Fotografía: Maryjka
Lo encontró sin buscarlo, lo cual hacía más exitoso el hallazgo. Lo intuyó entre las cortinas de la lluvia, lo olió en la canela del viento, lo escuchó en la melodía de las sinuosas sirenas, lo acarició con el temblor del deseo, lo paladeó como aroma que se anhela poseer eternamente entre los labios. Debía coger ese tren. O no. Hay trenes que sólo tienen billete de ida.
Sus zapatos brillaban, eran el espejo de unos ojos de azogue que sólo querían mirar hacia el suelo del andén que lo sostenía. Pero el tren que sólo se acerca una vez aparecería como cíclope deforme de tres ojos. Y entonces, el andén se derretiría bajo sus pies y tendría que subirse sobre el lomo de Polifemo, o bien, conformarse con ser Acis, arroyo caritativo de los dioses. Luchar o fluir.
Primero oyó la ausencia del aire, luego respiró el sonido de la sirena del tren. Ya se acercaba el vagón de los sueños grises, que se toma con vehemencia o se olvida para siempre en el garaje de las hojas muertas. Las vías, sierpes deseosas de atrapar el instante, temblaban ante la espera de ser acariciadas por el amante que fugitivamente posee y que no hay que esperar. Aspiró el último hálito de vida de su cigarrillo, y entre el humo vio el tren nebuloso pararse ante sus pies, ante sus ojos, ante su cuerpo, ante su vida. Y la fuerza de la gravedad desapareció.
Subirse o hibernar. Vivir o sobrevivir. Amar o interpretar. Ver pasar cómodamente el mundo acelerado por los cristales de la ventana del vagón o seguir el recorrido solo y a pie. Primera clase o polizón, senderista o indigente.
Se caló su sombrero y pensó en la lejanía de las estrellas y la proximidad del mar. Y respiró la nicotina de lo inevitable.
Marisa, tu relato me hizo viajar en el tiempo y por momentos me sentí entre la tristeza y los recuerdos de un ser querido. Gracias por escribir tan hermoso. Un beso
ResponderEliminarEl planteamiento es muy bueno. La lucha eterna por ser, por tener que decidir. My exacto, muy descrtiptivo y muy poético. Me ha encantado el fondo y la forma, su desarrollo es magistral en tan breves líneas.
ResponderEliminarUn beso.
Haberte hecho viajar en el tiempo, Francisco, es un halago para mí, no tanto el haberte despertado una tristeza que, espero y deseo, sólo tenga billete de ida.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu interés.
Un beso.
Me alegro de que te haya gustado, Diego. Como ves, el saber mirar no es suficiente para saber decidir. La eterna lección no aprendida.
ResponderEliminarGracias sinceras por tus generosas palabras.
Un beso.
Ahora hasta los trenes van a la velocidad del rayo, locomotoras ávidas por alcanzar el destino cuando lo más hermoso es el trayecto. Como Alicia cayendo por la madriguera, hay que detenerse a investigar los accidentes del camino y sobre todo que la curiosidad nos lleve a la aventura. No es el Oeste, pero allí a lo lejos ya se divisa el humo, quizás si tienes la sangre adecuada escuches el sonido pesado de la máquina vibrando en los raíles. Hay tanto por descubrir...
ResponderEliminarTienes razón, Maverick, ahora los trenes van a la velocidad del rayo;por eso, lo importante es saberlos coger a tiempo y el adecuado...Entonces se podrán descubrir los accidentes del camino y aventurarse por la madriguera de Alicia...El premio de consolación: que te devuelvan el precio del billete. Pero te pierdes el viaje...
ResponderEliminarElegir o no elegir, esa es la cuestión...
Un abrazo.
Marisa, lo próximo ha de ser una novela, cualidades para ello no te faltan, te animo, al menos, a que lo pienses.Tus construcciones literarias, enganchan como la garra de un felino, hambriento de saltar, de cruzar al otro lado, de devorar esa fantasía, imaginación y sensibilidad que te caracteriza.
ResponderEliminarBea, ¿te parece poco la novela de mi vida como para ponerme a escribir otra?jjj. Las novelas prefiero vivirlas a escribirlas y, una vez vividas, reescribirlas sin fe de erratas.
ResponderEliminarGracias por tu invitación a la "nivola", te prometo que...lo pensaré y, mientras tanto, lo viviré.
Un besito.