ROMANCE II
JARDINES LEJANOS
En el patio de la infancia
anida el jardín del sueño,
el arco iris bebió el verde
del pozo de los deseos.
Tréboles de cuatro hojas
buscan páginas de cuentos
para dormir la ilusión
entre la nana del tiempo.
No hay flores que sean flores
en el jardín del recuerdo,
allí son tiaras de reinas,
guirnaldas de dulces besos.
Inocencia de princesas
buscando el azul del cielo,
caballeros con espadas
forjadas de honor y juego.
Sonrisas de chocolate
brotan entre los cerezos
que ofrecen zarcillos rojos
engalanando al anhelo.
Esos jardines lejanos
vuelven hoy de su trayecto,
no hay reflejos en el pozo,
pozo de deseos seco
y de ortigas coronado.
Marchitos tréboles muertos
yaciendo en amarillentas
páginas de un libro yerto.
Mil guirnaldas destronadas
en pétalos por el suelo,
mil vestidos de princesas
ajados por el acero
de espadas hijas de yunques
del príncipe azul sin beso.
Las cerezas ya no huelen
al color del sueño eterno
sino a jardines lejanos,
a sombras de sentimientos.
Este es el primer poema que leo de tu blog y me encantó, me quedaré un rato más.
ResponderEliminarBesos.
Hola Marisa,
ResponderEliminarEl amor se mezcla con el espíritu de un multicolor niño, puro y simple. Cuando haya terminado, deje que el dolor. Cuando muere, deja el vacío casi eterna, para renacer en otro lugar. La semilla debe morir para germinar.
Un abrazo!
"Al color del sueño eterno"...¡MARAVILLOSO!!!!. Me ha gustado mucho tu "Romance II" porque comienza con luz, color y esperanza en un ambiente inequívocamente medieval y onírico. Pero lo que más me gusta es cómo se funde en sombras, a mitad dcel poema para acabar de noche. Besos, Marisa.
ResponderEliminarMe encanta la progesión de la luz a las sombras que nos oreces en este bellísimo poema! Como la propia naturaleza, una contínua progesión! bello y sincero
ResponderEliminarBesotes
MUCHITA:
ResponderEliminarEs un placer que te haya gustado. Puedes quedarte por aquí todo el rato que quieras.
Bienvenida al blog.
Un abrazo.
Marisa, de la inocencia del niño al miedo adolescente, nunca jamás podremos volver, pero el sol, otro sol, amancerá.
ResponderEliminarme llegó de nuevo tu sensibilidad, un placer
Los tréboles de cuatro hojas, Marisa, son difíciles de encontrar y el color del sueño eterno, que anida en el jardín de infancia, se puede decolorar.
ResponderEliminarLos pétalos ajados por el duro acero, cuando mueren, secan el pozo de los deseos y el polvo de la arena de su fondo se esparce por el desierto de la transformación.
Marisa, te agradezco el poder disfrutar de unos versos que provocan una multitud de sentimientos tan potentes como su representación metafórica.
Excelente romance. Excelente metáfora. Excelsos sentimientos.
Un fuerte abrazo.
WILL:
ResponderEliminarNa verdade, Will, a inocência das crianças pode ser comparada com a inocência do amor que começa a bater. A passagem do tempo é sempre acompanha a morte ea dor, mas como muito bem diz, a semente deve morrer para germinar.
Estou contente por sua visita.
Um grande abraço.
MARCOS CALLAU:
ResponderEliminarMe gusta esa gradación de la luz que se funde en sombras que has captado del poema.
En realidad, comienza describiendo el paraíso perdido de la infancia, donde todas las cosas que nos rodean son traducidas a belleza, juego e inocencia que, el paso del tiempo, acaba aniquilando de alguna manera al pasarlas por el tamiz de la realidad.
Nunca hay que perder esa inocencia de la infancia. Yo me niego.
Sí, sin pretenderlo he hecho un guiño a tu blog con lo de "el sueño eterno" que, en este romance es sinónimo de las ilusiones, anhelos y felicidad de la infancia.
Celebro que te haya gustado, Marcos.
Besos y buen fin de semana.
JO GRASS:
ResponderEliminarEsa progresión de luz en sombras es el reflejo de la progresión del paso del tiempo, comenzando con reflejos intensos de la niñez para terminar albergando alguna que otra sombra propia de la adultez.
Es un placer que te haya gustado.
Besos, Jo.
De pequeños vivimos con sueños por cumplir que nos va alimentando una ilusión, pero pasa el tiempo y los sueños desaparecen y la relidad lo va invadiendo todo. Creo que debe siempre quedar un poso de ilusión, para que nos incite a seguir luchando por vivir.
ResponderEliminarUn saludo, Marisa.
PILAR:
ResponderEliminarPrefiero pensar que se pueden tender puentes en lugar de muros, entre esa inocencia infantil y ese miedo adolescente y/o adulto.
El placer es mío, Pilar. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo y buen fin de semana.
El primer conocimiento del amor nos deja un aroma que nos guiará por siempre. Aun cuando la memoria dibuje de amarillo marchito esos sueños-sensaciones, sucede cuando la piel reconoce ese aroma en otra piel, entonces sudece que la chispa incendia la pradera de nuevo. Al final del extasis queda un trebol de cuatro hojas flotando en el cuerpo exhausto...
