Al palpar la cercanía de la muerte, vuelves
los ojos a tu interior y no encuentras más que banalidad, porque los vivos,
comparados con los muertos, resultamos insoportablemente banales.
Miguel
Delibes
Abríguense esta noche de noviembre los que osen salir de su segura
morada. Hará frío de ánimas capaz de helar al mismo fuego. Es la noche de Ellos,
de aquellos que vuelven al mundo embozados en la oscuridad de los siglos. No
somos nosotros quienes los visitamos en sus cementerios, son Ellos quienes nos
vienen a visitar y penar, para dejarnos una sombra de condolencia encima de
nuestras tumbas de vida.
Los que opten por
permanecer en sus hogares, acérquense al fuego que siente los crujidos de esas
pisadas cercanas, y escuchen la voz pausada de la literatura que se acercó al
temblor de esas ánimas.
Feliz viaje -y retorno-
para ambos.
Gustavo
Adolfo Bécquer
Nuestra primera parada:
Soria. Románticos decimonónicos, bien comprendieron de lo que hablamos. Gustavo Adolfo Bécquer, en su leyenda “El Monte de las ánimas” transcribió cada uno de
los lacerantes latidos que sentirán al encontrarse solos la Noche de Difuntos
en este monte de Soria frente a la ambición de ánimas de terribles monjes
templarios e hidalgos:
La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las
campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que
oí hace poco en Soria. (…)
La
noche se acerca, es día de Todos los Santos y estamos en el Monte de las
Ánimas. (…)
Ese
monte que hoy llaman de las Ánimas, pertenecía a los Templarios, cuyo convento
ves allí, a la margen del río. Los Templarios eran guerreros y religiosos a la
vez. Conquistada Soria a los árabes, el rey los hizo venir de lejanas tierras
para defender la ciudad por la parte del puente, haciendo en ello notable
agravio a sus nobles de Castilla; que así hubieran solos sabido defenderla como
solos la conquistaron.
Entre
los caballeros de la nueva y poderosa Orden y los hidalgos de la ciudad
fermentó por algunos años, y estalló al fin, un odio profundo. Los primeros
tenían acotado ese monte, donde reservaban caza abundante para satisfacer sus
necesidades y contribuir a sus placeres; los segundos determinaron organizar
una gran batida en el coto, a pesar de las severas prohibiciones de los clérigos con espuelas, como
llamaban a sus enemigos.
Cundió la voz
del reto, y nada fue parte a detener a los unos en su manía de cazar y a los
otros en su empeño de estorbarlo. La proyectada expedición se llevó a cabo. No
se acordaron de ella las fieras; antes la tendrían presente tantas madres como
arrastraron sendos lutos por sus hijos. Aquello no fue una cacería, fue una
batalla espantosa: el monte quedó sembrado de cadáveres, los lobos a quienes se
quiso exterminar tuvieron un sangriento festín. Por último, intervino la
autoridad del rey: el monte, maldita ocasión de tantas desgracias, se declaró
abandonado, y la capilla de los religiosos, situada en el mismo monte y en cuyo
atrio se enterraron juntos amigos y enemigos, comenzó a arruinarse.
Desde
entonces dicen que cuando llega la noche de difuntos se oye doblar sola la campana
de la capilla, y que las ánimas de los muertos, envueltas en jirones de sus
sudarios, corren como en una cacería fantástica por entre las breñas y los
zarzales. Los ciervos braman espantados, los lobos aúllan, las culebras dan
horrorosos silbidos, y al otro día se han visto impresas en la nieve las
huellas de los descarnados pies de los esqueletos. Por eso en Soria le llamamos
el Monte de las Ánimas, y por eso he querido salir de él antes que cierre la
noche. (…)
José
Zorrilla
El mito del día de Todos
los Santos se hace realidad con otro romántico, José
Zorrilla, y su Don Juan Tenorio. Nos
vamos a Sevilla. Tiemblen los burladores de mujeres, provocadores de hombres y
retadores de dioses. Aquellos a los que escarnecieron y asesinaron regresarán
de su morada eterna para venir a convidarlos a un festín mortal:
ESTATUA.
Aquí
me tienes, don Juan,
y he aquí que vienen conmigo
los que tu eterno castigo
de Dios reclamando están.
DON
JUAN:
¡Jesús!
