Fotografía: Paz Barreiro
"Esperando a Ulises"
Acrílico sobre lienzo.65x54
(Mi agradecimiento a la magnífica pintora Paz Barreiro por su amabilidad para cederme la
utilización de la imagen de este maravilloso acrílico que pueden contemplar.
Les invito a que visiten su espacio porque es realmente espléndido. Belleza,
inteligencia, sensibilidad y arte garantizados.)
LA ODISEA DE PENÉLOPE
Me lo
preguntaste tantas veces como la luna se atrevió a rasgar la noche, y yo
siempre te contesté con un no mientras besaba el aroma de tus labios. Te
sonreía con mirada felina mientras repetía la negativa en el recodo de la tarde,
entrelazando juguetona mis dedos mentirosos entre tus manos, aquellas que
escribieron sobre mi piel caricias de trayecto tan palpitante como ahora
lejano.
Me lo
preguntaste cuando el día despertaba perezoso entre nuestras sábanas y cuando
la noche nos invitaba a extraviarnos en su oscuridad como animales
salvajes. Y yo siempre sembraba en los
surcos de tu pelo un no, mientras lo acariciaba y escondía en su espesura el
disfraz veneciano del sí.
Siempre te lo
negué con ese lenguaje que Judas enseñó a la humanidad.
Ahora, lo
confieso: te fui infiel. Infiel desde el alma hasta el pie. Tan infiel como la
luz a la noche, tan infiel como el sol con esas blancas y frías tardes de
diciembre.
Infiel hasta
la médula cuando tus besos apresurados no dejaban lluvia fértil en mis labios
sino desiertos silenciosos de dunas tras las cuales nunca encontraba ni tan
siquiera el espejismo de un oasis. Por eso, después de cada beso, al minuto te
era infiel, cuando iba errante a esos páramos e imaginaba labios hambrientos de
mi piel.
Infiel como
las flores al otoño, cuando mis palabras
se estrellaban con la ausencia de tu mirada.
Mi caligrafía verbal se despeñaba, entonces, por tus precipicios de silencios. Y estabas a
mi lado pero no estabas. Por eso me iba sin moverme de tu lado, y llegaba a acantilados donde el eco me
saciaba con respuestas que nunca florecieron en tu alfabeto de Babel.
Infiel como el
rosa al arco iris cuando mis lamentos y preocupaciones quedaban sepultados bajo
el lienzo blanco de tus pinceles callados. Tu ombligo era más importante que el
valle de mis lágrimas que siempre acababan desembocando en un mar repleto de
cementerios de tristezas. Era entonces cuando te era infiel, cuando emergía como
un tritón de las profundidades del océano e imaginaba una travesía dichosa
rodeada de abrazos que arroparan el frío de la travesía.
Sí, te fui
infiel, más infiel que los dioses ante las súplicas de los hombres, cuando
tejía al amanecer en el manto de Penélope las palabras de un te quiero y, al
caer la noche, deshilabas con indiferencia el tapiz de sueños con el que
intentaba vestir o disimular las estalagmitas de tu corazón. Entonces, era
entonces cuando te era infiel, cuando recogía del suelo los trocitos de un te
quiero lastimado, y los introducía por la boca de una botella náufraga que acababa
arrojando en un mar de lámparas de Aladino, deseando que arribara a esa isla
donde el puzle de mis palabras acabaran tatuadas en su orilla.
Amé mucho y
más. A otra persona, sí. Te fui infiel. Una y mil veces. Con quien más
ignorabas. Con quien más desconocías. Con quien más despreciabas. Conmigo
misma.
Precioso el giro que le das al relato...
ResponderEliminarFelicidades
Saludos.
ANIAGUA:
EliminarTu atenta mirada ha dado con la clave del texto a la primera.
Encantada de que te haya gustado.
Un abrazo.
Una preciosa odisea maravillosamente contada
ResponderEliminarA tanto llega su belleza que ignorante de mí, no habiéndola leído nunca. la leí detenidamente varias veces,.
El acrílico ¡Soberbio!.
Besos.
André
ANDRÉ DE ÁRTABRO:
EliminarSiempre se habla de la mítica y valiosa odisea de Ulises pero nunca de esas mujeres que están detrás de esos grandes hombres, de su odisea particular y doméstica. Ellas lucen, aunque sea en la sombra.