ResponderEliminarmi beso
ANTONIO CAMPILLO:
ResponderEliminarLos ojos de la infancia convierten todos los tréboles en tréboles de cuatro hojas. Recuerdo como se cumplía el sueño de encontrarlos mediante la "trampa" o la magia, según se mire, de dividir una de sus hojas en dos. Sueños de probabilidades imposibles que la ilusión y anhelo de un niño puede conseguir de la manera más sencilla.
Esto es destruido por el paso del tiempo. Ahora buscamos lo real y posible, no el sueño ni lo imposible, sin saber que "creer es hace posible lo imposible".
Celebro que te haya gustado, Antonio, gracias por tus palabras tan amables y llenas de cariño.
Un fuerte abrazo también para ti.
VALVERDE DE LUCERNA:
ResponderEliminarEfectivamente, ilusión. A pesar del tono oscuro que va adquiriendo el romance en sus últimos octasílabos, busca una provocación para que nunca abandonemos esos sueños que nos obstinamos en impregnar de realidad, sin darnos cuenta de que su realización es más sencilla que su negación.
Un abrazo ilusionado, Valverde.
EL MAGNETISTA:
ResponderEliminarEse trébol de cuatro hojas, explorador incansable del aroma de la otra piel, es portador del deseo que flota en el cuerpo exhausto de quien lo encontró.
Preciosa tu metáfora.
Mi beso de cuatro hojas.
Es verdad que la inocencia y la ilusión de la niñez desaparece con la madurez, pero no debe ser eso un trauma. A veces pensamos: Qué bonito sería tener la inocencia del niño. No sé si es eso lo mejor. Somos en cada momento, actuamos en cada caso, según nuestra propia naturaleza dispone. Fuimos niños una vez, dejemos que ahora lo sean los demás. Preciosa forma de contar la realidad. Un abrazo.
ResponderEliminarPor mucho que la niebla y las sombras se empeñen en engullir el reino fabuloso de la infancia, sospecho que hay niñas que nunca dejarán de regar piruletas de colores con la regadera roja. Sospecho también que tú eres una de ellas. Me gustó muchísimo. Un beso, Marisa
ResponderEliminarEsta tarde de primavera soleada, me has trazado con tu poema un viaje, no previsto, al pasado y a ese andar y desandar que trama la infancia y plasma la realidad del tiempo sobrevenido.
ResponderEliminarSi hay un espacio común en la niñez es el patio, de ahí parten todas las rutas imaginarias transitadas o proyectadas; ahí llegan o se van mil personajes, peripecias, deseos, sueños...
Vas hilvanando el poema de una forma magistral: de las ilusiones enlazas con las vicisitudes del tránsito por la vida hasta concluir al socaire de "las sombras de los sentimientos"
Evocación, nostalgia, sonrisa a la foto en blanco y negro, cierta tristeza, y ese fluir del poema rápido, vivaz como el tiempo que nos lleva.
Es un gran placer leerte
Un abrazo
Cuanta ternura Marisa! me recuerda a las canciones de cuna que tarareaba mi madre para que durmiéramos de niños.Exelente trabajo, amiga mía.
ResponderEliminarbesos
Que romance tan bien logrado!
ResponderEliminarQue el pozo de los recuerdos no se seque nunca, aunque tengamos que llenarlo de agua diariamente para seguir regando sueños.
Bellísimo Marisa.
Un fuerte abrazo!
La bella realidad de las vivencias de la infancia, de la que me alejé en su momento, y regreso por necesidad de vivir el cuento eterno y maravilloso.
ResponderEliminarBellísimo y directo poema, se agradece
Mil estrellas de alegría y chocolate
Sherezade
Me gustó la mirada noble del poema, las palabras sencillas y tiernas, la belleza inevitable de los que recién comienzan. Una hermosísima entrada. Llena de luz y cielos despejados.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Que la palabra clave es “jardín” no es un descubrimiento pero que los zarcillos engalanen el anhelo me ha parecido un sutil símbolo de lo que puede llegar a ser y no ha sido. ¡Muy bueno! Me gusta. Besos.
ResponderEliminarMuy machadiano tu delcioso poema. Esos jardines que se ven desde las soledades y galerías del alma. Jardines eternos.
ResponderEliminarMe gusta. Mucho.
AG
DESDELATERRAZA-VIAJARALAHISTORIA:
ResponderEliminarTu punto de vista es otra forma de verlo, claro Dlt. Evolucionamos con el paso del tiempo y se producen cambios que debemos aceptar, cambios que, naturalmente, no todos son negativos.
De ningún modo debe suponer un trauma, como dices, el abandonar esa niñez, pero considero que esa mirada inocente y honesta sobre la vida que tiene la infancia, no la debemos perder nunca. Creo que es lo que nos hace ser un poco mejores y, sobre todo, relativizar cosas negativas que nos pasan intentando verlas con los ojos de un niño.
Me alegro de que te haya gustado.
Un abrazo, Dlt.
ALMA:
ResponderEliminarTengo mi regadera roja siempre llena de agua en mi jardín repleto de piruletas. No, no te has equivocado,jeje.
Es un placer que te haya gustado tanto.
Un beso, Alma.
FELICIDAD BATISTA:
ResponderEliminarTambién es un verdadero placer leer tus comentarios, Felicidad. No solo escribes maravillosamente bien tus relatos, sino que interpretas los ajenos con atino y con belleza.
Me ha encantado esa idea que plasmas de que el espacio común de la niñez es el patio desde donde parten todas las rutas imaginarias transitadas o proyectadas. Cpoincido contigo. En ese patio eterno se encuentra ese jardín repleto de piruletas que considero que debemos seguir manteniendo para que la vida sea más amable.