ESTATUA:
¿Y de qué te alteras,
si nada hay que a ti te asombre,
y para hacerte eres hombre
plato con sus calaveras?
DON
JUAN:
¡Ay
de mí!
(…)
ESTATUA:
Aprovéchale con tiento,
(Tocan a muerto.)
porque el plazo va a expirar,
y las campana doblando
por ti están, y están cavando
la fosa en que te han de echar.
(Se oye a lo lejos el oficio de difuntos.)
DON
JUAN:
¿Conque por mí doblan?
ESTATUA:
Sí.
DON
JUAN:
¿Y esos cantos funerales?
ESTATUA:
Los
salmos penitenciales,
que están cantando por ti.
(Se ve pasar por la izquierda luz de
hachones, y rezan dentro.)
DON
JUAN:
¿Y
aquel entierro que pasa?
ESTATUA:
Es el tuyo.
DON JUAN:
¡Muerto yo!
Mariano
José de Larra
Paremos en la capital
del reino, Madrid. El último romántico español que nos acompaña en este viaje
durante esta fría noche es Mariano José de Larra. Se
unió muy pronto a esta comitiva de ánimas, a sus 28 años, tal y como se intuía
en un artículo de costumbres titulado “El día de
difuntos de 1836” que escribió tres meses antes de suicidarse:
Hoy, día de difuntos de 1836, (…)
Un sonido lúgubre y monótono, semejante al
ruido de los partes, vino a sacudir mi entorpecida existencia.
-¡Día de difuntos!- exclamé. (…)
Dirigíanse las gentes por las calles en
gran número y larga procesión, serpenteando de unas en otras como largas
culebras de infinitos colores: ¡al cementerio, al cementerio! ¡Y para eso
salían de las puertas de Madrid!
Vamos claros, dije yo para mí, ¿dónde está
el cementerio? ¿Fuera o dentro? Un vértigo espantoso se apoderó de mí, y
comencé a ver claro. El cementerio está dentro de Madrid. Madrid es el
cementerio. Pero vasto cementerio donde cada casa es el nicho de una familia,
cada calle el sepulcro de un acontecimiento, cada corazón la urna cineraria de
una esperanza o de un deseo (…)
¿Os movéis para ver muertos? (…) ¡Miraos,
insensatos, a vosotros mismos, y en vuestra frente veréis vuestro propio
epitafio! ¿Vais a ver a vuestros padres y a vuestros abuelos, cuando vosotros
sois los muertos? Ellos viven, porque ellos tienen paz; ellos tienen libertad,
la única posible sobre la tierra, la que da la muerte; ellos no pagan
contribuciones que no tienen; ellos no serán alistados, ni movilizados; ellos
no son presos ni denunciados; ellos, en fin, no gimen bajo la jurisdicción del
celador del cuartel; ellos son los únicos que gozan de la libertad de imprenta,
porque ellos hablan al mundo. Hablan en voz bien alta y que ningún jurado se
atrevería a encausar y a condenar. Ellos, en fin, no reconocen más que una ley,
la imperiosa ley de la Naturaleza que allí los puso, y ésa la obedecen. (…)
Juan
Ramón Jiménez
Incluso los versos de
los poetas tañen a muerto. Las campanas del amor han enmudecido. Nos acercamos a
Huelva. La hipersensibilidad del de Moguer, Juan
Ramón Jiménez, le hace desear ser un ánima más vagando por esas calles
iluminadas por la luna llena de la Noche de todos los Santos en su poema “Viento negro, luna blanca”:
Viento negro, luna blanca.
Noche de Todos los Santos.
Frío. Las campanas todas
de la tierra están doblando.
El cielo, duro. Y su fondo
da un azul iluminado
de abajo, al romanticismo
de los secos campanarios.
Faroles, flores, coronas
– ¡campanas que están doblando! –
...Viento largo, luna grande,
noche de Todos los Santos.
...Yo voy muerto, por la luz
agria de las calles; llamo
con todo el cuerpo a la vida;
quiero que me quieran; hablo
a todos los que me han hecho
mudo, y hablo sollozando,
roja de amor esta sangre
desdeñosa de mis labios.
¡Y quiero ser otro, y quiero
tener corazón, y brazos
infinitos, y sonrisas
inmensas, para los llantos
aquellos que dieron lágrimas
por mi culpa!