Estoy de acuerdo contigo: el acrílico de Paz es soberbio.
Besos, Andrés.
Penélope engañaba a sus pretendientes esperando a Ulises, aunque en tu caso, le das un final inédito y sorprendente, una odisea distinta.
ResponderEliminarUn abrazo.
VALVERDE DE LUCERNA:
EliminarEsa Penélope del texto es una metáfora de esas mujeres anuladas o infravaloradas que, por fin un día despiertan de la ceguera y deben quererse así mismas porque querer a la persona con la que están solo es fruto de sufrimiento. La única infidelidad que se debe tolerar es la fidelidad a uno mismo.
Me alegro de que te haya gustado el giro del final: ahí radica el tema principal del texto.
Gracias por tu tiempo, Valverde.
Un abrazo.
Qué bueno el final. Porque nos amamos más que a ningún otro. Somos infieles amando...Me ha recordado aquello que no sé quien lo dijo: "Cuanto más te gusto a ti, más me gusto yo"
ResponderEliminarCuando más amamos, más nos amamos...interesante ¿no?
Besos, Marisa.
MARIÁN:
EliminarA veces es necesario amarse más así mismo que a la persona con la que compartes tu vida si eso supone desprecios, humillaciones o menosprecios.
Esa es la única infidelidad que yo creo que tiene justificación.
Gracias por pasarte, querida Marián.
Besos.
Sí, te fui infiel conmigo, con mi eterno sueño, con mi fascinación por palabras jamás pronunciadas, con la apatía de unas caricias realizadas sin el aliciente de un susurro excitante en el oído. Te fui infiel con mi desdoblamiento, con mi cuerpo que podría apreciar las caricias pero no sentir la profunda sensación de alcanzar con ellas el más recóndito lugar del interior de mi ser.
ResponderEliminarProbablemente no te lo diga nunca. Esta infidelidad es más arrebatadora que un simple escarceo placentero para el cuerpo. Supone la destrucción del ser al que siempre llamas como amado con palabra casi inaudibles, no con dulces gritos de placer que colman espíritu y cuerpo, que te alzan hasta alcanzar tantas veces consecutivas el placer como segundos tiene el día que esperas para conseguirlo, que te trasladan a una dulce borrachera de sensaciones que nublan hasta la vida.
Siempre te seré infiel. Un día, cuando mi loca búsqueda por entre hilos y sueños, encuentre a quien me eleve al Parnaso, a quien no me deje razonar por el néctar que me ofrece y me nubla la vida, ese día habré encontrado el tejido bordado completamente con hilos de oro que jamás se volverán a destejer.
Querida Marisa, es un relato impresionante. Tan imaginativo como perfecto en su alegoría para expresar, con tu ágil y bellísima prosa, la infinita búsqueda del amor, palabra que utilizamos con demasiada frecuencia sin tener en cuenta ni su naturaleza humana ni la falacia de definir otras sensaciones con su nombre.
Un inmenso abrazo, querida Marisa.
ANTONIO CAMPILLO:
EliminarComo siempre, querido Antonio, tu lectura no hace más que enriquecer el texto y llegar a sus entrañas.
Efectivamente, esta infidelidad del relato es más seria y grave que cualquier escarceo placentero para el cuerpo o el alma. La infidelidad de esa Penélope empieza cuando se es fiel así misma y no tolera más desprecios y humillaciones. Por ello, dejar de querer a alguien que puede tratar así, y empezar a soñar con ese verdadero amor -utópico si se quiere- es la infidelidad más justificada y la fidelidad más auténtica a uno mismo.
Encantada de que te haya gustado, Antonio. Y gracias, siempre, por el tiempo y generosidad que dedicas a la lectura y comentario de mis textos.
Un enorme abrazo, querido amigo.
Un bello relato con muy buen final. Feliz semana.
ResponderEliminarMARUJA:
EliminarMuchas gracias, Maruja. Encantada de que lo hayas disfrutado.
Un abrazo y feliz semana también para ti.
Peligroso juego, el de amarse a si mismo. Eco, la ninfa enamorada de Narciso se sintió engañada también y pidió a los dioses un castigo para su amado; y Némesis, la diosa, lo mantuvo hermoso, sí, pero incapaz de volverse a amar, de querer y ser querido, de engañar y ser engañado.
