CUENTACUENTOS
Cuentan
los más ancianos del lugar, que nunca tuvo un nombre propio, solo letras
minúsculas que arrastraba el viento sobre los troncos de los árboles en
primavera, y sobre la lluvia de octubre que lloraba en los cristales de las
casas.
Cuentan
las más bellas muchachas del lugar, ahora cubiertas por los surcos del tiempo,
que a veces lo habían visto reflejado en el espejo de las frías y diáfanas
aguas de la fuente de la plaza a la que acudían con sus cántaros. Silbaba una
dulce canción acompasada con la melodía del agua que martilleaba en la piedra
granítica, y que se enredaba en la cintura de aquellas que se atrevían a
sonreírle con timidez.
Cuentan
los cazadores del lugar que los bosques eran su refugio de fugitivo, su lecho
de libertad. Solía merodear entre los altivos pinares y los robustos castaños,
aunque prefería retozar en los claros verdes inundados de pétalos de flores con
los que cubría su piel. Todos los atardeceres se le veía alejarse del bosque
dejando un reguero de margaritas tras sus huellas. Las rosas y sus espinas
entonces, eran cuando comenzaban a plañir.
Cuentan
los ancianos gaiteros del lugar que en las noches de fiesta del estío, se enredaba
entre los tacones de los zapatos de las muchachas casaderas, obligándoles a
bailar danzas que solo conocía el aroma espeso del verano cuando se posaba en
la piel. La plaza del pueblo, entonces, latía amapolas. Los púdicos vestidos de las
muchachas se deshojaban en ramilletes de albahaca. Compases de grillos
acompañaban toda la noche a ojos abiertos sobre almohadas desveladas.
Cuenta
el anciano sacristán del lugar, que todos los domingos acudía a la iglesia. El
olor a tomillo fresco advertía de su presencia. De nada servía el recato de
jovencitas, y menos las regañinas de abnegadas madres de pañuelos negros en la
cabeza: el brillo de miradas furtivas apagaba los oropeles del altar y blasfemaba
pasiones contenidas. En ocasiones señaladas, se le divisó subido al campanario:
flores de azahar brotaban de sus manos y desde las alturas volaban como mariposas
enloquecidas que no cesaban de batir sus alas hasta posarse sobre velos
inmaculados de vestidos nupciales con olor a naftalina.
Cuentan
los niños del lugar, ahora convertidos en robustos labradores, que la Noche de
Difuntos en la que asaltaban los muros del pequeño cementerio para vencer
miedos que les llevarían a la adolescencia, que siempre lo encontraban
paseándose entre cipreses negros de noche y lápidas blancas de reciente cal. Lo habían
visto llorar enredado entre flores mustias de olvido y tierra húmeda de
silencios. También estaba allí, con su cálida memoria y con la voz del
recuerdo.
Cuentan
las leyendas del lugar que su día era la noche y que su luz era la luna. Cuando
bajaba el sol, esperaba el paso de las campesinas que regresaban de las labores
de la era. Lo presentían con la caída de la tarde sobre los campos de trigo, lo
sentían en su corazón cuando el manto de la noche cubría los tejados de sus hogares.
Las llamas del fuego de sus chimeneas iban trazando con movimientos sinuosos el
plano que debían seguir para encontrarse con él. Los aullidos de los perros en
la oscuridad lo delataban montado sobre un caballo negro que apostaba frente a
puertas de madera o en la trasera de un corral, esperando bocas de jazmín que
arropadas por la noche acudían sedientas a su encuentro.
Cuentan
aquellos a los que les cuesta menos recordar lo que desgarra al alma, que una
mañana de gélido invierno le vieron partir por el sendero que no tiene voz.
Cabalgaba despacio, con el abatimiento de la tristeza de los años. Sobre su
sombrero, una pena infinita iba siendo
cubierta por la nieve que caía. Sobre su corazón, una rosa marchita de
terciopelo pero de eternas espinas afiladas. No quiso mirar atrás, una ráfaga
de frío viento le obligó a cerrar sus ojos humedecidos por heridas carmesí.
Huérfano de despedidas, acabó difuminándose entre un horizonte blanco de
diciembre. No se le volvió a ver nunca más.
