Fotografía: Tablas de Daimiel (Ciudad Real). Marisa Vegas
(Voces silenciosas IV)
SED DE TIERRA
Cuando el agua venció a la tierra
naufragando en el pozo del invierno,
se agitaron ramas ahogadas
en voces clamando auxilio.
Raíces aún ancladas
a la cuna de su semilla
son lentamente desterradas
de los surcos de sus dominios.
Sed de tierra,
se oyó gemir a la lluvia.
Espero, por el bien de todos, la tierra y la lluvia terminen de encontrarse y abrazarse y espero que no sea el puente de Abril que voy de a los Oscos, jaja
ResponderEliminarQue preciosa la foto de las Tablas :)
Un beso
ALMA:
EliminarEspero que esa unión de la que hablas no se produzca en ese puente a los Oscos. Que lo disfrutes.
Gracias por lo de la fotografía. Tú apunta también bien que en los Oscos tienes buena diana...
Un beso.
Ohhh!! Qué poema tan hermoso... esa sed de tierra que gime la lluvia...... y la fotografía, impresionante, qué azules...
ResponderEliminarUn abrazo!!
LAURA UVE:
EliminarEncantada de que te hayan gustado texto y fotografía.
Un abrazo.
La foto más hermosa no puede ser, Y el poema...ese último verso:
ResponderEliminarSed de tierra,
se oyó gemir a la lluvia.
Preciosismo que sale de ti, como siempre, Marisa.
Un beso.
MARIÁN:
EliminarLa foto es del año pasado, más o menos por esta época, cuando llovió tanto que inundó el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel -normalmente pasa grandes apuros por la sequía-. De ahí esos últimos versos que te gustan: lluvia sobre lluvia, reclamando tierra donde poder reposar.
Gracias por tu comentario.
Un beso.
Tienen que abrazarse "sed de tierra". Qué belleza de imagen y la tierra esperando apenas, un sollozo de lluvia.
ResponderEliminarUn abrazo grande
VIOLETA:
EliminarBienvenida al blog.
Sí, hoy por hoy, la tierra espera un sollozo de lluvia urgente, pero en la fotografía hecha el año pasado por estas fechas, la cosa era bien distinta: zonas de árboles inundadas en las Tablas de Daimiel por exceso de agua. Así es la vida: puro contraste...
Un abrazo.
Marisa,antes era Ml, mucho antes Sabela. Como tu entrada. "Así es la vida:puro contraste".
EliminarUn abrazo muy abrazo, cielo
VIOLETA:
EliminarMilu, Sabela o Violeta, eres siempre esa gran mujer y esa gran traductora de emociones y sentimientos que te hacen tan humana y que consiguen humanizarnos.
A pesar de tu decisión, miles de gracias por todo de lo que nos has hecho partícipes, con generosidad, elegancia y un lirismo de antología.
Te voy a echar mucho de menos. Mucho.
Besos sinceros.
Tus versos son como las ramas que claman en su belleza desesperada por la justicia del agua. Este invierno fue poco generoso y se hizo más prosaico: Sed de lluvia, se oyó gemir a la tierra.
ResponderEliminarVolvemos a nuestra naturaleza acuática, Marisa.
Besos desde el humedal.
MIGUEL COBO:
EliminarEsas ramas son de tarayes, el árbol por excelencia de las Tablas de Daimiel. Tienen la peculiaridad -aunque por la inundación no se puede apreciar- que sus raíces salen de la tierra al exterior creando una imagen típica de cualquier película de Tim Burton.
En la fotografía que dejo, ahora son las ramas las que claman auxilio por la inundación -foto del año pasado- mientras que actualmente, es la tierra la que gime la sed de lluvia.
Sí, amigo, entre ríos andamos y vivimos, esta vez, guadianescos...
Besos riográficos, siempre.
Cuando la inundación proclama su sequedad, quizá comience la esperanza para lo sólido, quizá para los bípedos, tal vez para despilfarrarla nuevamente, dejando al agua nuevamente sedienta. Besos. Por cercanías a ríos frenéticos, debo confesar que me ha angustiado un poco.
ResponderEliminarJAVIER F.NOYA:
EliminarSiento que te haya angustiado, Javier.
Aunque hubiera tierra, los bípedos racionales siempre preferirían navegar. Estamos condenados al nomadismo de nuestra propia existencia, de nuestro propio ser.
Siempre me gusta la profundidad que me dejas en tus comentarios. Gracias sinceras.
Besos, siempre acuáticos.
Y se oyó gemir a la lluvia y se oyó gemir las raíces acunadas por el agua.
