Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca, debes rogar que el camino sea largo (…)
K.Kavafis
Mirar hacia abajo era ver el ocre del camino y el polvo jugueteando entre sus pasos dubitativos pero sólidos. Avanzar era futuro próximo y pasado cercano. Un paso hacia adelante suponía dos de vuelta. Mirar hacia abajo era seguir a su propia sombra, alargada por el sol que quedaba a su espalda , sol testigo y cobarde que prefería ocupar la retaguardia de sus recuerdos, y que ya buscaba perezosamente un lugar donde esconderse. En cambio , su sombra, espíritu de sí mismo, había optado por llevar la vanguardia, se había rebelado saliendo de sí mismo en busca de sus ilusiones, de manera que parecía marcarle el sendero por el que seguir. Mirar hacia abajo era evitar tropezar con altivas piedras o caer en baches cenagosos donde el hedor convertía el paisaje en blanco y negro. Giró la cabeza en un acto de valentía para ver sus huellas en el camino recorrido y solo encontró difusas marcas de cuello de cisne, interrogaciones sinuosas como áspides asfixiantes sobre el cuello de Cleopatra.
Mirar al frente era ver un minúsculo punto difuso en la lejanía al que apuntaban las dos líneas convergentes del camino. Era avanzar entre esas dos líneas siempre separadas a su lado izquierdo y derecho, pero siempre unidas en aquel punto remoto que se extendía constantemente en su retina. Mirar al frente era precisamente eso, fotografiar un horizonte que caprichosamente se miraba en el espejo de esta retina. Un horizonte pintado con acuarelas del alma, que ahora era cada vez más oscuro ya que la entrada de la noche y la tormenta habían decidido ser sus compañeras de camino. Mirar al frente era un pulso contra el fuerte viento que le empujaba hacia atrás, o hacia sí mismo, o hacia los áspides; el viento le parecía marcar un coto restringido al que sólo le está permitida la entrada a aquellos que formaron la tripulación de Ulises.
Mirar hacia arriba era mantener una lucha encarnizada con una luna llena y arrogante, cuya táctica de combate era esconderse , cuando lo tenía a buen fin, entre nubarrones negros que ella pintaba a su antojo de color blanco o grisáceo. Mirar hacia arriba era dejarse acariciar por una fina lluvia de seda que comenzaba a caer como lanzas inocuas sobre su cara. El hombre mojado no teme a la lluvia. No había amables estrellas que le orientaran en ese camino, las nubes las tenían encerradas bajo un negro telón; solo veía rayos bifurcados que marcaban mil direcciones y ninguna, trayectos confusos que en ocasiones volvían al punto de partida. Mirar hacia arriba no era elevarse sino recordar que estaba en ese sendero, sendero que a fuerza de andarse ya se estaba convirtiendo en camino.
Mirar hacia abajo, al frente o arriba, tener la mala fortuna de encontrarse con lestrigones, cíclopes o con el airado Poseidón, o tener la dicha de disfrutar de oasis de ensueño o paraísos soñados. Llegar al infierno o al nirvana. Había encontrado el secreto del camino, el disfrutar los placeres y sinsabores del trayecto, en gozar de su recorrido…Llegar al fin del sendero era llegar al fin de su libertad. Ítaca era la muerte, la vida comenzaba en el camino hacia ella.
Todo un prodigio. Me ha encantado, tu prosa en general y ésta en particular. También tus selecciones. Tienes buen gusto. Seguiré por aquí.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias por tu apreciación. Tus creaciones también son muy sugerentes y elegantes, a través de la sencillez y naturalidad, cosa que no es tan fácil de conseguir; no dudaré en seguirlas.
ResponderEliminarUn saludo.
Me encanta lo que escribes; ya lo comentaremos con más tiempo que siempre andamos liadas. Besos de una "zamorana" y una burgalesa
ResponderEliminar¡Gracias chicas! ¿sabéis que Zamora se parece mucho a Ítaca? Aunque no sé yo si por el Duero habrá mucha sirena de canto cautivador....Hablamos. Besos muchos.
ResponderEliminarITACA
ResponderEliminarI
Cuando salgas para hacer el viaje hacia Itaca
has de rogar que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de conocimiento.
Has de rogar que sea largo el camino,
que sean muchas las madrugadas
que entrarás en un puerto que tus ojos ignoraban
que vayas a ciudades a aprender de los que saben.
Ten siempre en el corazón la idea de Itaca.