Aquella mañana, los troncos de los árboles
borraron con tristeza iniciales de enamorados. La lluvia de otoño jamás volvió
a llorar sobre los cristales de las casas. El agua de la fuente solo supo
entonar cánticos plañideros. Las cinturas de las muchachas fueron huérfanas de
canciones. En los bosques no volvieron a florecer margaritas ni en las rosas
espinas. Y en los bailes de verano, las gaitas sollozaban lamentos de noches de
grillos. Los pechos de las mujeres jamás volvieron a oler a albahaca. Las
campanas de la iglesia nunca más despidieron flores enmudeciendo oxidadas entre
el aroma del azahar. En la Noche de Difuntos nadie osaba salir de sus casas,
las almas se despertaban de su sueño infinito para velar con tristeza la
ausencia de aquel que besó su olvido, vagaban por las callejuelas del pueblo
buscando desesperadas a quien las amó. Las noches de muchachas furtivas ya
nunca oscurecieron con la llegada del atardecer, el fuego de sus hogares apagó
las llamas de sus latidos. Los aullidos de los perros en la madrugada
enmudecieron. Las bocas de jazmín se marchitaron entre la nieve.
Fue
entonces, cuando comprendieron.
Marisa, es como el viento que se desliza casi invisible pero se siente. Se percibe su tacto en la piel del alma, en las redes intrincadas de los sentimientos, en la fugacidad de los días, en el hondo arrastrar de la vida. Un canto poético al contador de historias. A la necesidad diaria que tenemos de vivir y percibir la realidad a través de la creación, de las palabras que transmiten emociones, percepciones que construyen imágenes y mundos. Tantos mundos como el ser humano necesita en cada momento para refugiarse, para exiliarse o simplemente para vivir.
ResponderEliminarEs un precioso texto que nos permite leerlo al son que marca la música que has compuesto para esta historia.
Me ha encantado Marisa
Abrazos
FELICIDAD BATISTA:
EliminarLo que más me gusta de la literatura, tanto en su creación como en su lectura, es su recreación y su interpretación. Siempre he defendido, tanto en este blog como en mi trabajo de profesora de literatura, las diferentes interpretaciones que puede tener un texto. Un texto no es nada, solo un montón de palabras acuñadas, sin la valiosa interpretación del lector, que pasa por su tamiz personal y le infunde valor, vida y significado de acuerdo con su percepción. Los resultados pueden ser muy diferentes, yo diría que completamente diferentes, a veces con la intención del autor o incluso entre las de los diferentes lectores. Valga de ejemplo nuestra joya literaria del Siglo de Oro, "El Quijote": no se leyó ni interpretó en su día ni en siglos posteriores como lo leemos ahora.
Todo esto lo enlazo con mi texto. Conscientemente, es un relato abierto a la imaginación, fantasía e interpretación del lector. Como todos, pero a este le he querido infundir algo más de misterio porque disfruto con vuestras interpretaciones. De ahí su título, "Cuentacuentos", porque cada uno al leerlo sacará su valioso y enriquecedor cuento personal.
Tu lectura e interpretación: un tributo al contador de historias, al querido Cuentacuentos que ha existido desde que existe la Humanidad, me ha parecido muy bella y acertada. Además, querida amiga, siempre lo expresas con metáforas tan pulidas y hermosas que no puedo dejar siempre de darte las gracias por tu tiempo y por la belleza que dejas en este rincón.
En realidad, hablo del AMOR, personificado en ese maravilloso "viento que se desliza casi invisible pero se siente", tal y como lo expresas tan deliciosamente.
Gracias, Felicidad, no solo porque te haya gustado, sino porque la lectura que has hecho no hace más que enriquecerlo. Vuestro caleidoscopio personal es magnífico.
Un beso.
Querida Marisa, creo que mi comentario esta vez ha sido demasiado literal y se ha quedado revoloteando por las ramas. Habrá que hacer propósito de enmienda y sumergirse a más profundidad en la poética y su diversidad.
EliminarCasi, casi, hago de cuentacuentos, jejeje. Bromas aparte he disfrutado con tu relato y con tu magnífico comentario.
Besos
FELICIDAD BATISTA:
EliminarEres una magnífica Cuentacuentos como sabemos bien todos aquellos que disfrutamos de tus creaciones en tu espacio:
buenosaires1929cafeliterario.blogspot.com
y al que invito a visitar a todos los que quieran disfrutar de una literatura llena de calidez y calidad.
Tu interpretación insisto que me ha gustado mucho. Y de hecho, a gran parte de los comentaristas, también, que han optado por quedarse con esa figura del Cuentacuentos que encaja perfectamente con el texto.
Gracias y gracias siempre por tus magníficos comentarios, querida Felicidad.
