de aberrante. Fijaos que aún no ha llegado aquí y ya la llaman la hierba del demonio, los muy necios. Y es que de los inquisidores cualquier cosa se puede esperar. Si lo sabré yo, que soy dominico. Están tan obsesionados con la salud de nuestra alma y la pureza de nuestra fe que acabarán por prohibirnos hasta dormir la siesta, para que no tengamos sueños impuros (…)

Si a nosotros nos sorprenden, lo más probable es que nos quemen en la hoguera, junto con toda la plantación, un castigo muy apropiado, si bien se mira, pues moriríamos haciendo justo aquello por lo que nos habrían condenado, aspirar humo. Pero, hasta que llegue la hora de penar, conviene aprovechar bien el momento. Estoy seguro   -añadió, tras un suspiro-   de que habrá un día en que cualquiera podrá disfrutar libremente de este pequeño placer.

Que poco sabía entonces este dominico herbolario que el tabaco sería admitido y tan hipócritamente denostado por el actual Estado inquisitorial para llenar sus arcas… La Inquisición ha mejorado en inteligencia: a los fumadores no nos llevan a la hoguera, prefieren vaciarnos los bolsillos y que nos costeemos por nosotros mismos nuestro propio sepelio.




Catedral de Salamanca

Fray Germán pregunta a Fernando de Rojas sobre el Diablo. La respuesta que da este me parece de lo más cercano a la idea de este concepto:

-Y vos ¿creéis en el Diablo?
-Ni creo ni dejo de creer. A mi parecer, este no es más que el mal que anida en todos nosotros; solo que preferimos verlo encarnado en una figura.




Cueva de Salamanca

La leyenda sobre La cueva de Salamanca según la cual en ella impartía clases el mismo Diablo y sobre la que se construyó la actual Universidad de Salamanca, también tiene un papel fundamental en la novela de Luis García Jambrina. En ella se refugiaban los perseguidos por la justicia y los que buscaban la verdad por otras vías distintas a las que toleraba la Inquisición. La Edad Media se desmoronaba. El Infierno no estaba en los subterráneos de la cueva sino en la intolerancia de la superficie como lo afirma este morador de tan mítico lugar:

-El mundo de aquí abajo    -continuó-,    cuando se le conoce, es más sencillo que el de la superficie, ya lo veréis. Dejadme que yo sea vuestro Virgilio en estos lares. ¿Habéis leído acaso la Commedia de Dante?

-La he leído, sí   -respondió tímidamente Rojas.

-Pues os será de gran ayuda en este sitio. Con esto no pretendo asustaros, ni mucho menos. Se trata solo de una analogía. En los tiempos que corren, el infierno está más bien ahí fuera, en los tribunales y las hogueras de la Inquisición. Aquí abajo estamos los bienaventurados, los perseguidos por causa de la justicia y los que buscamos la verdad por otras vías, en medio de tanta mentira y fingimiento. Es el mundo al revés, ¿no os resulta gracioso?   -le preguntó a Rojas, con tal vehemencia que este no tuvo más remedio que asentir-. 







Cueva de Salamanca


Reuniones clandestinas bajo esta cueva, de catedráticos, incipientes humanistas y de todo aquel que sabe pensar por sí mismo, provocan discursos como el que hace Fernando de Rojas sobre los judíos conversos en particular  -expulsión de los judíos en 1492 por los Reyes Católicos-  y sobre la necesidad de la unión de clases para acabar con la intolerancia, en general, especialmente, inquisitorial:



Hogueras y torturas de la Inquisición


-Cuando, hace cinco años, expulsaron a los judíos de Castilla  -continuó Rojas sin inmutarse-,  ninguno de vosotros, que yo sepa, movió un dedo o levantó la voz. Tampoco lo hacéis ahora, cada vez que, en vuestra misma calle, detienen a un converso por el mero hecho de ser sospechoso de judaizar. Así que no os extrañe si pronto sois vosotros los que sufrís en el tormento, os consumís en la cárcel o ardéis en la hoguera, acusados de herejía, apostasía o traición. Porque, lo queráis o no, todos vamos ahora en el mismo barco. Y si ayer arrojaron por la borda a los judíos y hoy expulsan por la sentina a los conversos, mañana seréis vosotros, los descontentos, los que iréis a parar al fondo del mar. Y entonces, oídme bien, ya no podréis cerrar los ojos ni mirar para otro lado, pues estaréis muertos y convertidos en cenizas.


Sin ánimo de hacer política, las cosas no han cambiado mucho desde entonces. El “divide y vencerás” es la máxima con más éxito de nuestros gobernantes. Esos “descontentos” de la novela tienen un claro espejo en determinados grupos de protesta social que han surgido últimamente.



Educación del Príncipe Don Juan, por Salvador Martínez Cubells


Monarquía, nobleza, Iglesia y pueblo, también se pasan por el tamiz. ¿Es necesaria la monarquía? No crean que esta es una pregunta actual, siempre ha existido y siempre se ha llegado a la misma conclusión: la monarquía solo beneficia a la nobleza y a la Iglesia. Los cristianos viejos solo son el instrumento para poder mantener a estos estamentos mediante impuestos abusivos, ahora y antes. En esto, tampoco hay mucha variación. Don Juan de Castilla y Aragón, hijo de los Reyes Católicos, también será materia literaria de García Jambrina:

-¿Y qué me decís de vuestras ideas políticas?  -inquirió Rojas-. Parece ser que os apoyan muchos descontentos con la monarquía.