También me ha gustado que hayas captado esa gradación desde la felicidad e ilusión plasmada en versos agrupados en cuatro (orden y concierto), hasta esas vicisitudes del tránsito por la vida, el choque con la realidad y las sombras de los sentimientos (expresado en una agrupación de versos no tan ordenada e incluso rompiendo el ritmo anterior del poema para plasmar ese cambio radical que marca la adultez).
En definitiva, es un placer que me leas. Me alegro de que te haya gustado.
Un fuerte abrazo.
De alguna manera siempre se anhela algo de nosotros o de un momento de nuestras vidas,
ResponderEliminarese niño llenos de ilusiones de fantasías , capaz de crear flores de caramelos ,, ese ser puro que un día fuimos,,, es el que mas anhelamos.
Niños que en algún momento se olvidaron poco a poco,
otros fueron arrancados de golpe,
y hay niños que nunca pudieron ser .
Poema bello Marisa,, a ese niño que todavía ,,
Sí , todavía habita en nosotros.
Abrazo y buen domingo.
HORACIO FIORIELLO:
ResponderEliminarMe alegra leer lo que me dices, Horacio. Ahora bien, la nana se acaba cuando lo hacen las agrupaciones en cuatro de los versos del poema. El tramo final es el inevitable choque con la realidad, donde se extinguen los pozos de los deseos, donde no hay tréboles de cuatro hojas, donde las flores no son coronas sino que están yertas en floreros, donde las princesas y príncipes azules ya no pueden vivir en castillos, y donde los zarcillos ya no se fabrican con cerezas. Creo que tu madre prescindiría de esta última parte.
Me alegro muchísimo de volver a verte por aquí, Horacio.
Un beso, amigo.
ADRIANA ALBA:
ResponderEliminarDe eso se trata, amiga, de continuar regando sueños para que nunca se marchiten y sigan teniendo vida.
Celebro que te haya gustado, Adri.
Un beso.
SHEREZADE:
ResponderEliminarExacto. A veces nos alejamos demasiado de ese paraíso perdido y creo que es necesario no perderlo de vista para poder mirar nuestra adultez con más entusiamo y honestidad.
Gracias por tu visita y es un placer que te haya gustado.
Un abrazo.
SALTAR DEL TREN:
ResponderEliminarMe agrada que te haya gustado. Sí, he buscado la sencillez en términos y construcciones para reflejar esa naturalidad que caracteriza a la infancia, esa infancia que siempre debemos cuidar.
Un fuerte abrazo.
Mª LUISA ARNAIZ:
ResponderEliminarBienvenida al blog, Mª Luisa, es un placer tenerte por aquí.
Te has fijado en una imagen del poema que puede pasar desapercibida pero que le tengo un especial cariño. Esos zarcillos infantiles elaborados con cerezas son casi autobiográficos; esos pendientes fabricados por la imaginación e ilusión de la niñez engalanando sus sueños, engalanan a la vez el anhelo, el deseo, la posibilidad de hacer posible lo que imaginamos con el único instrumento de querer hacerlo. Esta ilusión se va perdiendo con el paso del tiempo. Por ello, al final del poema, "Las cerezas ya no huelen /al color del sueño eterno/sino a jardines lejanos,/a sombras de sentimientos".
Me agrada que te hayas fijado en esta parte del poema. Gracias por tu visita y es un placer que te haya gustado.
Un beso.
ALBERTO GRANADOS:
ResponderEliminarEfectivamente, Alberto, es una alegría que alguien haya percibido esas resonancias machadianas en el poema (menos mal que no situé el patio en Sevilla,jejje).
Comentas con gran acierto que esos jardines lejanos se ven desde las galerías del alma, y aplaudo tu interpretación porque es justamente así como lo he querido expresar. Si no nos sitúamos en esas galería interiores, nos perderemos en el laberinto y jamás podremos vislumbrar esos jardines tan lejanos pero deseablemente cercanos.
Celebro que te haya gustado, Alberto.
Un fuerte abrazo.
LAUVIAH:
ResponderEliminarComentas algo que me parece muy importante, y es la desmitificación de la infancia desde la óptica de aquellos niños que nunca la pudieron tener o que fueron arrancados vilmente de ella. Y al decir esto no puedo evitar pensar en la dolorosa situación de los niños-soldados en África, donde son secuestrados por guerrillas armadas y arrancados de su niñez, de su inocencia, de su familia, de su pueblo. Sus manos no portan piruletas, ni sus cabezas tienen coronas de flores como tampoco se pueden engalanar con zarcillos de cerezas; sus juguetes son las armas que les obligan a llevar y utilizar incluso contra los de su propia sangre para garantizar que sean repudiados por su pueblo y evitar que escapen de este infierno. Estos niños no llevan espadas de madera para jugar como en mi poema, sino rifles cargados de violencia y de horror. No creo que estos niños cuando sean adultos (si llegan) quieran volver a esta infancia.
Aprovecho esta digresión que me has brindado para dar a conocer una Fundación sin ánimo de lucro, "El arca de Noé", que está haciendo tanto por estos niños africanos, acogiéndoles durante la noche en un albergue que han construido para impedir que puedan ser raptados por las guerrillas. Durante el tiempo que pasan allí, vuelven a su infancia y a sus juegos, ejercen su derecho de ser niños del que le privan la violencia y la intolerancia de su país. Te invito a que veas algún vídeo y reportaje que esta Fundación tiene colgado por Internet.