Un beso grande.
A mi me dijeron que en sus ojos titilaban todas las estrellas y que su sonrisa era la del Temible Burlón...
ResponderEliminarDicen que se fue, pero algo suyo queda junto al fuego del hogar y los papeles en blanco.
Me ha gustado mucho, Marisa. Y creo que "mi" Gaiman también lo disfrutaría.
Un fuerte abrazo
XIBELIUSS JAR:
EliminarY te dijeron bien, Xibeliuss, en los ojos del Amor titila el brillo de todas las estrellas del firmamento. Canalla, a veces, romántico, otras, temible, siempre.
Su presencia da sentido a todos esos habitantes del pueblo, a sus sueños, a la juventud, a las fiestas, a la vida del fuego del hogar. Cuando se va, algo queda: su recuerdo. Siempre se añora lo que se pierde o no se supo cuidar.
Todos los cuentos tienen doble lectura: la infantil y la adulta. Piénsese en "El Principito" o en cualquiera de los que consideramos tradicionales: la lectura adulta está garantizada, incluso en el más inocente con el que nos topemos. Pero eso es... otra historia.
Un fuerte abrazo, amigo Xibeliuss.
Que bonito!
ResponderEliminaramo los bosques, las margaritas ,el tomillo y las fuentes de agua, entre otras cosas, me resultò casi familiar èste cuento, como si lo hubiera vivido...un dèjà vu.
Besos Marisa.
ADRIANA ALBA:
EliminarLa belleza que conocemos, la reconocemos. Y tus escritos participan mucho de esto. No es de extrañar ese "dèjà vu".
Besos y gracias por tu tiempo.
El ritmo, la musicalidad y la calidad de tus palabras, evoca ese ente misterioso que daba vida a los bosques, a los animales, al pueblo, a las muchachas y a los jovenzuelos que querían ser hombres; todos los sentían, los presentían, estaba con ellos y lo echaron de menos cuando ya no estaba. Se fue el soplo de vida, se fue la vida, se fue todo. Es para reflexionar, pero reflexionar largo y tendido. Repito, la calidad de tus palabras, junto con el ingenio de tus ideas, dejan marca o huella, a mí, al menos, me lo han dejado.
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
PACO HIDALGO:
EliminarEse ente tan misterioso es el AMOR, Paco. Me encanta como te has acercado a él y has percibido su importancia y sentido en la vida de ese pequeño pueblo que es la metáfora del gran planeta azul. Muchas veces pasa por nuestro lado, lo tenemos cerca, sentimos su presencia, su piel, su aroma, su reflejo, sus lágrimas, su misterio, sí...pero no lo vemos con nitidez y, lo peor de todo, lo dejamos marchar como en esa mañana de nieve de diciembre del texto, sin ni siquiera decirle adiós.
Gracias por tus palabras, Paco. Es un elogio que te haya hecho reflexionar, pero tratándose de quien se trata, de Don Amor, la razón se estrellará frente a las respuestas del corazón.
Un beso y buen fin de semana.
Mientras tus palabras leí me imaginaba a mi misma deambulando por los bosques bejaranos, inmersa en la densa niebla, escuchando los graznidos de los pájaros y sintiendo, sin ver, esa sombra. Aquí no creemos en meigas, ni en espíritus malignos, pero sentimos los ojos que nos miran mientras caminamos en la espesura del bosque.
ResponderEliminarUn besito y enhorabuena por tu relato
CARMEN BÉJAR:
EliminarSi he conseguido sumergirte en esos bosques solitarios de humanidad pero repletos de naturaleza e instintos sin definición, me das una gran alegría. Es lo que más me ha costado transmitir en el texto: ese espíritu (no maligno) sino libre, canalla, romántico y misterioso que arrasa con todo pero que es lo que da sentido a la vida: el Amor.
Cuánta magia hay es la espesura de esos bosques oscuros con olor a tierra mojada...
Gracias a ti por tu tiempo.
Un beso, Carmen.
Que bello Marisa,parece que lo hayas escrito para reflejar cualquier pueblo de mi tierra, cuando tenia vida, vida originada allí ,cuando en cualquier estación el amor surgía y hacía notar su presencia.
ResponderEliminarHasta que llegó un día en que no se supo más de él.
Tal vez algún día........
INÉS CAMARO SÁNCHEZ:
EliminarBienvenida al blog, Inés. Tenía conocimiento de ti por los blogs de Xibeliuss.