ResponderEliminarUn abrazo.
DLT:
EliminarHermoso el mito de Narciso que traes, Dlt.
Es cierto que amarse a uno mismo en exceso, no es recomendable. Pero si hay que elegir entre amar a alguien que no ama o ama mal, o amarse a sí mismo, creo que la respuesta es clara...
Un abrazo, Dlt.
Preciosa y muy poderosa imagen, Marisa: esta Penélope quiere, necesita ser amada como ella ama y lo intenta hasta el (auto) engaño. Cada amanecer teje su esperanza, pero las estalagmitas del otro corazón van rozando la tela hasta el desgarro... y así cada día.
ResponderEliminarNo, este Ulises no merece más esfuerzos.
Un fuerte abrazo, Marisa
XIBELIUSS JAR:
EliminarEncantada de que te haya gustado esa imagen, Xibeliuss.
Ulises tan egocéntricamente egoístas y sin escrúpulos para conseguir sus fines, no merecen ningún esfuerzo, ninguna bella rosa más.
Un fuerte abrazo, Xibeliuss.
Marisa, me gusta que sea Penelope la que se enrole en la peripecia de la odisea.De su odisea. Que sea ella la que viaje por los mares de su interior. Y que finalmente dé un golpe de timón y arribe a su puerto.
ResponderEliminarPenélope desteje esa maraña de desamor y desprecio para tejer el cálido abrigo de su dignidad. Cuanto más infiel es, más fiel se vuelve a si misma.
Un personaje valiente, lleno de fuerza, sustentado en una prosa de sugerentes metáforas pero también de imágenes y simbolismos.
Referencias que nos muestran en Penélope que es posible romper las cadenas y navegar hacia la libertad.
Un precioso relato cargado de significaciones y siempre con tu cuidada y trabajada literatura.
Me ha encantado.
Un abrazo
FELICIDAD BATISTA:
EliminarGracias, Felicidad, me alegro de que te haya gustado. Tengo que citarte porque me ha encantado una frase de tu comentario que resumiría con gran acierto toda esta odisea:
"Penélope desteje esa maraña de desamor y desprecio para tejer el cálido abrigo de su dignidad. Cuanto más infiel es, más fiel se vuelve a si misma".
Es justo lo que quería transmitir, y tu lectura no ha podido ser más acertada.
Un beso, Felicidad.
Un texto precioso donde las palabras resuenan como notas musicales en un eco que te arrastra entre símbolos y metáforas. Un estilo claro como el agua de un manantial.
ResponderEliminarMARTÍN FIOL:
EliminarGracias, Martín y encantada de que esa sinfonía de metáforas e imágenes te hayan llevado a una grata travesía.
Un saludo.
Sencillamente hermoso!
ResponderEliminarLa peor de las infidelidades...con uno mismo.La agudeza de Penélope, su mirada interna y externa, la libertad de ver lo que en ocasiones se oculta debajo de la alfombra, hace de éste personaje, una heroína dispuesta a tomar la espada para defender su propia vida.
La imágen de Barreiro estupenda.
Muchos besos Marisa.
ADRIANA ALBA:
EliminarSer infiel a uno mismo es la infidelidad más destructiva y dolorosa. Penélope lo sabe, por ello, comienza a ser fiel cuando ataja el desprecio y el egoísmo de Ulises y comienza a sentir el amor hacia uno mismo.
Encantada de que te haya gustado, Adriana, texto e imagen de Paz Barreiro.
Besos.
Marisa:
ResponderEliminarAl fin puedo llegar a tu blogs a leerte.
Estoy a mil con mi trabajo, el poco tiempo que tengo lo invierto en leer a mis amigos, claro que a veces no puedo leer a todos.
Que dificil poder describir con palabras lo que me genera tu escrito.
Me encantò¡
Es sublime, no me gusta la demagogia.
Pero debo confesarte que me lleno el alma.
Besos
NORMA RUIZ:
EliminarGracias, Norma, por tus palabras y tu tiempo. Un tiempo que bien sé que a veces es más tirano de lo que deseáramos.
Un beso.
hay esplendor en tus letras mi querida poeta
ResponderEliminarRECOMENZAR:
EliminarGracias, me alegro de que te haya gustado.