Muchas gracias por este enorme e importante matiz que has introducido en mi entrada, Lauviah.
Un fuerte abrazo y buen domingo.
Hola Marisa, un día me encontré un trébol de cuatro hojas y pensé, que suerte, y mis sueños se cumplieron y luego, como quería más, volví a buscar más tréboles que me hicieran soñar para que se cumplieran mis sueños, no los encontré, pero otros sueños se cumplieron. Desde pequeños nuestras fantasías nos hacen soñar y aunque nos hagamos mayores la fantasía sigue flotando alrededor, si se quiere. No son los sueños que se han de cumplir, lo importante es tener siempre la ilusión de un sueño, y la fantasía suficiente para que se cumpla.
ResponderEliminarQue crezcan en nuestros jardines muchos tréboles y aunque no sean de cuatro hojas, como si lo fueran, así seguro que todo se cumple.
Un fuerte abrazo Marisa.
Hola guapa,
ResponderEliminarPrecioso romance de versos octosílabos con una perfecta rima asonante. Enhorabuena, compi!
Besos
La gradacion de la Luz como simbolo de crecimiento... que bonito y sugerente. Como un dia ciclico que se repitiera en cada vida humana.
ResponderEliminarA mi me consuela pensar que si aun recordamos esa luz - y tu parece que lo haces, si escribes sobre ella- es porque aun la llevamos dentro.
Me gusta pensar que tambien las puestas de sol pueden ser hermosas, no solo el amancer... y ademas, nos pillan con mas tiempo, experiencia, gusto y capacidad para maravillarnos.
Besitos irisados.
TONY:
ResponderEliminarCelebro tu suerte de encontrar un trébol de cuatro hojas. Yo hace mucho tiempo que no los busco, quizás por el "modus vivendi urbanitas", pero en mi infancia me encantaba hacerlo. ¿Lo encontré alguna vez? No sé si ese trébol de cuatro hojas fue encontrado o soñado, opto más bien por lo segundo, y aquí enlazo con mi poema y con una frase de tu comentario que me ha encantado:
"No son los sueños que se han de cumplir, lo importante es tener siempre la ilusión de un sueño, y la fantasía suficiente para que se cumpla".
Yo también te deseo jardines repletos de tréboles de cuatro hojas (me han dicho que crecen entre las piruletas...;-) ).
Un beso, Tony.
AIRAMA:
ResponderEliminarMe gusta que te hayas fijado también en la forma del poema, compi, octosílabos asonantados que caracterizan al romance.
Me lees hace tiempo y por eso sabrás que ya he manifestado en más de una ocasión que soy un poco (o un muchito) anárquica con los condicionamientos métricos que, en mi opinión cuidan quizás más la forma de la composición en detrimento del contenido al que encorsetan en la censura de normas rígidas. No obstante, tengo que reconocer que, incluso mi anarquía se rebela contra su propia esencia y, a veces, me reto a mí misma yendo por senderos líricos cuadriculados.
Me alegro que te haya gustado.
Un beso y buen domingo, compi.
PRUNUS AVIUM:
ResponderEliminarEl primer párrafo de tu comentario me ha parecido un preciso y precioso regalo interpretativo, con un gran lazo incluido, de mi romance. Gracias Prunus.
Yo creo sinceramente que todos guardamos esa luz de la infancia en nuestro interior. Pero quizás a veces la ocultamos porque pensamos que nos puede hacer más vulnerables o ingenuos frente a los demás. Es obvio que es necesario saber defenderse con armas adultas en un mundo en manos de adultos, pero esa capacidad para soñar y esa ilusión inmaculada de la infancia, pienso que es beneficioso que no la perdamos. Yo al menos, me resisto y, aunque lo intentara, sé que no lo conseguiría. Y esto me gusta.
Besos llenos de reflejos irisados del pozo de los deseos.
Qué precioso romance y noto en él, además de la belleza y gama de imágenes una influencia sublime del inolvidable García Lorca. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLa pérdida de la inocencia oscurece la vida, deja sin nitidez los colores...pone tonos grises donde antes había blanco resplandeciente bajo sombras caprichosas de sol. Los colores pierden su brillo, pero yo nunca cerraré la puerta a esa luz de la infancia.
ResponderEliminarBello poema, Marisa, miraré a ese jardín desde tu ventana, y como tú con una regadera siempre a punto...
...y siempre pensando en los poemas que me dices...
Un beso muy fuerte, Marisa.
cómo nos marca la infancia, verdad? una vez que la sobrepasamos, inetntamos más de una vez recuperar esa inocencia
ResponderEliminarbeso
EL DRAC:
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Los tintes lorquianos que ves en mi romance son más que halagadores por la comparación. Gracias.
Un fuerte abrazo.
MARIÁN:
ResponderEliminarEstoy contigo. Una justa dosis de inocencia pone irisadas tonalidades a ese gris, y brillos a colores mates de nuestra adultez.
La clave está en la regadera roja... ;-)
Gracias por tus palabras, Marián.
Un beso muy beso.
JAVIER:
ResponderEliminarYa lo creo, Javier. La infancia son los cimientos para cualquier construcción posterior. Quien no pierde esa inocencia, no tiene que recuperarla...;-)
Me alegro de tu visita.
Un beso.
Tus poemas siempre huelen
ResponderEliminara un tiempo misterioso...
¡Todo azul y todo verde!
¡Todo luces refulgentes
agasajando a los ojos! Felicidades.