...Pero, ¿acaso
puede hablar de sus rosales
un corazón sepulcrado?
– ¡Corazón, estás bien muerto!
¡Mañana es tu aniversario! –
Sentimentalismo, frío.
La ciudad está doblando.
Luna blanca, viento negro.
Noche de Todos los Santos.
Noche de Todos los Santos.
Frío. Las campanas todas
de la tierra están doblando.
El cielo, duro. Y su fondo
da un azul iluminado
de abajo, al romanticismo
de los secos campanarios.
Faroles, flores, coronas
– ¡campanas que están doblando! –
...Viento largo, luna grande,
noche de Todos los Santos.
...Yo voy muerto, por la luz
agria de las calles; llamo
con todo el cuerpo a la vida;
quiero que me quieran; hablo
a todos los que me han hecho
mudo, y hablo sollozando,
roja de amor esta sangre
desdeñosa de mis labios.
¡Y quiero ser otro, y quiero
tener corazón, y brazos
infinitos, y sonrisas
inmensas, para los llantos
aquellos que dieron lágrimas
por mi culpa!
...Pero, ¿acaso
puede hablar de sus rosales
un corazón sepulcrado?
– ¡Corazón, estás bien muerto!
¡Mañana es tu aniversario! –
Sentimentalismo, frío.
La ciudad está doblando.
Luna blanca, viento negro.
Noche de Todos los Santos.
Miguel
de Unamuno
Seguimos el viaje por
esos cementerios castellanos austeros de barro y campo. Nos detenemos en Salamanca. El silencio de los
difuntos es violado por las risas y lloros de los vivos tal y como denuncia el vehemente Miguel
de Unamuno en su poema “En un cementerio de
lugar castellano”. No osen
hacerlo. Su alma no fue de poeta pero sí supo captar ese sentimiento trágico de
la vida… y de la muerte:
Corral de muertos, entre pobres tapias,
hechas también de barro,
pobre corral donde la hoz no siega,
sólo una cruz, en el desierto campo
señala tu destino.
hechas también de barro,
pobre corral donde la hoz no siega,
sólo una cruz, en el desierto campo
señala tu destino.
(…)
Cerca de ti el camino de los vivos,
no como tú, con tapias, no cercado,
por donde van y vienen,
ya riendo o llorando,
¡rompiendo con sus risas o sus lloros
el silencio inmortal de tu cercado!
no como tú, con tapias, no cercado,
por donde van y vienen,
ya riendo o llorando,
¡rompiendo con sus risas o sus lloros
el silencio inmortal de tu cercado!
(…)
Edgar
Allan Poe
Crucemos el Atlántico.
Los románticos estadounidenses también sintieron a los espíritus de la muerte,
y mejor que nadie, Edgar Allan Poe, en su
poema “Espíritus de la noche”. Estos os
buscarán si estáis vivos u os acompañarán si estáis muertos. Tienen una cita en
la tumba de piedra gris:
Tu alma, en la tumba de piedra gris,
estará a solas con sus tristes pensamientos.
Ningún ser humano te espiará
a la hora de tu secreto.
¡Permanece callado en esa soledad!
No estás completamente abandonado:
los espíritus de la muerte, en la vida te buscan
y en la muerte te rodean. (…)
estará a solas con sus tristes pensamientos.
Ningún ser humano te espiará
a la hora de tu secreto.
¡Permanece callado en esa soledad!
No estás completamente abandonado:
los espíritus de la muerte, en la vida te buscan
y en la muerte te rodean. (…)
Juan
Rulfo
Y desde América del
Norte nos dirigimos a la Central, a Méjico, a visitar a Juan Rulfo y a su novela “Pedro
Páramo”. ¿Qué ocurre si entramos esta noche en el pueblo de Comala? Lo
encontraremos vacío de vivos y repleto de ánimas en pena vagando por sus
calles. Comala es un cementerio vivo, ¿se atreven?:
Lo que acontece es que se la pasan encerrados.
De día no sé qué harán; pero las noches se las pasan en su encierro. Aquí esas
horas están llenas de espantos. Si usted viera el gentío de ánimas que andan
sueltas por la calle. En cuanto oscurece comienzan a salir, y a nadie le gusta
verlas. Son tantas, y nosotros tan poquitos, que ya ni la lucha le hacemos para
rezar porque salgan de sus penas. No ajustarían nuestras oraciones para todos.
