lunes, 18 de noviembre de 2013

Odio

 
El rostro de la guerra
 Salvador Dalí.
 
El odio es la venganza de un cobarde intimado.
George Bernard Shaw
 
Yo odio la alegría
por odio a la pena.
                             Antonio Machado.
 
 
Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga.
Víctor Hugo
 
 
Cuando odias a una persona, odias algo de ella que forma parte de ti mismo.
 Lo que no forma parte de nosotros no nos molesta.
 Hermann Hesse

 
El puente roto del sueño
 Salvador Dalí
 
GRANDE ES EL ODIO
Eduardo Lizalde
 
Grande es el odio (I)
 
Grande y dorado, amigos, es el odio.
Todo lo grande y lo dorado
viene del odio.
El tiempo es odio.
 
Dicen que Dios se odiaba en acto,
que se odiaba con fuerza
de los infinitos leones azules
del cosmos;
que se odiaba
para existir.
 
Nacen del odio, mundos,
óleos perfectísimos, revoluciones,
tabacos excelentes.
 
Cuando alguien sueña que nos odia, apenas,
dentro del sueño de alguien que nos ama,
ya vivimos el odio perfecto.
 
Nadie vacila, como en el amor,
a la hora del odio.
 
El odio es la sola prueba indudable
de la existencia.

 
Portarretrato de Picasso
Salvador Dalí
 
Grande es el odio (II)
 
Y el miedo es una cosa grande como el odio.
El miedo hace existir a la tarántula,
la vuelve cosa digna de respeto,
la embellece en su desgracia,
rasura sus horrores.
 
Qué sería de la tarántula, pobre,
flor zoológica y triste,
si no pudiera ser ese tremendo
surtidor de miedo,
ese puño cortado
de un simio negro que enloquece de amor.
 
La tarántula, oh Bécquer,
que vive enamorada
de una tensa magnolia.
Dicen que mata a veces,
que descarga sus iras en conejos dormidos.
Es cierto,
pero muerde y descarga sus tinturas internas
contra otro,
porque no alcanza a morder sus propios miembros,
y le parece que el cuerpo del que pasa,
el que amaría si lo supiera,
es el suyo.

domingo, 10 de noviembre de 2013

EN LA AUSENCIA

 
 
EN LA AUSENCIA
 
Solo lo que no se ve
lleva tu nombre,
blanco,
tatuado en palabras mudas,
inocente,
errante por puentes de piedra
sólidos,
que unen travesías de mil huellas
 invisibles al tacto.
 
Solo las caricias deseadas
llevan tu nombre,
cuando la piel devora la inanición del frío,
de la ausencia,
y la noche contrabandista
me regatea sueños cálidos,
de estraperlo,
que conozco y reconozco
aun en la oscuridad más lejana.
 
Solo lo que no amanece
lleva tu nombre,
enredándose en la no existencia,
entre mis sábanas,
y en el lecho vacío sin alba,
justo a la derecha de mis sueños,
se dibuja el gélido valle
que fue verde tapiz fértil
de ríos sin cauce
 desbordados
en  cuerpos de agua y fuego.
 
Solo lo que no se respira
lleva tu nombre,
me lo susurró al oído el viento
asfixiado en la nostalgia
de tu aroma de molinos,
de tu perfume de tarde encalada de añil.
Si no hay oxígeno en la ausencia
¿de qué color es la luz
de la vela que no puede encenderse?

martes, 29 de octubre de 2013

NOCHE DE DIFUNTOS: PROCESIÓN DE ÁNIMAS EN ZAMORA Y LA SANTA COMPAÑA

 
 
Procesión de ánimas en cementerio de Zamora
Fotografía: J.L. Leal
 
NOCHE DE DIFUNTOS:

 PROCESIÓN DE ÁNIMAS EN ZAMORA Y LA SANTA COMPAÑA

Zamora es la única ciudad de España en la que sigue viva la tradicional Procesión de las Ánimas, en la que la Cofradía que lleva el mismo nombre, desfila con recorrido íntegro por el cementerio de la ciudad la noche del 2 de noviembre, rezando el rosario a la luz de las velas que portan. Esta celebración única proviene del siglo XIX aunque se retomó en el año 1962.

Macabra o devota, curiosa o religiosa, mítica o tradicional, no deja de tener su interés cultural, social o de otro tipo, según sea el color de la retina que la observe. En el color de la mía  -soñadora por excelencia-   no deja de aparecerse un reflejo, subjetivo y literario, de la temida Santa Compaña o “a procesión das ánimas” en pena de la mitología popular gallega en su origen, pero también extendida a Asturias, antiguo Reino de León (León, Zamora y Salamanca), Extremadura y parte de Castilla.