Regreso del breve viaje de fin de semana a este relajante lar, con su vergel rubeniano y recuerdos machadianos(como ya constató Alberto) en una mezcla de imágenes sensoriales acrisoladas en una moderna secuencia cinematográfica (de sueño eterno y jardines lejanos) con el inconfundible sello de Marisa.
ResponderEliminar¿Se puede pedir más para acabar la semana?
Besos con cerezas
Bello. Me quedo rumiando los últimos versos, rescatando el sabor de sus palabras.
ResponderEliminarSaludos
JULIO DÍAZ-ESCAMILLA:
ResponderEliminarMuchas gracias, Julio. Los colores siempre nos hablan de tiempos misteriosos. Hay que conocer la manera de mirarlos.
Un abrazo.
MIGUEL COBO:
ResponderEliminarEspero que esa escapada de fin de semana haya sido placentera, Miguel.
Como a Alberto, te digo que me alegra mucho que hayáis detectado esas notas machadianas, y, en tu caso, añades notas modernistas rubenianas que, efectivamente están. El patio no es sevillano, y la princesa no está triste, pero ambas imágenes pululan por el texto de alguna manera.
Sinceramente, es un verdadero lujo teneros como lectores a ambos.
Recojo tus besos y con las cerezas me hago unos zarcillos.
HORACIO:
ResponderEliminarMe alegro de verte de nuevo por aquí, Horacio. Esos últimos versos a los que aludes, encierran el significado simbólico de esa transición de los dos estados: la niñez y la adultez.
Es un placer que te haya gustado.
Saludos.
Marisa: Bello poema de ayer y de hoy…Los escalones del tiempo…La niña ha crecido, la regadera oxidada, las piruletas se las comió algún cacique, y el jardín hipotecado, a subasta, en algún banco de crédito llamado “de ahorros”, cuando precedentemente se llamaban “usureros”…Recuerdos de flores aplastadas, secas entre las páginas de libros, tréboles imaginarios y la escuela de la niñez, con nidos de sueños en sus cornisas.
ResponderEliminarCreo que cuando uno es niño, no juzga el dolor...sino que lo percibe como natural. Así aunque de pequeños hayamos sufrido, luego solemos recordar la infancia con nostalgia...Lo llamo: "aquellas alegres infancias desgraciadas"...Todo queda en el subconsciente, tal vez en otra etapa, éste, despierte embravecido, desemboquen los ciclones del pasado y lleguen las depresiones y dolencias del alma... No deja de ser surrealista que recordemos tan poco la infancia, habiéndola vivido...las percepciones de la mente son increíblemente asombrosas...la pureza de sentimientos y sensaciones que se suceden a esa edad, siempre trascienden nostálgicos y entrañables (no hay que olvidar que los niños también pueden ser crueles...quizá sin saberlo, la inocencia del desconocimiento). La amistad, cuando niños es íntima e intransferible, lo darías todo por este sentimiento...Luego la vida cambia, crecemos en tiempo y morimos en muchos aspectos, los adultos destruyen la infancia...Abrazos efusivos de cariños, de seguir siendo inocentes en esta tierra…culpable de ignorancias
He querido hacer un ejercicio de memoria y acordarme de las flores de mi niñez y me vienen a la memoria las amapolas que sobresalían en los campos de espigas donde parecía que estuviesen solas, el rojo no es mi color favorito y ni si quiera lo es la amapola pero es de esas imágenes grabadas a fuego que no se borran.
ResponderEliminarLo curioso es que siendo un niño de ciudad, he pasado en el campo mucho más tiempo de lo que lo pasarán chicos de pueblos de hoy, porque yo he visto vacas y gallinas que ahora sólo ven en el National Geografic.
Besotes y bonita semana.
No son dos mundos diferentes sino dos maneras diferentes de ver el mundo. Una edad primera con toda la belleza y el ensueño que la rodean y luego el mismo ser humano ya más añejo en un paisaje oscuro, complejo y duramente real. Nos volvimos más concientes, menos inocentes, más pensantes, menos soñadores, llegó el hombre para quedarse, se fue el niño para no volver.
ResponderEliminarPocos son los seres que son capaces de mirar como antes los paisajes de siempre. Hay que tener como tú el corazón limpio y el espíritu noble de una criatura para poder convertir en letras esas hermosas visiones que solo los escogidos pueden ver.
¡Saludos!
Qué hermoso romance, Marisa!! Te felicito, me trajo muchísimos recuerdos, gracias.
ResponderEliminarSaludos
J&R
KIMBERTRANCANUT:
ResponderEliminarTu comentario me parece más que acertado, además de pura lírica, querido Kim.
Cuando hace un par de semanas publiqué en el blog una entrada sobre Punset y su libro "El alma está en el cerebro", ya comenté que nuestro cerebro, y por tanto nuestra memoria, selecciona aquello que nos produce placer y desecha aquello que nos incomoda. Punset decía que al cerebro no le interesa contarnos la verdad sino intentar que seamos felices o al menos, que nos encontremos bien. Digo todo esto en relación con algo que comentas y es que, aunque hayamos tenido partes de nuestra infancia calificables como desgreaciadas o no del todo satisfactorias, siempre la recordamos como ese "paraíso perdido". Y es cierto. Naturalmente, la mano de nuestro cerebro se ve muy claramente.
Pero a pesar de esos condicionamientos externos que pueden alterar nuestra infancia,en mi poema me estoy refiriendo más bien, a esas sensaciones internas (y ajenas a casi todo lo externo) que son fruto de la ilusión, imaginación , sueños e inocencia de un niño, que son capaces de transformar la realidad a su antojo. Ese creer siempre en algo y, lo que es más importante, creer que es posible su realización solo es posible en la infancia. Los adultos somos demasiado cobardes para soñar, creer o imaginar posible una realidad mejor.