Si acaso les tocaría un pedazo de Padrenuestro.
Wenceslao
Fernández Flórez
Regresemos de América y
desembarquemos en la mítica y mágica Galicia. Introduzcámonos esta noche en “El bosque animado” de Wenceslao
Fernández Flórez. Con toda seguridad nos saldrá al paso el labrador Xan
de Malvís, convertido en el bandido “Fendetestas” y su peor sueño, Fiz de
Cotovelo, ánima en pena que vaga por el bosque y que se animará a seguir a la
Santa Compaña de ánimas difuntas. ¿Nos unimos al grupo?:
Cierta noche, sentados sobre el pico más
alto de las rocas, vieron marchar por la negra lejanía una serie de puntitos de
luz que avanzaban de oriente a occidente, uno tras otro, conservando siempre
una distancia igual entre sí. Fendetestas se levantó sobresaltado.
—Así Dios me salve como es la Santa
Compaña.
—Es —asintió el fantasma naturalmente, sin
inmutarse.
—Viene hacia aquí.
—No. Va hacia el mar.
Xan de Malvís volvió a sentarse. Acababa de
ocurrírsele una idea.
— ¿Es cierto que no hay obstáculo para
ella, que signe siempre en derechura, sobre los montes y sobre los barrancos y
sobre el agua…?
—Sí.
— ¿Y hasta podrá dar la vuelta al mundo?
El fantasma alzó los hombros con desdén.
—Claro que puede.
—Pues si ésos van hacia el mar —siguió
intencionadamente Fendetestas—, todo por ahí, siguiendo en línea recta, a donde
llegará no es otro sitio que las Américas. Por ahí se van también los vapores. El
espectro calló.
—Ahora es la zafra en Cuba —continuó
Malvís—. Buena ocasión de ver aquello. Se trabajará de firme en los campos de
caña y habrá allí muchos hombres ganando buenos jornales. No digo yo que
quisiera ser uno de ellos, pero me gustaría verlo si pudiese y no me hicieran
pagar el viaje.
—Sí, Malvís —reconoció el ánima en pena,
con una rara excitación—. Debe de ser un buen espectáculo.
—Sobre todo, verlo, Cotoveliño; haber
estado allí… Porque, mira, no haber ido a San Andrés de Teixido…, bueno…, no
está bien; pero hay mucha gente que no fue y no siente vergüenza. Pero… ser de
la tierra y no conocer América, Cotovelo…
—Es verdad, es.
—No poder contar nunca: «Cuando yo estuve
en Cienfuegos…» Los pobres que nunca logramos ir no somos nadie. Ahí tienes
unos compañeros tuyos que van para allá. ¿Qué te iban a decir si te unieses a
ellos? Seguramente…
Pero no hizo falta que continuase. El
secular afán emigratorio, reforzado por el también secular afán de no pagar el
pasaje, habló en el alma del campesino difunto. Erguido, lúgubre, el fantasma
de Fiz Cotovelo se alejaba ya, como empujado por el viento, hacia la negra lejanía.
Buena Noche de Difuntos
a todas las ánimas literarias mencionadas que han vagado hoy por este Espejo.
Espero que su presencia no haya causado pavor sino placer a todos los que se
hayan animado a viajar con su imaginación por esta noche, en la que el vivo se
aleja de la muerte y el difunto recupera la vida.
Que la noche les sea
propicia.
Fascinante tu entrada, además de muy oportuna. Gracias por esta deliciosa selección de textos.
ResponderEliminarUn abrazo.
JUAN ANTONIO:
EliminarGracias, Juan Antonio. Deseo que hayas disfrutado del viaje...
Un abrazo.
"No somos nosotros quienes los visitamos en sus cementerios, son Ellos quienes nos vienen a visitar..." gran idea.
ResponderEliminarYo también optado este año por un "samhain" literario - lo verás en unos días - y cuando he visto tu entrada he temblado; no de miedo, sino por ver si habíamos coincidido jejejeje. No ha sido así (por poco)
Suscribo tu selección por completo, y, además, me parece un acierto acabar con esa Santa Compaña tan de andar por casa que describe Wenceslao.
Un abrazo, Marisa
XIBELIUSS JAR:
EliminarAsí lo creo, Xibeliuss. En estas fechas son Ellos los que retornan, no somos nosotros quienes les visitamos.