Cualquier pueblo de tu (nuestra, yo también soy zamorana)tierra podría estar reflejado en este relato. Aún, y es una suerte, nuestros pueblos guardan esa magia que he querido conferirle al relato. El reverso de la moneda: su progresivo despoblamiento.
Encantada de tenerte por aquí, paisana.
Saludos cordiales.
Tienes un estilo fabuloso, se deslizan mis ojos por tu relato y me voy metiendo en la historia de una forma imperceptible que me lleva a seguir y seguir leyendo, pero deseando que no llegué el final, aunque en esta ocasión la parte final me ha encantado porque has juntado toda la poesía del relato en el párrafo final y en el desenlace abierto para que cada uno ponga el final.
ResponderEliminarPara mí es LA ILUSIÓN.
Un abrazo.
VALVERDE DE LUCERNA:
EliminarMuchas gracias, Valverde. Eres muy amable con tus palabras. Estoy encantada de que te haya gustado y también de que hayas captado ese progresivo suspense, nebuloso, mágico, incógnito que ha pretendido captar la atención del lector, y el clímax final del último párrafo que pretende compendiar -como muy bien has captado- todos los elementos descritos y sugeridos en los párrafos anteriores.
Tu interpretación me gusta: la ilusión. Perfecto. Es completamente compatible con el texto y en ultimo término con la intención que le quise dar. Como decía en comentarios anteriores, la interpretación de textos creo que es lo que más enriquece a la Literatura y lo que le da vida(s).
Un fuerte abrazo.
QUÉ EVOCADOR MARISA... EN LAS NOCHES DE FIESTA, EN NO VIÉNDOSE LAS MANOS, A MÍ SE ME ENREDAN LOS HILOS DEL SENTIR-TRANSGRESOR HASTA QUE ME TRABAN LOS PASOS, Y CAIGO SOBRE LA REALIDAD DESHUESADA
ResponderEliminarMAGNÍFICO
MAGNÍFICO VOLVER A HABLARTE
G MARTÍN VITE:
EliminarPues encantada de volver a leer esa transgresión. No siempre entendida pero siempre signo de inteligencia en un mundo deshuesado.
Un abrazo ;-)
Magnífico relato de prosa/poesía, Marisa, con un personaje difuso por ancestral, pero presente.
ResponderEliminarEn mi infancia, los cuentacuentos eran las empleadas de hogar, procedentes de pueblos remotos y pobres, que te contaban las historias que habían oído de niñas relatadas por sus mayores, generalmente analfabetos, con la magia que éllas habían sentido al escucharlas, dejándonos boquiabiertos con el relato fantástico, con la duda del cuento o la realidad posible...
Después, adolescente/jovencísimo formabas, con tus compañeros de siempre y los recientemente conocidos en el refugio de montaña, una tertulia nocturna en la chimenea que acababa en lo mismo: relatos de palabra reales o cuentos, historias insólitas vividas por nosotros u otros que nos las contaron: la comunicación más vieja que existe en este mundo; el libro vivo de la tradición oral hecha interpretación y sentimiento.
Curiosamente, en este mundo tan tecnológico, renace la figura del cuentacuentos en un ambiente urbano para deleite de niños y mayores.
Enhorabuena, Marisa, por el tema y la deliciosa prosa que nos has ofrecido.
JANO:
EliminarLa figura del Cuentacuentos tiene tanta edad como lo tiene la propia Humanidad. Como bien explicas, todos hemos sido, en algún momento de nuestra vida, Cuentacuentos.
"El libro vivo de la tradición oral hecha interpretación y sentimiento".
Genial. Me encanta la definición con la que obsequias a esa figura del Cuentacuentos.
Gracias por tus amables palabras, Jano, y encantada de que hayas disfrutado de la magia de este relato.
Un fuerte abrazo, querido Jano.
MARTA C.:
ResponderEliminarGracias, Marta. No suelo dejar los finales abiertos pero dada la nebulosidad con la que acabó construyéndose este relato, era inevitable. Y me ha gustado el resultado: me refiero a vuestras interpretaciones.
El título ya lo advertía: "Cuentacuentos"; cada uno de vosotros iba a sacar su cuento personal, iba a ser su propio autocuentacuentos de la interpretación que le diera (independientemente de la mía).
Y por ahora, la de la figura del Cuentacuentos es la que está en cabeza. En principio no fue mi intención (yo hablaba del Amor) pero...el autor propone y el lector dispone. Y, sinceramente, me encanta este enriquecimiento mutuo.