También tienes razón en que los niños son muy crueles, verdaderos tiranos; pero la explicación está en lo que dices: ven la vida con tanta naturalidad e inocencia que sus acciones no son reflexionadas y pasadas por el tamiz de lo que es bueno y lo que es malo. Actúan siguiendo los instintos más naturales, y esto tiene su parte romántica (su gran capacidad para soñar) y su parte censurable (siempre bajo cánones adultos) como esa "crueldad" de la que hablamos.
Siempre un placer leerte, amigo. Mis abrazos también son de deseos de inocencia que nos haga ser algo mejores.
ÁNGEL IVÁN:
ResponderEliminarEs curioso, yo también tengo algo que contarte de las amapolas.
El color de la amapolas y el olor de las lilas me transportan a la infancia. Haciendo memoria, como tú, sobre las flores de tu infancia, esas dos son, sin duda, mis máquinas del tiempo.
Como bien dices, son imágenes grabadas a fuego que no se borran porque, como ya he dicho en otro comentario, lo vivido y sentido en la infancia son los cimientos claves y casi indestructibles sobre los que se edifican el resto de nuestro paseo por la vida.
Besos también para ti y buena semana.
(Y tienes razón, las vacas y gallinas algunos alumnos las consideran especies en riesgo de extinción...;-) )
JUAN CARLOS:
ResponderEliminarEres muy amable con tus palabras, Juan Carlos. Procuro que ese corazón y ese espíritu no se enloden con este "mundanal ruido" pero algo siempre salpica. No obstante, mi empeño no cesa en seguir regando esas piruletas del jardín con mi regadera roja: aún no he perdido la esperanza de que algún día crecerán y se multiplicarán (nadie conseguirá hacerme pensar lo contrario).
Gracias por tus hermosas palabras. Tu segundo párrafo, sinceramente, me ha emocionado.
Un abrazo, Juan Carlos.
De la ternura al rigor metálico de la adultez, a la aridez de nuestro ir cuesta abajo, como individuo, como especie...me sentí abrigado y luego abandonado...Bello poema.Besos.
ResponderEliminarPD: muchas gracias por tus comentarios.
PALABRAS COMO NUBES:
ResponderEliminarGracias a ti por emplear tu tiempo en leerlo. Es un placer que hayas disfrutado con él y te haya hecho viajar a esos "jardines lejanos".
Un abrazo.
JAVIER F. NOYA:
ResponderEliminarDebiéramos aprender algo de lo que dices, Javier. Efectivamente, del abrigo al abandono. Quizás debiéramos empezar a subir pendientes ascendentes y no descendentes.
Me alegro de que te haya gustado.
Besos y no hay nada que agradecer, me gusta como escribes y así te lo manifiesto.
Me trajo a la memoria su bello poema, tiempos infantiles, cuando me acostaba en el andén de mis casa, en un viejo pueblo colonial, Barichara, a contemplar las estrellas. Hay magia en sus versos, y es que la niñex es anímica...mirífica. Grato leerla. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarCARLOS AUGUSTO PEREYRA MARTÍNEZ.
ResponderEliminarEs un placer haberle despertado esos entrañables recuerdos iluminados en la noche de estrellas de la infancia.
Gracias por su valoración, la magia también la crea quien despliega sus emociones en la lectura de los versos.
Un abrazo, Carlos.
Marisa, muy bello poema que me "fuerza" a un ejercicio de la imaginación. Te cuento que soy de una ciudad de mar bastante rústica, en la que había flores, pero no jardines, esto es, las flores crecían según los caprichos de la Naturaleza. Lo que hace que cada vez que leo poemas relacionados con jardines, me traiga recuerdos mucho más tardíos de mi vida. No hay forma de asociar los jardines a la infancia o adolescencia.
ResponderEliminarAsí que tu texto hizo volar mi imaginación. Lo cual agradezco.
Te dejo un beso enorme.
Humberto.
Entrañables versos con sabor a infancia. Nunca deberíamos dejar morir el niño que todos llevamos dentro. Hay un verso en una canción de Sabina, concretamente ésta, que me encanta (minuto 2:05). Tu romance me lo hizo recordar (y creo que ya te la había enlazado en alguna otra ocasión, disculpa que me repita).
ResponderEliminar«Las cerezas ya no huelen
al color del sueño eterno »
Es curioso cómo nuestro cerebro tiene la capacidad de recordar olores durante años y años. Están ahí, latentes, algo tan abstracto como un aroma, y un buen día nos hacen regresar a aquellos maravillosos años. ¡Qué bueno! ^_^
Una entrada muy bonita, Marisa. Felicidades. Y un beso.
Impresionantes versos Marisa. Me han encantado. Gracias por tu comentario y por permitirme entrar a tu blog. La infancia la recuerdo confusa y estos versos también juegan con la confusión de imágenes y me ha llegado y no se por qué. Inexplicable, como la buena poesía no?
ResponderEliminarUn abrazo,
HUMBERTO DIB:
ResponderEliminarEsos "jardines" de los que hablo son metafóricos, Humberto, a pesar de que sí que los hubo en mi niñez y los disfruté muchísimo (el olor a hierba recién cortada siempre lo asocio al comienzo del verano).