Saludos.
Un magnífico e inesperado final, colofón de un texto pleno de aciertos y metáforas espléndidas. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarFELIPE TAJAFUERTE:
EliminarMe alegro de que el texto te haya sorprendido y agradado, Felipe.
Saludos.
Es la hora de Penélope, que Ulises se quede en casa esperando. A ella le quedan todas las aventuras del mundo por vivir.
ResponderEliminarUn petò
G.:
EliminarJejjeje, esa era la idea, que el que espere en casa sea Ulises y la que tenga aventuras en islas idílicas sea Penélope. Esta ya se ha cansado de esperar, de que la torturen y de que no aprecien ese esmerado manto tejido en la ausencia-distancia.
Como dice mi sobri... ¡A correr...!
Petons.
Me encanta que Penélope dejara de tejer y se diera mil alegrías
ResponderEliminarComo siempre consigues pequeñas obras de arte amiga
Un besote o mejor muchos por esas ausencias mías
40AÑERA:
EliminarMás que darse alegrías, digamos que se quitó penas.
Me alegro muchísimo de volver a verte por estos lares y... ¡a escribir!
Muchos besos, querida Miryam.
Final sorpresivo y, sin embargo, tan real como la vida misma. El ser humano es egoísta, egocéntrico, y en cuanto puede miente al otro, por más que este sea su media naranja, su único amor, su otra parte querida y anhelada.
ResponderEliminarUn beso
CARMEN CASCÓN:
EliminarSomos el mayor depredador del planeta. incluido el propio canibalismo que nos es tan propio, nos guste o no.
Un beso, Carmen.
Muy bien llevado tu relato.
ResponderEliminarSe puede ser infiel de muchas formas, pero el pensamiento siempre será libre y cuando el amor no atre, le falta garra y no nos acaba de hacer felices...
¡Con lo hermoso que es vivir al lado de la persona que te enamora!
Te deseo una feliz semana y aprovecho para dejarte un fuerte abrazo con los cariños de
kasioles
KASIOLES:
EliminarSolo se puede vivir con quien de verdad te ama y a la vez amas. El resto... son mantos de Penélopes tejidos en la oscuridad...
Feliz semana también para ti, querida Kasioles.
Un fuerte abrazo.
Las figuras que vas creando para hablar de la infidelidad, tienen la virtud de que no hablan de una perfidia carnal, porque son metáforas, que van creando una inquietud, la de saber que categoría de infidelidad, distinta a la carnal, pues quien haya leída La Odisea que Penélope, antes que sucumbir en la idea de darse a otro, mantenía la fe de que Ulises volvería de la guerra. ESe ser infiel conmigo misma, qué buena salida, a estos versos. UN abrazo. Carlos
ResponderEliminarCARLOS AUGUSTO PEREYRA MARTÍNEZ:
EliminarGracias, Carlos.
Efectivamente, la perfidia carnal -como tú lo llamas- no se da en el relato. Aparece una infidelidad obligada de no amar a quien no te ama. Es decir, justicia poética.
Un fuerte abrazo.
Tenía pendiente pasar por aquí a comentar este post, se me hace difícil, pero hoy vi que ya tienes otro, así que no puedo dejar que se me acumulen :)
ResponderEliminarSolo se me ocurre decir que es largo el camino hasta ser conscientes de que la persona a hay que amar es a una misma.
Recorridos de piel hambrienta, de falta de palabras, de trocitos de te quiero lastimados, terrible hasta que un día el desprecio hace que la máscara se caiga.
No puedo decir que me gustó porque es bastante inquietante. Esperemos que a partir de ahora las odiseas de Penélope la lleven a buen puerto.
Un beso bella Marisa-Audrey
ISHTAR:
EliminarSi te ha resultado inquietante, es un gran halago.
Y estoy de acuerdo con lo que dices, hay un largo camino hasta que conseguimos amarnos (bien).
Gracias por tu tiempo y un beso.
Las infidelidades con uno mismo son peligrosas...en realidad, se trata de fidelidad a uno mismo. No suele haber vuelta atrás.
ResponderEliminarBesos.
PRUNUS:
EliminarLa infidelidad con uno mismo es la más dolorosa de las infidelidades- Fidelidad, sí, pero ante todo con uno mismo.
Besos, Prunus.