Aunque sea a distancia prudencial, ¿se animan a acompañarme en este viaje tras la Santa Compaña? Comencemos.
 

 

Procesión de ánimas en cementerio de Zamora 
Fotografía: J.L. Leal
La Santa Compaña es una procesión de ánimas en pena, vestidas de túnica blanca con capucha, que a partir de las doce de la noche recorren errantes los caminos. De “santa” tiene poco porque su misión es anunciar la muerte, visitar las casas en las que habrá una defunción en un periodo corto de tiempo. Envueltas en sudarios y con los pies descalzos, forman dos hileras y cada una porta una vela encendida. Al frente de esta comitiva fantasmal va un espectro mayor llamado Estadea. Caminan rezando el rosario, entonando cánticos fúnebres y tocando una campanilla.
 
 
La procesión va encabezada de un vivo, hombre o mujer, que porta una cruz y un caldero de agua bendita. Esta persona, al amanecer, no recordará nada de lo transcurrido durante la noche pero se le reconocerá como penado por la Santa Compaña por su extremada palidez y delgadez que irá en aumento ya que están condenados a vagar noche tras noche, sin descanso, hasta que su salud se debilita y muere, o bien hasta que la Santa Compaña encuentre a otro incauto y este vivo pueda pasarle la cruz que porta.
 
 
 
La Santa Compaña no siempre es visible y, teniendo en cuenta las consecuencias de un encuentro con ella, es preferible que así sea. Pero se notará su presencia cuando haya olor a cera, el viento se levante o los aullidos de los perros sean lastimeros. Puede aparecerse en diferentes lugares siendo los preferidos las encrucijadas o las zonas próximas a los camposantos, siempre en busca de algo o alguien. Las fechas que eligen para sus apariciones durante el año son varias, pero la incidencia es mayor en la Noche de Difuntos o en la Noche de San Juan.
Aquellos que lograron ver esta procesión de ánimas y consiguieron sobrevivir dicen que suelen venir a reclamar el alma de alguien que morirá pronto, quizás dentro del propio año. Le reprochan errores cometidos condenándole a vagar con ellos encabezando dicha procesión. Otros aseguran que anuncian la muerte de alguien conocido por el que ose  verla o toparse con ella. Tengan, entonces, especial cuidado si esa noche de difuntos pasean cerca de cementerios.
 
 
Apártense de su camino si consiguen vislumbrarla a los lejos. Cierren los ojos y huyan en cuanto noten su presencia. Tápense los oídos para no escuchar sus cantos fúnebres. Todo cuidado es poco. Si son sorprendidos por ella, rápidamente tracen un círculo en el suelo con una cruz o estrella de Salomón en su interior y entren en él. Estas ánimas no podrán rebasar el perímetro de este círculo. En cualquier caso, no tomen ninguna cruz que algún difunto de la procesión les ofrezca ya que inmediatamente se condenarían a formar parte de esta comitiva. De cualquier modo, si en el destino está escrito que deben encontrarse con la Santa Compaña, rueguen que ese encuentro sea cerca de algún cruceiro ya que estas cruces, situadas en las encrucijadas de los caminos, serán una buena protección contra ella.

 
La Santa Compaña puede tener sus raíces en diversas creencias celtas en los espíritus nocturnos. El noroeste peninsular fue un vivo asentamiento de este pueblo, y sus habitantes recogerían y guardarían estas creencias. La Iglesia en su empeño de monopolizar todo, al no poder erradicar estas creencias populares profundamente arraigadas en la población, cristianizó las costumbres  y los relatos de origen pagano sobre el culto a los muertos. Así, apareció la idea del Purgatorio y el resto del camino de la Santa Compaña… se lo pueden imaginar: pecadores que murieron en pena y vagan en busca de ese Cielo prometido.
Tengan cuidado esta Noche de Difuntos y si alguno de ustedes consigue fotografiarla, háganmelo saber…
Mientras tanto les dejo una sonrisa. La que les despertará este vídeo con un fragmento de  la extraordinaria película de José Luis Cuerda “El bosque animado” (1987), basada en la novela de Wenceslao Fernández Flórez. Se trata del encuentro del bandido Fendetestas con el ánima en pena de Fiz de Cotovelo que acabará uniéndose a la Santa Compaña para conocer mundo...
 
  

 
 

lunes, 14 de octubre de 2013

EL QUIJOTE: DE PERSONAJES A PERSONAS


Miguel de Cervantes
Retrato atribuido a Juan de Jáuregui

Pocos aspectos nuevos se pueden decir de esta obra consagrada por la literatura y por la humanidad. Quizás el paso del tiempo es el que va permitiendo que se abran nuevas vías de acceso al estudio de esta novela. Y la lengua, como ser vivo y cambiante,  tiene mucho que ver con esta cuestión. El éxito universal de esta obra ha dado lugar a cambios en nuestra lengua, el castellano, que no es más que el espejo de cómo nos comunicamos. Sí, en este caso, es la literatura quien ha hecho cambiar a la lengua y no al contrario.