Ya estoy espectante por esa entrada sobre la Noche de Difuntos que tienes preparada. Es difícil no coincidir en este tema con respecto a la Literatura porque los mitos son los mitos, como el del Tenorio. Pero si no lo hemos hecho, mi curiosidad gatuna ya anda merodeando por mi cabeza por saber cuáles son tus textos elegidos. Habrá que esperar. Yo me he adelantado un poco, pero es que durante esos días no sé si podré estar por estos lares.
Sí, la Santa Compaña es muy gallega y leonesa. Tradiciones que me gustan y que no tienen nada que ver con esas horribles calabazas importadas de América, buf!...
Un fuerte abrazo, Xibeliuss.
Magnífica recopilación de textos sobre difuntos de nuestros grandes clásicos, Marisa. Me quedo con Bécquer, quién si no con esas leyendas macabras suyas, pero coincido con Xibeliuss, que el texto de Wenceslao Fernández Flórez es impresionante. Feliz noche de difuntos.
ResponderEliminarPACO HIDALGO:
EliminarMe alegro de que te haya gustado, amigo Paco. "El monte de las ánimas" de Bécquer es lectura casi obligada para esa noche de difuntos, como el Don Juan Tenorio. Sin embargo, Wenceslao Fernández Flórez trata el asunto de una manera completamente desdramatizada y repleta de humor. Creí conveniente acabar la entrada de esa manera.
Feliz noche también para ti, estés de viaje nocturno o atento a esas llamas del hogar.
Un beso, Paco.
Marisa, me parece genial que hayas reunido una significativa representación de textos literarios que nos llevan a la noche de los difuntos y los diferentes estilos y maneras de tratarla.
ResponderEliminarUn viaje por ese mundo que navega entre lagunas Estigias, certezas imaginadas, lugares habitados por sombras, figuras traslúcidas, historias que no nos dejan de seducir aunque el tiempo haya transcurrido. Al contrario, la sociedad actual hasta cierto punto cansada de su mundo previsible ansía indagar o elucubrar más allá de la piel de la realidad.
Todos los fragmentos seleccionados me atraen aunque siento cierta predilección por Edgar Allan Poe y Juan Ramón Jiménez. Y una nostalgia de infancia y adolescencia por las noches de representaciones de Don Juan Tenorio.
Marisa, gracias por esta apasionante lectura.
Un abrazo
FELICIDAD BATISTA:
EliminarAlgunos fragmentos que tratan el tema de la Noche de Difuntos son archiconocidos, como el de Bécquer, Zorrilla o Larra. Sin embargo, creo que el resto, especialmente los poemas que selecciono, no son tan conocidos aunque sus autores estén consagrados por la Literatura. He querido hacer una mezcla de literatura mítica de estas fechas y otra que no lo ha sido tanto.
En cualquier caso -aunque en ningún momento lo he dicho- también ha sido de algún modo una reivindicación de nuestra literatura de ánimas frente a las horribles calabazas americanas de Halloween que, como la Coca-cola, lo inundan todo durante esos días...
Gracias a ti por tu tiempo.
Un fuerte abrazo.
Agradecido por esta remembranza de aquellas noches en el hogar de la casa de los abuelos.
ResponderEliminarTambién me ha venido a la mente aquella Danza de la Muerte cuyo inicio se halla en el siglo XIV y que, con un carácter marcadamente moralista, recordaba a los fieles que la vida es breve y la muerte llega inevitablemente.
Feliz noche de difuntos.
PITT TRISTÁN:
EliminarEfectivamente, Pitt, muy bien traída esa alusión a la Danza de la Muerte medieval. Esta, personificada en un esqueleto, invitaba a bailar una danza macabra a todas las clases sociales, agarradas de las manos, con el fin de transmitir la idea tan del medievo -y tan actual- del poder igualatorio de la muerte: todos somos muy diferentes pero completamente idénticos ante ella ya que todos tendremos el mismo fin.
La agradecida soy yo por tu tiempo.
Feliz noche de difuntos.
Un abrazo, Pitt.
Una fenomenal entrada, que me gustaría comentar con los primeros versos de "Hasta más allá de la muerte" del cordobés Blanco Belmonte:
ResponderEliminarHay flores que son estrellas,
hay estrellas que son almas
y almas de luz y aroma
que iluminan y embalsaman.
