Aún no había llegado la noche, la luna llena estaba siendo impuntual. Sentada en la impaciencia de la espera, miraba al techo celeste que se tornaba rojo, naranja, violeta. El horizonte era un estallido silencioso de fuegos artificiales que estaba llegando a su fin. A medida que la luz menguaba, el deseo de ver el plenilunio en su retina aumentaba. Deseaba bañarse en la luz de la luna y broncear su cuerpo de lluvia argéntea.
Era una noche cualquiera, de deseo y espera.
El manto negro de Penélope cubrió al moribundo atardecer y sus ojos adquirieron el brillo intenso del que sabe que va a suceder. Pero la luna llena no aparecía. Como guerrera de la noche que no se resigna a perder la batalla, cogió las lámparas de las estrellas y la buscó afanosamente entre la niebla de nubarrones negros que la escondían en la sima violácea de lo impenetrable.
Era una noche cualquiera, de búsqueda de lo que se ama.
No la encontró. Como amante abatida se dejó perecer en la hiel de la derrota. Esa luna llena era el cordón umbilical que unía distancias, era el espejo donde ambos podían mirarse en un mismo instante esa noche, era la sexta dimensión que exterminaba kilómetros, era el recuerdo del fuego de besos que abrasaban labios. Se recostó abrigada en la tumbona de su terraza y siguió clavando los ojos en el oscuro infinito por si Selene se quitaba la máscara veneciana de rasos negros y decidía aparecer. Y debió soñar.
Era una noche cualquiera, de nostalgia y sueños.
Soñó con una mirada que abría ojos a la noche, con unos ojos que desvelaban los secretos de lo impenetrable, con unas manos cálidas perdidas en el reino de la seda, con unos labios que tatuaban suspiros en las olas de la pasión. Soñó con dos cuerpos de arcilla moldeándose bajo las leyes del deseo, enredados entre lo que late y lo que sabe a lluvia. Soñó que tenía un sueño.
Era una noche cualquiera, de caricias y blues.
Despertó de su sueño de arena mecida por el mar. Abrió los ojos y allí estaba ella, la luna llena mensajera de voces sin voz. No estaba en el cielo, ni en el infinito, ni tan siquiera estaba en la noche; apareció por el deseo de compartir veleros de horas que distaban en el espacio, emergió por el recuerdo de aquella noche de diluvio de estrellas fugaces en la que ella pidió el mismo deseo con los pedazos que iba recogiendo de cada asteroide. Él se la había traído desde la lejanía, desde el silencio, desde el volcán apagado que guarda secreta lava incandescente en el corazón más recóndito de la tierra.
Era una noche cualquiera, de silencios y fuego.
Ambos compartieron la luna llena de diciembre, la luna fría, la luna helada, la luna de las noches largas, la luna del roble, la luna de antes de Yule, la Margashirsha Pornima.
Sólo los más audaces se atrevían a navegar por el hielo de la Antártida. Viajes imposibles en momentos de necesidad. Seguramente las lunas de nuestro invierno les dieron la luz que iluminó el camino hacia el destino final. Ellos, cazadores de sueños que vuelven a helarse cada primavera, tendrán que esperar a que el otoño les abra el camino.
ResponderEliminarLa Luna siempre ha sido compañera de los más audaces, Gaspar. No me resulta difícil verte navegar en las frías noches de invierno, por esos mares encendidos de luna.
ResponderEliminarUn abrazo.
hola Marisa, bellas palabras, me gusta lo que escribes, gracias por compartirlo,te encontré n un blogg común, si te gusta la poesia, te invito a mi blogg es
ResponderEliminarhttp://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
muchas gracias, buen día, besos
Hola don vito. Me encanta la poesía, asique estaré encantada de pasar en breve por tu blog.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
Un beso.
Marisa tus palabras me transportan a noches de luna en el Teide, majestusosas y embriagadoras.
ResponderEliminarMe alegro de haber conseguido eso, Cuarentañera. Todas las noches de luna llena tienen algo de mágico.
ResponderEliminarGracias por tu visita y tus palabras.
Un saludo.
Es increíble como inspira la Luna, y es cierto lo que decís, las noches de luna llena son mágicas y tienen tanto que ver con los sentimientos!
ResponderEliminarBellísimo relato.
Abrazos.
Es un placer que te haya gustado, Adriana.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Marisa!
ResponderEliminar¡La propia narración es un poema! envuelves de preciosísmo a la luna y a los amantes. Lleno de retórica literaria, el desarrollo de "Era una noche cualquiera" llega a la reunión de los amantes, entre imagenes y metáforas a la contemplación de la luna llena, al estadio deseado del amor... ¡lírico!
Muy bonita construcción, a un ritmo leve, musical, intenso en imagenes.
Un abrazo
Vengo a mirarme en tu espejo y me refleja la luz de tu luna que me hace compartir tu relato.
ResponderEliminarPrecioso, un beso.
Gracias por tus palabras, Antonio. La narración es un poema porque de eso se trata, de prosa poética. Me alegro de que te haya gustado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tony, estás invitado a mirarte en mi Espejo siempre que lo desees. Gracias por tu visita y por tus también preciosas palabras.
ResponderEliminarUn beso.
Buen relato, la luna recibe todos las historias y las guarda en su cara oculta. Muy bello es casi un poema.
ResponderEliminarmariarosa
La cara oculta de la luna tiene muchos secretos, estoy de acuerdo contigo, Mariarosa. Gracias por tus bellas palabras.
ResponderEliminarUn abrazo.
He de confesar que "una noche cualquiera" está siendo uno de mis relatos preferidos.Ese estallido silencioso, esos labios que tatuan suspiros, ese coger las lámparas de las estrellas, me han atrapado en su influjo que es el tuyo, me resulta vibrante la combinación que formas entre esa la luna llena que refleja la luz en todo su semblante , siempre enigmática y preludio de algún suceso por acontecer,la ambientación que presentas de la narración, y ese ansiado encuentro de los seducidos y flechados. Es hermoso el halo que recubre esta descripción, pero es mucho más precioso que alguien te traiga la espléndida, la fascinante... la Reina del Cielo ¿inalcanzable?
ResponderEliminarMe ha parecido Brillante...como la luz de tu luna.
Seducidos sí, flechados...no sé yo...jjj.Gracias por todo lo que me dices, Bea,brillantes y bellas también son tus palabras. Siempre que quieras mirar la Luna lo puedes hacer en mi blog, en la parte izquierda, quizá así sea menos inalcanzable.
ResponderEliminarUn beso muy fuerte, querida amiga.