-Como podéis imaginar, los judíos y los conversos no son las únicas víctimas de los Reyes. También las hay entre los llamados cristianos viejos. Unos porque se han empobrecido o han sufrido algún tipo de abuso; otros porque han perdido poder y privilegios; y la mayoría porque tienen que pagar unos impuestos cada vez más abusivos. Solo la Iglesia, una parte de la nobleza y aquellos que han medrado en la actual situación, entre los que no deja de haber algunos confesos, parecen verdaderamente complacidos con esta monarquía. Lo importante ahora es que los que no lo están, y aquí incluyo a la mayor parte de los conversos, quieran hacer causa común con nosotros. Por eso, es necesario olvidar las diferencias e intentar acentuar las afinidades. Pero estad seguros de que, tarde o temprano, vamos a enfrentarnos al poder real.

-¿Por medio de la intriga, la conjura o el regicidio?   -inquirió Rojas sin poder evitarlo.

-De momento, amigo mío, nuestras únicas armas son las palabras y las ideas. Por eso, hemos fundado esta Academia, una especie de Universidad oculta y paralela a la de allá arriba, directa heredera de la que, en su día, creó Hércules en esta misma cueva.





Plaza mayor de Salamanca con cúpula clásica


La conversación termina con una excelente apología del Renacimiento: reformas y contrarreformas religiosas, monarquía electiva, preeminencia de los estudios grecolatinos, antropocentrismo frente al teocentrismo, Humanismo, en definitiva, que Luis García Jambrina conjuga excelentemente en el siguiente párrafo:

-¿Y cuál es vuestra doctrina?   -preguntó Rojas, con verdadera curiosidad.

-Para explicárosla, haría falta mucho tiempo. Pero, a modo de conclusión, os diré que somos partidarios de una monarquía electiva donde puedan convivir las diferentes religiones y creencias y donde exista un reparto más justo de los deberes y los privilegios. Asimismo, queremos reformar la Iglesia, revisar sus dogmas, sus métodos y su jerarquía. Por último, somos totalmente contrarios a la escolástica y a la preeminencia de los estudios teológicos; por eso, propugnamos una vuelta a la antigüedad romana y griega y un programa en el que el hombre sea el verdadero centro de nuestras enseñanzas. Nada hay, pues, de mágico, hermético o diabólico en nuestra cueva; todo es aquí muy humano. En una época en que Salamanca y su Universidad se resisten a salir de la oscuridad, este lugar subterráneo representa, paradójicamente, la única luz y esperanza posible.


Aquí lo dejo. De trama profundamente cinematográfica, esta novela nos propone un sorprendente viaje por esa deliciosa Salamanca medieval. Les aseguro que participa del suspense, el misterio y la acción detectivesca,  fundamentalmente. Pero ya me conocen, siempre me quedo con lo filosófico, lo introspectivo, el sentimiento y la crítica. La seductora acción de esta trama se la dejo a ustedes para que la disfruten.


Reseñas periodísticas de la novela:

«Una novela que respira y transpira inteligencia sin hacer alarde de ella. La mejor novela del año.» Tino Pertierra, La Nueva España

«Resulta difícil, cuando se va leyendo esta buena novela, no pensar en El nombre de la rosa, de Umberto Eco, y lo digo para resaltar sus cualidades, ya que el italiano dio un giro muy inteligente a la novela histórica.»
J. M. Pozuelo Yvancos, ABC Cultural

«García Jambrina convierte en éxito un thriller con Fernando de Rojas como personaje.»
Miguel Ángel Villena, El País

«El manuscrito de piedra combina a la perfección la estructura clásica de novela detectivesca con un conocimiento que se percibe real, profundo y reposado del ambiente salmantino del primer Renacimiento y de la literatura de la época.»
Sergio Vila-Sanjuán, La Vanguardia

«Un escenario y una época que sostienen una trama negra al mejor estilo Arthur Conan Doyle.».
Paula Corroto, Público


jueves, 12 de abril de 2012

20 PALABRAS DE AMOR Y UN ANTIPOEMA DESESPERADO


Fotografía: M.P.C.


20 PALABRAS DE AMOR Y UN ANTIPOEMA DESESPERADO

Cielo vencido por la lluvia
en la semana más santa del año,
gesta ganada del demonio
a artísticas fes iconoclastas.

Noche del plenilunio de abril,
noche de luna y de nácar,
tras tus negros velos de seda
reaparece un proceloso fantasma
arrastrando cadenas
de  pasión contenida,
de labios huérfanos de besos,
de abrazos que son oasis
en el caótico corazón que habita
el amore egoísta.
Amore, amore,
cobarde amore
pendiendo tus lágrimas de anhelos
en la savia del sauce llorón.

La princesa de ojitos de caramelo
desata su ternura dormida
en su papel de celofán,
mientras la piel busca
el cariño de las horas perdidas
en los laberintos de la belleza compartida.
Cielo e infierno condenándose a amar.





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