Pero las flores se mustian
y las estrellas se apagan,
y el barro vuelve a la tierra
y eterna sólo es el alma.
Un abrazo.
DLT:
EliminarGracias por ese aporte lírico de Blanco Belmonte. Me gusta que aportéis vuestra visión literaria de esta Noche de Difuntos. No me he atrevido a pedíroslo -solo a mis alumnos- pero, como siempre, vuestros comentarios siempre enriquecen la entrada.
Feliz Noche de Difuntos, Dlt. Un abrazo.
Magnífica antología de la noche de difuntos. Yo sólo le habría añadido "Qué solos se quedan los muertos", de Bécquer.
ResponderEliminarUn post muy a tener en cuenta.
Un abrazo desde una gélida Granada.
AG
ALBERTO GRANADOS:
EliminarMe alegra que te haya gustado, Alberto. Por supuesto que ese verso de Bécquer está muy bien traído.
Un abrazo también desde latitudes que ya empiezan a ser frescas.
Por cierto, hace tres años escribí sobre las noches de difuntos de mi niñez:
ResponderEliminarhttp://blogs.ideal.es/rigolettobloguero/2009/10/31/noche-difuntos/
ALBERTO GRANADOS:
EliminarHe leído tu artículo y me ha gustado, Alberto. Me adscribo a todo lo que dices en su primera parte referente al tamiz católico de estas fiestas -si te fijas, he intentado eludir el título de "Día de Todos los Santos" por el de la "Noche de Difuntos", no casualmente sino intencionadamente-.
Y en cuanto a tu visión personal de esta noche, la cena de gachas de harina con miel de caldera, buñuelos y castañas, todo aderezado con lecturas de Bécquer y del Tenorio, me resulta francamente entrañable.
Buena noche de difuntos, Alberto.
Sí, yo también creo que en estos tiempos los muertos nos visitan para comprobar que al otro lado no se está tan mal. No creo que la envidia forme parte de sus pecados, pero aún así y a través de las brumas de la noche que se avecina esperemos encontrar el camino.
ResponderEliminar*Recomiendo los cuentos de terror de R.L. Stevenson ambientados en su Escocia natal...
G.:
EliminarEstoy totalmente de acuerdo contigo: en cuanto este año los difuntos asomen sus narices por estos tiempos, desearán rápidamente volver al otro lado porque allí "no se está tan mal".
Gracias por la recomendación. Los voy a leer en cuanto mi ataraxia -que conoces- me permita hacerlo. También añadiría a Lovecraft, dentro de esa corriente anglosajona de la que nada puedo enseñarte que no sepas. Pero, esta vez me he ceñido a lo español e hispánico.
Buen viaje mañana. Estoy segura de que nos cruzaremos en el mismo camino que llevamos... ;-)
Un besito.
¡Cómo he disfrutado con estas citas románticas! Recuerdo que en una ocasión probé a leer "el Monte de las Ánimas" de Gustavo Adolfo Bécquer a unos alumnos de 8º de E.G.B., ya que entonces se daba literatura española, y les impactó, se quedaron sin habla y a medida que iba leyendo iba creándose un ambiente extraño, cuando terminé la lectura pedían más, como en los conciertos, no me quedó otra opción que leerles "Maese Pérez, el organista".
ResponderEliminarBuen paseo por la literatura de difuntos, de almas en pena, de fantasmas, espectros...
Esto sí me gusta, no esa fiesta anglosajona de Halloween, que no entronca con nuestra cultura.
Un abrazo y feliz semana.
VALVERDE DE LUCERNA:
EliminarQuerido paisano, hoy me ha ocurrido lo mismo en una clase de 3º ESO (14-15 años). Les he leído "El Monte de las ánimas de Bécquer" y, contra todo pronóstico -debido a las características del grupo de alumnos- se han quedado impactados -"flipados", si transcribo literalmente sus palabras-. La mañana estaba oscura y contra los cristales de las ventanas del aula azotaba una lluvia recia. El contexto también se prestaba a ello..