ResponderEliminarFoto sin par.
Un beso ¡¡poeta y artista!!.
ANDRÉ DE ÁRTABRO:
EliminarGracias, Andrés.
Tengo que confesar que soy antipoética para mi creación, si acaso, provocadora de poesía. Yo solo me declaro entusiasta de tus poemas y, sobre todo, de tus inigualables fotografías.
Besos y cuídate.
Hermoso y breve poema y bella fotografía, Marisa, que lo dice todo.
ResponderEliminarLos dos elementos, de cuatro, que reconocía Empédocles de Sicilia (tierra, agua, aire y fuego), mezclándose para no cambiar, en un eterno ciclo de vida: amor (que lo une todo) y odio (que todo lo separa), en connivencia con nuestros sentidos para crear la belleza que percibimos. Los mismos elementos que contempla hoy la ciencia, con sus ecuaciones tan sofisticadas y sus elaborados conceptos, pero que son los cuatro elementos de siempre. Los árboles saben enraizar donde siempre lo han hecho.
Un beso.
JANO:
EliminarNo siempre el amor une, y no siempre el odio separa, querido Jano, como buenos hermanos de sangre que son ambos sentimientos, a veces intercalan sus papeles, el amor separando y el odio uniendo.
Pero como maravillosamente concluyes:
"Los árboles saben enraizar donde siempre lo han hecho".
Si a ti te ha gustado el poema y la fotografía, a mí me ha encantado tu lectura tan sutil. Saber leer entre líneas es un don enemigo de la torpeza.
Gracias y un beso.
Preciosa combinación la imagen que muestras y la que tus palabras recrean en mi mente.
ResponderEliminarSed de tierra, sed de agua, sed de vida.
PILAR:
EliminarEn definitiva, vida, sí, Pilar. No la habría sin agua pero tampoco sin tierra. Ambos elementos, aunque contrarios, están abocados a amarse para poder vivir.
Encantada de que te haya gustado.
Un abrazo.
Me podré prosaico y como la propiedad de los números al sumarse, por la que el orden de los sumandos no altera la suma, lluvia y tierra juntas también ofrecen el mismo resultado: la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
DESDELATERRAZA-VIAJARALAHISTORIA:
EliminarEfectivamente, Dlt, justo lo que decía en el comentario anterior. Lluvia y tierra, inexorablemente condenadas a amarse para que exista la vida. Nunca hubo dos contrarios tan complementarios.
Abrazo.
La tierra esa que echa raíces desde la humedad de unas gotas de agua.
ResponderEliminarUn beso.
MARÍA:
EliminarLas raíces solo pueden anclarse cuando existe un equilibrio entre la tierra y el agua. Cuando alguno de los dos elementos sobra, o falta, estas se acaban mutando en laberintos de su propio laberinto.
Bienvenida al blog.
Dos besos.
Dices bien, Marisa: este año es la tierra la que gime sed de lluvia...
ResponderEliminarHermoso poema para acompañar a una foto hermosa.
Un fuerte abrazo
XIBELIUSS:
EliminarEl año pasado por esta época -fecha de la fotografía- era la lluvia la que gemía sed de tierra debido a las inundaciones.
Hoy, un año después, es como bien dices, la la tierra la que gime sed de lluvia, debido a la sequía. (Sanabria también lo sabe)
Hasta el clima nos imita en nuestra variabilidad.
Encantada de que te gusten poema y fotografía, amigo Xibeliuss.
Un enorme abrazo.
Desearía que László Passuth leyese tus versos y los enviara a aquel dios de la lluvia que no dejaba de llorar sobre México.
ResponderEliminarProbablemente uniría para siempre cielo y tierra para que los tarayes pudiesen ayudar a sus raíces a ser cada vez más potentes.
Un fuerte abrazo, querida Marisa.
ANTONIO CAMPILLO:
EliminarNo he leído la novela de László Passuth a la que aludes, pero a los mexicanos les cayó más que lluvia y alguna tormenta, con la llegada de Cortés.
Los tarayes ya están entonando todas las danzas de la lluvia que conocen. Si no llega, el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel lo pasará mal, y mucho peor su refugio de aves.
Un gran abrazo, querido Antonio.
Marisa, la lluvia es tan apasionada y voraz que abandona las nubes para precipitarse sobre la tierra, cubrir su piel y engendrar vida.
ResponderEliminarEs bellísimo tu poema, sobre todo, en la textura de las palabras, en las imágenes que germinan.
La fotografía es otro poema en sí misma.