Me ha resultado de gran interés observar como nombres propios de esta obra cervantina, han pasado a nombres comunes. Los inmortales personajes que creó Cervantes de la arcilla de la ficción, los hemos sentidos tan reales y verdaderos que todos hemos querido participar de sus aventuras y peripecias convirtiéndolos en personas. Y la Lengua y la RAE nos han hecho realidad ese sueño. Obsérvenlo:

Fernando Rey interpretando a Don Quijote
 
DON QUIJOTE
Quijote:
1. m. Hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo. (RAE)
 2. m. Hombre alto, flaco y grave, cuyo aspecto y carácter hacen recordar al héroe cervantino. (RAE)
Obsérvese que no solo la cualidad de idealismo quimérico de D. Quijote ha pasado a cualquier persona común, sino que también sus atributos físicos tal y como los describió Cervantes. El personaje ha creado a la persona. Todos podemos ser quijotes. Incluso, también ha contagiado a otros términos:
Quijotada:
1. f. Acción propia de un quijote. (RAE)
Quijotería:
1. f. Modo de proceder de un quijote. (RAE)
Quijotesco, ca:
1. adj. Que obra con quijotería. (RAE)
2. adj. Que se ejecuta con quijotería. (RAE)
3. adj. Propio o característico de Don Quijote de la Mancha o de cualquier quijote. (RAE)
Curiosa esta 3ª acepción que da la RAE para este adjetivo, donde a Don Quijote y a “cualquier quijote” los hace sinónimos ya que sus actos pueden ser igualmente “quijotescos”. Personaje y persona se difuminan.
 
Quijotescamente:
1. adv. m. Con quijotismo. (RAE)
Quijotil:
1. adj. Perteneciente o relativo al quijote. (RAE)
Quijotismo:
1. m. Exageración en los sentimientos caballerosos. (RAE)
Adjetivos y adverbios no hacen más que consolidar esa metamorfosis de Don Quijote, esa popularización del término propio al común, esa mutación del personaje a la persona.
Alfredo Landa interpretando a Sancho Panza
 
SANCHO
Sancho:
1. m. Ter. Cerdo. (RAE)
A Sancho Panza lo identificamos con el realismo, no con este mamífero. Curiosamente, he consultado un diccionario de 1895 y este significado no estaba recogido allí en el siglo XIX, por tanto, me inclino a pensar que es una acepción posterior. No obstante, me quedo con el significado que la RAE le da un poco más abajo, eso sí, conservándolo como nombre propio:
2.” encontrar, o topar,  Sancho  con su rocín”. Locs. verbs. Hallar alguien otro semejante a él o de su ingenio. (RAE)
Aunque el nombre no haya pasado a lo común, es evidente que, por el contrario,  el ingenio de Sancho Panza, esa sabiduría popular que solo la puede otorgar la mirada realista de las cosas, se ha hecho común en nuestra lengua.
Y ahora sí, observen el adjetivo que sigue a continuación en el que podrán reconocer a nuestro entrañable Sancho Panza, adjetivo que se puede aplicar a cualquier persona. Por tanto, de nuevo otra metamorfosis del personaje a la persona.
Sanchopancesco:
1. adj. Propio de Sancho Panza, escudero de don Quijote. (RAE)
2. adj. Falto de idealidad, acomodaticio y socarrón. (RAE)
 
 
 
Dulcinea del Toboso por Charles Robert Leslie
 
DULCINEA:
Si se preguntan si este personaje, este amor platónico de Don Quijote, ha pasado a nombre común, la respuesta es gratamente afirmativa. Todas podemos ser esa Dulcinea única de El Quijote, esa dama idealizada en virtudes y belleza, en definitiva, esa mujer querida. Tercera metamorfosis:
1. f. coloq. Mujer querida. (RAE)
2. f. p. us. Aspiración ideal, fantástica comúnmente. (RAE)
 
 
 
Don Quijote y Rocinante por Salvador Dalí
 
ROCINANTE:
Y qué sería de ese caballero manchego sin su Rocinante… Por él dio la vida en el capítulo de los yangüeses al quedar el rocín prendado de una bella yegua no reservada para sus arrumacos. Caballero y rocín acabaron descalabrados. Bien se merece entonces que su nombre pase al ámbito común, para que los rocines futuros puedan llevar su nombre y sus andanzas:
1. m. Rocín matalón. (RAE)
Aunque lo de “matalón” no sea propiamente un piropo…
 
 
 