Las leyendas de Bécquer es una lectura que tengo como obligatoria para 4º de ESO, pero a estos alumnos de un curso inferior les ha gustado tanto que casi me han obligado a mí a que se la ponga como obligatoria...Parto de que mis entrañables adolescentes son el espíritu de la contradicción pero bienvenida sea esa iniciativa lectora para este puente que tienen por delante... :-)
Yo también odio a esas calabazas de película de miedo de tercera serie...
Un abrazo y feliz puente para ti también, Valverde.
Ni Noche de Halloween. ni disfraces, ni truco o trato. La Noche de Difuntos mi padre la "celebraba" leyendo a Becquer con una luz tenue, mientras se extendía por la casa el olor a calbotes (castañas asadas) y en la tele anunciaban para las diez don Juan Tenorio en teatro. Me gusta más esta forma que ésta que nos quieren imponer desde EEUU.
ResponderEliminarUn besito
CARMEN BÉJAR:
Eliminar¡Ay, esas castañas asadas tan de tu tierra, querida Carmen! Si te dijera que son un recuerdo vivo de aquellos momentos familiares en los que mi padre también estaba...
El imperialismo americano es imparable. Las castañas asadas son sustituidas por la Coca-Cola, y mi querido Tenorio por esas patéticas calabazas que adoptamos tan contenta y pacíficamente. Luego me encuentro con lo que me encuentro: con alumnos de 16 años que no han oído hablar nunca de Don Juan Tenorio... ("¡es un cantante!", me decía esta mañana uno resarciéndose en que había encontrado la respuesta adecuada a mi pregunta...)
Mi granito de arena queda echado...
Besos y buena Noche de Difuntos.
Sin duda lo mejor de lo mejor, para disfrutar del miedo patrio.
ResponderEliminarBesos sin fantasmas
PILAR:
EliminarJejje, me ha encantado lo del "miedo patrio". Todo sea por la cultura general de esta nación cada vez más nacional...
Besos, aunque sin fantasmas en este tiempo y tiempos, va a ser complicado...
MARTA C.:
ResponderEliminarHa sido un ejercicio de memoria que he querido compartir con vosotros, querida Marta. Me dejo en el tintero muchas obras más que tratan este tema, pero que no he incluido porque no quiero abusar -más que lo he hecho- de vuestra paciencia lectora.
Encantada de que lo hayas disfrutado.
Gracias por tu tiempo.
Buena Noche de Difuntos y todo mi cariño.
Buena, documentada y literaria entrada. A mi también me gustaba más lo del Tenorio que esta fiesta, que por cierto, parece ser que no nos es tan extraña como creemos puesto que es de origen celta y los celtas ya sabemos por donde andaban. Marisa, ya te pasarás por mi blog para ver qué te parece mi escapada a Zamora. Un saludo desde mi mejana
ResponderEliminarFELIPE TAJAFUERTE:
EliminarMe alegro de que te haya gustado la entrada, Felipe.
En cuanto a tu post sobre Zamora, excelente, no solo por tus espléndidas fotografías que ilustran muy adecuadamente esas joyas del románico sino por tu amabilidad con la ciudad y sus gentes. Se nota que te han tratado bien. Encantada de que te haya gustado mi tierra.
Un saludo.
Hay que ver cómo te curras las entradas, Marisa, algunos no te lo sabemos agradecer como tú te mereces. Es una gozada la cantidad de información que nos dejas en cada tema que tocas. Yo soy una de las que te lo agradece. Tenía que decírtelo.
ResponderEliminar¡Ah¡ leí hace tiempo a Juan Rulfo en esa maravillosa novela, Pedro Páramo. Me pareció extraordinaria; me hice mil reflexiones sobre nosotros, la memoria y la muerte...
Un beso grande
P.D. En la foto de portada estás guapísima.
MARIÁN:
EliminarEs algo lúdico que me gusta hacer, Marián. Aunque tú, como fiel seguidora, sabrás que unas entradas están más trabajadas que otras. No siempre les puedo dedicar tiempo. Encantada de que te haya gustado y gracias por tus amables palabras.
Un besote.
PD: La fotografía la he cambiado, sí. Gracias por tu mirada.
Maravilloso y lúgubre paseo en la noche de los santos por el mundo de la literatura.
ResponderEliminarSolo el trabajo que te has tomado, ya merece un comentario. Acabo de escuchar en la radio que están estudiando eliminar algunas fiestas, entre ellas la de todos los santos.A mi siempre me ha parecido una fiesta honrosa, curiosa y de gran arraigo en el país. Si nos la quitan, creo que nos quitaran un trozo de nuestra identidad.