Abrazos
FELICIDAD BATISTA:
EliminarMuchas gracias, Felicidad. Eso es lo que buscaba el poema, que algo germinara, pero el exceso de lluvia -entonces- y la sequía
-de ahora- , no hacen más que maltratar a unas raíces ya maltrechas. La naturaleza también es cruel cuando se lo propone.
Encantada de que te hayan gustado el poema y la fotografía.
Abrazos, querida Felicidad.
hay bellas frases y coherencia en tu poema
ResponderEliminarun saludo
Roberto
sigue mi estela..
ROBERTO:
EliminarPues muchas gracias, Roberto. Nunca he sigo gran amiga de la incoherencia, solo en esos momentos íntimos de escarceos surrealistas.
He seguido tu estela y tu poesía me parece también muy coherente. Tengo problemas para dejarte comentarios debido a la "verificación de palabra" que tienes activada. Aun así, no dudes que lo seguiré intentando.
Bienvenido al blog y saludos cordiales.
Es curioso que le des la vuelta al concepto: no se trata de tierra ávida de lluvia nutricia, que es el esquema habitual, sino de lluvia ávida de tierra. Es una magnífica idea.
ResponderEliminarCreo que tengo que me comeré el coco con esta trasposición.
Digo como los anteriores comentaristas: magnífca imagen para un magnífico poema (acabo de leer en un blog llamado ojos de papel que en las tablets las editoriales electrónicas están empezando a servir "libros enriquecidos", es decir apoyados en imágenes, música y otros trans-contenidos: como tú).
Abrazo desde Granada.
AG
ALBERTO GRANADOS:
EliminarEsta idea de exponer mis fotografías y su traducción poética surgió hace unas semanas. Me propuse el reto de decir -casi- lo mismo a través de la imagen y a través de la palabra. Una imagen tiene menos lecturas que un poema, por tanto, a veces la comunión entre ambos es bastante subjetiva. Pero si consigo que os guste como te ha gustado para mí es una plena satisfacción. Gracias.
Las editoriales -los banqueros de los libros- no me extraña que estén ensayando esa técnica y otras más que inventarán o reinventarán porque lo están pasando francamente mal -te podría hablar de alguna táctica ingeniosa más que están utilizando para vender libros de literatura juvenil para estudiantes, pero esa es otra historia...-
Encantada de que lo hayas disfrutado. Sed de tierra o sed de lluvia, siempre los contrarios se complementan, aunque a primera vista pueda parecer lo contrario. Pero tú no me hagas mucho caso y no te comas mucho el coco.
Un fuerte abrazo, querido granadino.
Sed de tierra; una certera imagen sobre los campos anegados... me tocó ver algo muy parecido en la pampa argentina, donde una inundación impresionante se llevó un montón de parajes que hasta el día de hoy el agua está alli. Además de ver las copas de los árboles muertos, también pueden verse algunos postes de luz y cables: Es una imagen desoladora sin lugar a dudas.
ResponderEliminarPor eso el título del poema me parece todo un hallazgo,
me conmovió y me transportó a la memoria, un fuerte abrazo.
JUAN OJEDA:
EliminarEl año pasado por casi estas mismas fechas, la imagen que ofrecía ese Parque Nacional era la de la foto: completamente anegado (de ahí el título de la fotografía). Hoy, no solo el Parque sino España, sufre una seria sequía.
Ya ves que todo ha de tener su justa medida, agua y tierra, para lograr el equilibrio.
Un beso para ti y para tu Pampa.
Agua febril, azul, voraz...¡pobre tierra!
ResponderEliminarMANUEL MARÍA TORRES ROJAS:
EliminarLa voracidad siempre ha sido enemiga de la tierra -y de quien la pisa o pisotea-.
Un beso.
Pobres Tablas de Daimiel. Me temo que este año no presentarán ese aspecto que muestras en tu foto, de ahí la sed de tierra (de lluvia) que cantas en tu poema.
ResponderEliminarBesos
CARMEN BÉJAR:
EliminarEl año pasado, las Tablas de Daimiel, imprescindible reserva de aves, estuvieron a punto de perder la denominación de "Parque Natural", no solo por la extremada sequía sino por su acentuación debido a la abusiva explotación que se hacía -y hace- del Acuífero 23, principal fuente de agua de la cuenca alta del Guadiana, por parte de agricultores y pozos ilegales. Como ves, en la fotografía, el cielo tuvo piedad y no solo llovió sino que diluvió hasta extremos que se pueden observar en la foto.
Este año, la cosa es muy diferente. Voy a pasarme por allí a ver los destrozos de la sequía, pero me los imagino: lo normal es que las Tablas estén siempre jadeantes de agua, y no solo el clima es el responsable de tal atentado contra la naturaleza...