Aunque esos jardines no existiesen en tu pequeña ciudad de mar, estoy segura de que habrá otros elementos que asocies indisolublemente a esa etapa y que te transporten a ese jardín tuyo tan particular.
Gracias a ti por pasarte por este rincón.
Un beso, Humberto.
KINEZOE:
ResponderEliminarGracias por esa bella canción que me has dejado de Sabina (no me la habías enlazado con anterioridad, creo que me confundes con otra,jajja). Ese verso del minuto 2:05 plasma con mucha exactitud esa idea que vengo defendiendo en esta entrada: jamás debemos dejar morir a ese niño que hubo y hay en nosotros, aunque a veces la vida sea incompatible con esa mirada de la niñez.
Gracias también por el enlace a "Aquellos maravillosos años", ¡qué recuerdos, Kine! Yo tampoco me perdía ni un solo capítulo de esa serie cuya canción del comienzo por Joe Cocker supera con creces a la originaria de los Beatles (estoy de acuerdo contigo).
Lo dicho, amigo, a seguir regando piruletas, buscando tréboles de cuatros hojas, o a seguir jugando a las canicas, que estoy segura de que eso sí que lo harías (¿no te vendrá tu afición a la Astronomía por ahí?,jejeje).
Me alegro de que te haya gustado la entrada.
Un besote, Kine.
PAPÁMBA:
ResponderEliminarGracias a ti por saber crear con la filosofía y la gastronomía una suculenta receta de vida.
Aunque tu infancia esté difuminada, seguro que hay algún jardín en un lugar apartado y difuso en el que aún crecen piruletas. Te están esperando para que crees una de tus originales recetas.
Gracias por pasarte por aquí, estás en tu casa.
Un abrazo.
Me encanto lo del principe azul sin beso, pero vamos, todo lo que lei es de aplauso, un gusto encontrar tus letras.
ResponderEliminarUn beso Marisa!
Solo alguien con tu exquisita mirada es capaz de hacernos volver la vista a la infancia y como en una nana de toda la vida, dejarnos mecer por tus palabras. La infancia siempre está en algún lugar de nuestra alma. Me gusta creer que podemos seguir regando nuestras piruletas infantiles. Gracias por tanta hermosura.
ResponderEliminarTienes el don, querida Marisa, de arrancarme más de una sonrisa.
Un abrazo de corazón y no pierdas jamás tu regadera roja.
Hola Marisa. Me ha gustado tu romance dedicado a la infancia, a ese pensamiento mágico que todos hemos tenido, envueltos en los relatos de Alicia, en las andanzas de Alfanhuí, en los cuentos clásicos; en los romances anónimos que se pierden en la noche de los tiempos, con su métrica de octosílabos.
ResponderEliminarDespués, ya adultos, perdemos el sentimiento mágico pero siempre queda la añoranza, que evocan nuestros hijos en su jardín de infancia.
Un abrazo.
SYD:
ResponderEliminarPues es un placer que te guste, bienvenido al blog, Syd.
Me ha gustado que te hayas fijado en la imagen del "príncipe azul sin beso", dice más de lo que quiere decir: cuando somos adultos los príncipes azules, ni son tan azules como creíamos ni nos despiertan con un beso...
Mi beso para ti.
MILU:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras tan cariñosas, Milu. Te aseguro que la regadera roja siempre la tengo llena de agua, que nunca llueve a gusto de todos y no se puede permitir que esas piruletas se marchiten...
Lo mejor de todo: haberte arrancado esa sonrisa :-)
Un beso enorme, querida amiga.
JANO:
ResponderEliminarGracias por esa canción de Serrat, es idónea para el sentimiento de este romance. Has citado a Alicia y me has despertado una sonrisa: "Alicia en el país de las maravillas" fue la primera novela que leí cuando aprendí a hacerlo, siendo una niña. Cuando posteriormente la releí, es curioso, pero esas sensaciones mágicas que experimenté años atrás volvieron con plena nitidez.
Me ha gustado viajar con tu comentario, en ese barco de papel de Serrat y por ese agujero que engulló a Alicia.
Un fuerte abrazo, Jano.
Se que el final invita a la tristeza por la pérdida, o tal vez a una muerte prematura y tremendamente dura de la infancia, pero si es por el discurrir sereno de la vida, la suerte aunque lejana, ha sido tu compañía, tener un periodo cuajado de tréboles y campanillas es un regalo del cielo.
ResponderEliminarComo siempre es un placer maravilloso saborear tus letras amiga
Mil besos
40AÑERA:
ResponderEliminarEl final es triste y real pero busca precisamente eso, provocar una reacción para que no abandonemos esos jardines lejanos repletos de tréboles de la buena suerte que siguen estando a nuestro alcance. Solo hay que cogerlos.
Me alegro de que hayas disfrutado de su lectura, amiga.
Un montón de besos.
Marisa:
ResponderEliminarquerida amiga excelente¡¡¡
todo ya se ha dicho a travès de los comentarios.
es un placer leerte.
besos
¿Dónde estaba escondida esta poeta?
ResponderEliminarQue belleza. Los recuerdos se hacen imágenes y las imágenes poesía. Felicitaciones.
Un beso.
mariaosa
Es como una nana lejana, tarareada, sencilla y triste.
ResponderEliminarFelicitaciones a rabiar.
Beso
Querida Marisa: el recuerdo y el patio de los primeros versos me condujeron al conocido poema de Machado; pero enseguida he advertido que está elaborado con tu esencia, intercalando profundas saudades. Un bello canto a la juventud vivida y recordada. Me ha gustado, pese a que ya sabes que los versos me cuesta digerirlos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y te deseo unas relajantes y merecidas vacaciones.