Has de llegar a ella, es tu destino
pero no fuerces nada la travesía.
Es preferible que dure muchos años
que seas viejo cuando fondees en la isla
rico de todo lo que habrás ganado haciendo el camino
sin esperar a que dé más riquezas
Itaca te ha dado el bello viaje
sin ella no habrías salido.
Y si la encuentras pobre, no es que Itaca
te haya engañado.
Sabio como muy bien te has hecho
sabrás lo que significan las Itacas.
II
Más lejos, tenéis que ir más lejos
de los árboles caídos que os aprisionan.
Y cuando los hayáis ganado
tened bien presente no deteneros.
Más lejos, siempre id más lejos,
más lejos del presente que ahora os encadena.
Y cuando estaréis liberados
volved a empezar nuevos pasos.
Más lejos, siempre mucho más lejos,
más lejos, del mañana que ya se acerca.
Y cuando creáis que habéis llegado,
sabed encontrar nuevas sendas.
III
Buen viaje para los guerreros
que a su pueblo son fieles
favorezca el Dios de los vientos
el velamen de su barco
y a pesar de su viejo combate
tengan placer de los cuerpos más amantes.
Llenad redes de queridos luceros
llenos de aventuras, llenos de conocimiento.
Buen viaje para los guerreros
si a su pueblo son fieles
y a pesar de su viejo combate
el amor llena su cuerpo generoso
encuentren los caminos de viejos anhelos
llenos de aventuras, llenos de conocimiento.
Lluis Llach
Busca la canción en Google, merece la pena escucharla (Llach merece la pena siempre). Besos y buen fín de semana
Preciosa canción con dos partes muy bien diferenciadas. La primera es una versión muy fiel al poema de Kavafis, y en la segunda me ha impresionado como Lluis Llach conjuga el lenguaje épico ( "buen viaje para los guerreros"), con el lírico ( "tenéis que ir más lejos de los árboles caídos que os aprisionan"). El problema de la identidad y el de ser persona. Me parece un poema que constántemente te empuja con optimismo hacia adelante, te invita a pegar saltos por encima de esos troncos caídos que impiden ver el bosque.
ResponderEliminarUna joya, gracias por descubrírmelo.
Deseo un bon viatge a Ítaca per a tots els guerrers...
Besitos.
Yo no quiero llegar a Ítaca o a Duliquio o a Cádiz ni conocer ese monte Nérito de agitado follaje, ni saber de su agitada historia...como una mujer ultrajada, conquistada por piratas normandos, saqueada por otomanos, esclavizada por ellos, ocupada por francese, rusos e ingleses.Removidos sus pilares sistemáticamente por la fuerza de la tierra.
ResponderEliminarno, yo no quiero arribar en Ítaca. Elijo permanecer pululando por esta travesía que conduce hasta ella,empolvarme y embarrarme de lodo y fango y arañarme con las piedras del camino.
Marisa, tus relatos me conducen de vuelta al mundo de la ensoñación adolescente que ya casi tenía olvidada. Tus narraciones me cautivan porque hablan de veredas, de sendas por recorrer, de trayectos inacabados que esperan el devenir.
Contradicción de la vida, del mismo ser,el viajar hacia una meta guiados por nuestro anhelo al tiempo mismo el rechazo de comparecer un mal día al final, ese final que es la muerte,la pasividad, la negación, la desidia, la desilusión...el barco anclado negándose a navegar y mientras...agitando el pincel de la esperanza, alimentando las acuarelas de colores que dibujan el alma, muriendo a la vez que maquillando ese corazón temeroso, ese corazón latiendo... pero muriendo al final, sucumbiendo al desánimo.
Gracias, Marisa, por compartir una pizca de tu alma, una miga de tu ser.
Gracias a ti, Bea, por lo hermoso de tu comentario, por la poesía de tus pensamientos, por la acertada sensibilidad con la que has captado ese "viaje a Ítaca". Hemos sido y somos, durante mucho tiempo, compañeras de ese viaje, hemos arribado a muchos puertos y mercados fenicios, hemos sorteado muchas tempestades y hemos disfrutado de muchos días de sol y noches de luna llena... Algún naufragio también hemos tenido, pero hemos continuado el viaje en un bajel mejor que el anterior. Las olas que se rompen en las rocas de la costa siempre encuentran fuerza para volver a romper.
ResponderEliminarGracias amiga, nos vemos en...alguna parte de ese camino.