Grabado de Fierabrás en Le roman de Fierabras le Géant, de Jehan Bagnyon (1497)
 
FIERABRÁS:
Después de tanta batalla y de tanto desfazer entuertos, cuerpo y alma de Don Quijote están más que maltrechos. Ha llegado la hora de repararlos preparando el Bálsamo de Fierabrás, famoso gigante de los antiguos libros de caballerías, o del “Feo Blas”, como Sancho lo llamaba. Los resultados de su ingesta no fueron los esperables, pero el “Feo Blas” también ha acabado convirtiéndose en persona. El fiero gigante/caballero y su personaje también han pasado a nombre común. Cualquiera de nosotros puede ser un fierabrás, especialmente los niños…:
1. m. coloq. Persona mala, perversa, ingobernable. Se usa generalmente para referirse a los niños traviesos. (RAE)
 
 
 
 
Maritornes con Don Quijote, grabado de Gustave Doré
MARITORNES:
No olvidemos a la moza asturiana que sirve comidas en la Venta de Palomeque. Se la describe como “ancha de cara, llana de cogote, de nariz roma, del un ojo tuerta y del otro no muy sana”. No atesora mucha beldad pero es la que siente verdadera compasión por Don Quijote y su escudero y la que desencadena toda una divertida aventura nocturna entre cama y cama de la venta. Cervantes la describe tan poco agraciada que así ha pasado al significado de su término común, porque este nombre propio también se ha convertido en persona:
1.       f. coloq. Moza de servicio, ordinaria, fea y hombruna. (RAE)
 
 
 
 
Sancho Panza (Alfredo Landa) abrazando a Rucio
 
RUCIO:
El querido burro de Sancho también aparece en el diccionario de la RAE, como sustantivo  común o como adjetivo. En este caso conviene aclarar que su etimología es latina (Del lat. roscĭdus, de ros, rocío), por tanto, salvo opinión más autorizada, no considero que sea una herencia cervantina. Pero ahí lo tenemos, otro personaje con nombre propio convertido en común:
1.       adj. Dicho de una bestia: De color pardo claro, blanquecino o canoso. U. t. c. s.(RAE)
 
Por último, me ha llamado la atención el significado actual de dos términos que aparecen en El Quijote. Esta vez no se trata de nombres propios sino de comunes pero que han ampliado su significado, en ellos se ha producido un cambio semántico, indudablemente, por contagio de esta obra: molinos e ínsula.
Molinos y gigantes
 
MOLINO:
La RAE conserva su significado de “Máquina para moler”. Cuando se refiere a los “Molinos de viento”, añade que poseen aspas movidas, lógicamente, por el viento. Pero, observen el 2º significado que se le otorga:
1.       m. pl.  Enemigos fantásticos o imaginarios. (RAE)
El recuerdo a la aventura de los molinos-gigantes quijotescos es más que evidente.
 
 
 
 
 
Sancho gobernador de la Ínsula Barataria
ÍNSULA:
Sancho, movido por la codicia o por la necesidad, según cómo se mire, accede a acompañar a Don Quijote en el título de escudero ya que el caballero le promete el gobierno de una ínsula. Este término procede del latín y tiene el significado de “isla”. Pero observen la primera acepción que le da la RAE:
1.       f. Lugar pequeño o gobierno de poca entidad, a semejanza del encomendado a Sancho en el Quijote. (RAE)
Por si nos quedaba alguna duda sobre esa remembranza a El Quijote, los propios académicos de la RAE nos la disipan aludiendo explícitamente a esta obra.
 
 
 
 
En conclusión, el éxito de El Quijote desde el Siglo de Oro hasta nuestros días ha sido tan titánico que su influencia no se limita solo a las obras literarias posteriores sino que también ha alcanzado hasta a la misma lengua, creando nuevos términos o ampliando la significación de los existentes. No hace falta haber leído ni una sola línea de esta obra cervantina para conocer e incluso querer al lunático-cuerdo Don Quijote, al pragmático y divertido Sancho Panza, o a la bella y platónica Dulcinea. No ha hecho falta leer ni una sola línea de El Quijote para conocer las andanzas de caballero y escudero, la aventura de los molinos-gigantes, los rebaños-ejércitos o las ventas-castillos. Aunque sea literatura escrita, tiene mucho componente de literatura oral que ha pasado de generación en generación a través de los siglos mediante un proceso donde el pueblo, los lectores, han provocado una de las más bellas metamorfosis literarias: convertir a los personajes en personas, de carne y hueso.
Les invito a que lean, si no lo han hecho ya, el más fiel documento de una lengua castellana ya prácticamente formada, y la obra literaria más universal de todos los tiempos. Joya, pues, de nuestra lengua y de nuestra literatura.
 
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