Un abrazo.
JORGE DEL NOZAL:
EliminarEs un trabajo que me gusta hacer, Jorge, y si te ha gustado además, objetivo cumplido.
No he oído nada sobre la supresión de esta fiesta. Nuestro calendario festivo sigue fiel a las fiestas religiosas, pero como últimamente la máxima imperante es "no te quejes, sino trabaja", no me extrañaría nada que se la cargaran...¡Ay...!
Un abrazo, poeta.
No he leído ni a José Zorrilla ni a Wenceslao...
ResponderEliminarLa verdad que tu entrada está genial, te la has currado...
Los demás escritores que mencionas me parecen buenísimos, sobre todo recuerdo las sensaciones al leer Pedro Páramo, la verdad que me impactó ese libro.
Un beso, y muy bueno
EVA LETZY:
EliminarSi no has leído a Zorrilla, te lo recomiendo, Eva, te gustará si estás familiarizada con el teatro en verso, y si no lo estás, no te preocupes que a los tres minutos de lectura ya le habrás cogido el ritmo. Ánimo.
Un beso y gracias por tu visita.
Me ha encantado esta recopilación tuya para esta nuestra noche, porque como has dejado bien demostrado, tenemos grandes tradiciones y una literatura tan rica para demostrarlo que no necesitamos importar nada.
ResponderEliminarTodo un placer cielo
Un beso
40AÑERA:
EliminarCreo que las tradiciones literarias no hay que perderlas. Nunca. Soy partidaria de conservar y ensalzar lo nuestro en detrimento de costumbres americanas completamente invasoras -sin que seamos conscientes de ello muchas veces-.
El placer es mío porque te haya gustado. Gracias por tu tiempo, Miryam.
Un beso.
Uff, tremenda recopilacion hiciste, vaya maestros hay aqui, bendita historia que perduro sus obras por la linea temporal.
ResponderEliminarY bueno, Poe siempre sera un preferido en mi persona, quiza suene fanatico, pero no he leido otra mente como la suya. Y Juan Rulfo, ¿que te digo? es un orgullo de México, y crecio muy cerca de aqui, de mi ciudad, asi que el respeto hacia su persona esta grabado en cada persona que sepa quien fue y que escribio.
Besotes, mi querida Marisa!
SYD:
EliminarE.A.Poe es un genio en su género. Estoy de acuerdo contigo, Syd. Y tu paisano, otro más. Benditas mentes que nos supieron empapar el espíritu con esa magia de la literatura...
Muchos besos también para ti, Syd.
No, Marisa, no voy a hablar ni una palabra de los escritores ni textos que nos has seleccionado con esta pulcritud tuya.
ResponderEliminarSólo voy a escribir, mal, como siempre, una referencia general.
Marisa, pocas veces he tenido en mis manos un paseo, una reflexión, un recordatorio referido a la noche de difuntos tan amplio y tan excepcional como el que has realizado.
Este trajín, este ir y venir con relaciones imprevistas e incluso no conocidas de autores y textos es tan sugerente, tan completo y tan delicionso e innovador, que hasta da gusto hablar de la muerte, esa señora, transformada en señor en los países centro y norteuropeos, que es tan desagradable que casi todos huimos de ella.
Qué excelentes autores y qué calidad la de sus textos, prosa o poesía, aunque creo que todos son poesía tan pura y depurada que su fascinación por sentimientos inmateriales te lleva en volandas por el camino sin trazo de la imaginación.
Marisa, después de leer varias veces los textos de los autores y los tuyos, me atrevo a escribir estas pobres palabras sin añadir ni quitar, sin mencionar siquiera ni un título, ni un autor, porque hacerlo supondría comparar lo incomparable, lo sublime.
Mis felicitaciones por este trabajo tan excepcional.
¡Cuánto te debemos agradecer tu ilusión y reto ante tal cantidad de escritores que has seleccionado con tanta agudeza e inteligencia!
Un fuerte abrazo, querida Marisa.
ANTONIO CAMPILLO:
EliminarGracias, Antonio. Eres muy amable. Feliz de haberlo compartido con vosotros y de que hayáis disfrutado con ese viaje.
Un fuerte abrazo, querido amigo.