Besos, Carmen.
Que bueno, Marisa: sed de tierra; eso es lo que necesitamos, que sea la lluvia la que necesite a la tierra, que necesite desbordarse por nosotros. Increible metáfora. Besos.
ResponderEliminarPACO HIDALGO:
EliminarGracias, Paco. Encantada de que te haya gustado la composición. La sed siempre significa "necesidad de algo", por tanto, no creo que sea buena en ningún caso, ni de tierra ni de agua.
Besos y buen fin de semana.
Muy apropiada este poema en este momento, que sucediera que el agua ahogase a la tierra y no viceversa.
ResponderEliminarA pesar de la falta de agua, una poesía muy húmeda.
Un abrazo.
VALVERDE DE LUCERNA:
EliminarHe querido enseñaros esa fotografía de las Tablas de Daimiel anegadas que tomé el año pasado, como contraste a lo que ocurre hoy, no solo allí sino en casi toda España.
Hasta el clima es inclemente con nosotros...¡qué le habremos hecho! (o qué nos faltará por hacerle...) Creo que Sanabria también lo está pasando mal ¿no?
Un gran abrazo y buen fin de semana, Valverde.
Precioso!
ResponderEliminarSed de Tierra, una metàfora acertada.
Nuestro contacto con la Tierra es tan profundo, tan ancestral que esa sed viene de lejos.
Me encantò.
Besitos.
ADRIANA ALBA:
EliminarMe gusta tu lectura metafórica que, sin duda, también iba por ahí cuando compuse el poema. Más bien, la intención era casi exclusivamente esa.
En una lectura profunda -que diría Chomsky- en el poema late un deseo de pisar tierra ya de una vez por todas, y poder caminar. Navegar es muy placentero pero nuestras huellas se resienten ante tanta inestabilidad, e incluso llegan a marearse por el vaivén de las olas.
Qué bien me lees, Adriana, me encanta.
Muchos besos y buen fin de semana.
Hola Marisa te deseo¡muchas felicidades! en el día de la mujer, sin vosotras la vida no sería igual.
ResponderEliminardisculpa la ausencia por cuestiones personales.
un abrazo.
RICARDO MIÑANA:
EliminarMuchas gracias, Ricardo. Siento no poderte decir que yo también te felicitaré en el Día del Hombre, porque sencillamente, no lo hay. Lo cual me hace pensar...
No tienes que disculparte por nada. Las ausencias a veces son muy necesarias.
Un abrazo, poeta.
Cuando te pones poeta es que me dejas muda.
ResponderEliminarUn besote corazón y perdona mis ausencias
40AÑERA:
EliminarGracias, Cuaren, encantada de que lo hayas disfrutado.
Yo últimamente también ando con ausencias intermitentes. No tienes que disculparte por nada. Aunque a veces no se esté, se siente la presencia.
Me gusta que me leáis con placer, nunca como obligación.
Mil besos, querida Cuaren, y buen fin de semana.
buen final: lluvia y tierra.
ResponderEliminarDAVID C.:
EliminarGracias a ese final, lluvia+tierra, es posible la vida. Eso sí, siempre en la dosis adecuada.
Buen fin de semana.
Un poema para estas tierras, donde se avecinan lluvias torrenciales, que desgajan, desarraigan, inundan y dejan la sensación de tierra arrasada. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarCARLOS AUGUSTO PEREYRA:
EliminarQue esas lluvias torrenciales se den una vuelta por aquí, porque la tierra ya casi ha olvidado el sonido y el olor de la lluvia.
Un abrazo, Carlos.
Que bien has descrito la fuerza de las aguas cuando se desbordan sin control anegándolo todo.
ResponderEliminarLlovió en Roma mi último día y guardé el paraguas porque quise mojarme, hacía tanto que no me caía agua en la cara que se me había olvidado lo agradable que era, lástima que fue sólo un chaparrón.
ÁNGEL IVÁN:
EliminarPues si visitaste a la lluvia en Roma, ya valió la pena el viaje, Ángel, a pesar de los "avatares católico-servicieros" en el avión...:-)
Cuánto echo de menos esa lluvia en la cara...
Encantada de que te haya gustado el poema.
Un beso y buen fin de semana.
Bellas imágenes nos inundan del resquemor de la ausencia del liquido elemento imprescindible para vivir.
ResponderEliminarUn beso.
GAIA 56:
EliminarEncantada de que te hayan gustado las imágenes.
Hoy por hoy, sí, nos inunda la ausencia de ese elemento imprescindible para vivir.
Un beso.