Un abrazo.
Hay una pérdida, sin duda, es irrevocable e ineludible. A veces pasa que nos llega la nostalgia y la presencia de esa pérdida se hace aún más visible. Hay una progresión en el poema, desde un punto a otro y yo como lectora hice ese viaje al leerlo. Una composición que sentí como una ronda... "todas ibamos a ser reinas".
ResponderEliminarMuchos besossss...
Ah... y como dice la Mistral: ser redondamente adulto tiene algo de monstruoso.
ResponderEliminarQuerida Marisa: Echaba yo en falta tu poesía y ésta cargada de imágenes de infancia me sobrecojen al saber de todos los sueños perdidos y nunca olvidados. ¿Por qué nos empeñamos en destruir de los niños esos bellos sueños?
ResponderEliminarNunca te faltará un beso de este amigo que ni es príncipe azul ni tampoco lo ha pretendido pero que te quiere y admira.
Buenos días..
ResponderEliminarSiempre de los recuerdos se aprende.. una belleza..como siempre un placer pasar a leerte...
Un abrazo de bella semana
NORMA RUIZ:
ResponderEliminarEs un placer que te haya gustado, Norma. Sí, los comentaristas sois muy amables con mis letras. Gracias por tus palabras.
Un fuerte abrazo.
MARIAROSA:
ResponderEliminarLa poesía no solo está en quien la escribe sino en quien la lee. Es un placer que hayas disfrutado de esta composición, Martiarosa. Gracias por tus amables palabras.
Un beso.
EFA:
ResponderEliminarEs curioso. Varios de los que habéis comentado el poema aludís a su semejanza con una nana tatareada. Y estoy de acuerdo con vosotros.
A mí también me han gustado tus palabras, Efa.
Un beso.
EL JARDINERO DE LAS NUBES:
ResponderEliminarQuerido amigo:
Efectivamente, el primer verso es un guiño a Machado que has percibido sin dificultad, cosa que no puedo ocultar que me agrada.
Gracias por tus amables palabras. Sé que los versos te cuesta digerirlos (como tú mismo dices), y también sabes que yo opto igualmente por la prosa poética; sin embargo, de vez en cuando me gustan los retos y también tengo que admitir que la poesía condensa en ocasiones vías más breves e intensas para transmitir emociones.
Gracias por tu visita, yo también te deseo una buenas vacaciones que, sin duda, nos hemos merecido en este cuatrimestre llamado "trimestre" (¡uf!)
Un beso.
EVA MAGALLANES:
ResponderEliminarMe agrada muchísimo que hayas percibido esa progresión en el poema, no solo del paso del tiempo sino también de la metamorfosis de emociones y percepciones que sentimos.
¡Ah! y esto completamente de acuerdo con las palabras de G. Mistral (al Principito le hubiesen encantado...)
Gracias por tu visita.
Besos, Eva.
RAFAEL MULERO VALENZUELA:
ResponderEliminarMi querido Rafael:
Has definido con mucha exactitud y belleza el mensaje del romance:
"sueños perdidos y nunca olvidados"
Has condensado en esta frase muchas sensaciones que he pretendido transmitir, y me ha encantado que lo hayas hecho.
Las últimas palabras de tu comentario son preciosas, amigo, y quiero añadir que eres mucho mejor que un príncipe azul, eres una bella persona y un magnífico poeta al que estimo y admiro.
Muchas gracias por estas palabras, Rafael, a ti tampoco te faltará nunca un beso de la niña de la regadera roja.
BALOVEGA:
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, de los recuerdos siempre se aprende. Creo que nunca hay que dejar de observar nuestras huellas pero sin perder de vista el nuevo horizonte.
Un fuerte abrazo también para ti y muy bella semana, Balovega.
Qué te puedo decir, que ya sabes que tus letras generan imágenes vivas, coloridas, perceptibles con todos los sentidos!
ResponderEliminarLa frase clave me pareció "dormir la ilusión", que eso es lo que a uno le pasa cuando va creciendo! Lo ideal sería que uno sea capaz de mantener despierta esa ilusión, esa vivacidad, esas ganas de sorprenderse con la vida, como un inocente niño! Bello!
Abrazos!
EL SEÑOR DÁLTANOS:
ResponderEliminarEstoy contigo: ilusión e infancia son dos términos indisolublemente unidos. Quizás esto sea razón suficiente para no perder nunca ese carisma de niños.
Muchas gracias por tus palabras. Celebro que te haya gustado.
Un fuerte abrazo.
Leo tu poema y me acuerdo hoy de mi primer amor de trenzas. Se llamaba Violeta y fue la primera voz de mi corazón, entonces blanco:
ResponderEliminar"Como una estrella,como una flor de almendro, como una almendra en leche..." (JRJ)
¿Por dónde andará, con quién estará, la niña del ceceo? ¡Hale, a ser feliz!
MANUEL MARÍA TORRES ROJAS:
ResponderEliminarEsos "Jardines lejanos" te resultarán conocidos: a JRJ le gustó ese título, pero a mí también.
Violeta sigue fastidiándote no muy lejos de tus dominios, con sus trenzas y su ceceo; solo tienes que ir a buscarla a ese jardín, saber mirarla e ir a pegarle un tirón de trenzas; en ese instante, todo volverá a ser como antes...
Gracias por esos versos inmaculados de tu "alter ego".
Mucha felicidad y caramelos, mi querido Guillermo.