Encantada de que te haya gustado, querida Marta.
Un montón de besos.
Te voy a hablar de sensaciones que me han invadido
ResponderEliminaral leer tu historia.
Me he visto flotando en el aire persiguiendo a un extraño ser que desprendía sonrisas y amor a su paso y a la vez, saturaba mi pituitaria de cientos de aromas florales que hacían mi vuelo mas placentero.
Al final de la historia,la nube se evaporo y el golpe me volvió a la realidad.
Me has hecho pasar un buen rato.
Un abrazo.
JORGE DEL NOZAL:
EliminarMe alegro de que hayas disfrutado de ese viaje lírico.
Gracias por tu tiempo.
Un abrazo.
Tienes razón, el cuentacuentos siempre ha existido, desde que existimos, o algo así.
ResponderEliminarDifícil escoger entre la belleza de tus letras o la prestancia de esas fotos con las que las acompañas.
Muchas gracias por este ahora, y por aquel antes, en mi sitio de letras...
Un abrazo, agradecidamente contado.
Mario
MARIO:
EliminarGracias a ti por tu tiempo, Mario.
Me alegro de que hayas disfrutado este ratito.
Un fuerte abrazo.
Querida Marisa, has subido más allá del más allá. Tu excepcional imaginación ha creado una prosa poética tan fluida, tan alegórica, tan bella, que posiblemente no leeré otra igual hasta que vuelvas a escribir un cuento tan excepcional como este. Creo que lo leí la primera vez a los veinte minutos de que lo publicases, pero me he recreado en él y la realidad de hechos posibles, alguno de ellos no sé si soñados o vividos en primera persona, llevados hasta el firmamento de la fantasía.
ResponderEliminarEsta mezcla de costumbre reales y sueños de felicidad fue real en etapas en las que la vida sencilla era un continuo trajín de vivencias apasionadas. Ha dejado de existir con el viaje a ninguna parte del amor, la confianza, le libertad y la camaradería. Se fue la felicidad, ha llegado la tristeza infinita, la soledad sin límites, el fin de los sueños realizados, la maldición de la falta de sonidos de risas cantarinas, el invierno oscuro y la nieve fría e impersonal.
Marisa, mis más sinceras felicitaciones por esa imaginación y esa prosa poética tan excepcionales que posees.
Un fuerte abrazo, querida Marisa.
ANTONIO CAMPILLO:
EliminarEl vuelo de las alas de la felicidad, el aroma de la libertad, los amaneceres de la ilusión, las noches de amor del estío, la calidez de la confianza y los latidos... se acaban estrellando en esa fría nieve de una mañana de diciembre, perdiéndose en el horizonte de la lejanía mientras la niebla lo cubre todo.
Gracias a ti por tu tiempo y por el resultado de él, unos bellísimos comentarios que inspiran, mi querido Antonio.
Un abrazo enorme y sincero.
Este relato lo he leìdo y sentido como a las leyendas o los cuentos populares que van de voz en voz, como las creencias del folclor, historias de vida y muerte que traspasan, más allá de la razón, conocimientos esenciales. Intuitivo, va en su cauce como un río sin preguntarse a donde va. Me ha repletado de sensaciones y lo mejor de todo es, que como el río, he ido por su cauce sin preguntarme a donde voy.
ResponderEliminarMi abrazo!
EVA MAGALLANES:
EliminarEse era el propósito, que os despertara emociones, del tipo que fueran. Quizás el contenido literal es lo de menos, se difumina en una nebulosidad intencionada. Pero si esas emociones, sensaciones y sentimientos han aflorado en el lector, hemos ido juntos de la mano por la orilla del cauce de ese río.
Gracias por tu tiempo y tu cariño, Eva.
Un abrazo.
Todo un placer leerte amiga, es como volver a sentarse entorno al fuego para escuchar esas maravillosas historias
ResponderEliminarUn besote enorme
40AÑERA:
EliminarGracias, Miryam.
El placer es mío si te encuentras a gusto en torno a ese fuego cuentístico.
Un besote.
UN PLACER LEERTE.
ResponderEliminarFELIZ SEMANA
MARIAN
MARIÁN ETXEZARRETA:
EliminarPues muchas gracias, Marián.
Bienvenida al blog.
Saludos.
Cuentan que una mujer se sentó frente a un cuento, y comenzó a escribirse para comprenderse...y entonces comprendimos....
ResponderEliminarmi beso.